PROGRAMA DE DONACIONES
Se buscan cadáveres de perros
La facultad de Veterinaria de la UAB necesita animales de compañía recién fallecidos para sus prácticas docentes -- La campaña de promoción se dirige en un principio a los clientes de la clínica universitaria
Los jóvenes que estudian Veterinaria en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) no pueden realizar todas las prácticas de necropsia que serían recomendables ni observar la anatomía interna de un gato o de un perro porque la facultad no dispone de suficientes cadáveres de animales de compañía. En ocasiones, los tienen que compartir entre muchos estudiantes y en otras los tienen que congelar para más de un uso. Y todo ello porque, a diferencia de otros países, no está muy extendida la tradición de donar para la docencia los cadáveres de mascotas recién fallecidas.
Para revertir esta situación, la facultad de Veterinaria ha puesto en marcha un programa para captar donaciones destinado en una primera instancia a los clientes del Hospital Clínico Veterinario de la universidad. «Nos irían bien al menos un centenar de cadáveres más de los que recibimos normalmente en un año», explica Reyes Pla, la decana de Veterinaria, quien insiste en que las prácticas son una «pata indispensable» en la formación de los futuros profesionales. «Hay días en que no tenemos ningún animal y hay que recurrir a vídeos», prosigue.
Costes de la incineración
Anteriormente ya era posible hacer donaciones en el Hospital Veterinario de la UAB, pero ahora se ha creado un programa de control exhaustivo de los animales, con sus correspondientes requisitos éticos y un fichero informatizado, y además se ha realizado una campaña de promoción. «Esperamos pasar de un 10% de donaciones a más de un 20%», confía Pla. Los animales no podrán ser utilizados con fines científicos, sino solo para docencia. Tras las prácticas, la facultad se encargará también de la posterior incineración, una operación que realizan empresas externas y que puede costar hasta 100 euros.
Lo que más se necesita son cadáveres de perros y gatos, los más demandados para el futuro ejercicio profesional, pero también se aceptan loros, serpientes, iguanas o cualquier otro animal de compañía. Por problemas logísticos y de conservación en neveras, quedan excluidos los perros de gran tamaño (más de 30 kilos), así como los que tengan enfermedades zoonóticas, transmisibles a los humanos.
Para evitar el colapso, la UAB ha decidido en un principio limitar las donaciones a clientes del Hospital Clínico Veterinario cuya mascota haya muerto en las mismas instalaciones. Como explica la decana de Veterinaria, no solo es importante el número de cadáveres, sino que lleguen cuando son más necesarios -cuando hay prácticas-. «También necesitamos que hayan muerto recientemente y estén bien conservados», dice Pla. En un futuro, la UAB no descarta poder ampliar el servicio a otros centros veterinarios y entidades.
La respuesta ha sido positiva, dice Pla: «Para la mayoría de los propietarios, donar un animal es una oportunidad para ayudar a que los veterinarios puedan formarse y ayuden a mejorar el bienestar de las mascotas».
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