¿Por qué crece el hielo marino en la Antártida pese al calentamiento global?
Un estudio elaborado en Barcelona sostiene que un cambio en la circulación de los vientos está detrás del proceso
Simulaciones realizadas con el superordenador Mare Nostrum confirman la importancia de las variaciones atmosféricas

Paisaje antártico cerca de la base francesa de Dumont D’Urville. /
El comportamiento de la capa de hielo flotante que rodea la Antártida, la llamada banquisa austral, tiene intrigados a los científicos. Mientras que en el Ártico se observa en los últimos veranos una disminución drástica del hielo y ahora hay prácticamente un 30% menos que hace tres décadas, en las antípodas no sucede lo mismo.
Es más, por primera vez desde finales de los 70, cuando empezaron las mediciones por satélite, en septiembre del año 2013 se superó la barrera simbólica de los 20 millones de kilómetros cuadrados de extensión. Y todo ello sucede, además, cuando en buena parte del continente, especialmente en los bordes costeros y en la mitad occidental, las temperaturas están aumentando de forma acelerada.
Ahora, un estudio internacional encabezado por investigadores del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS), con la ayuda del superordenador Mare Nostrum, ha concluido que el fenómeno se debe a cambios en los vientos dominantes, que en la Antártida suelen ser circunpolares -circulares alrededor del polo Sur en dirección oeste-este- pero que en los últimos muestran también una dirección sur-norte. Concretamente, vientos que se forman en las zonas más frías del interior se están expandiendo por zonas exteriores y ello favorece la generación de más hielo sobre el mar.
«Eso se apreció claramente el año pasado», pone como ejemplo el primer autor del trabajo, François Massonnet, investigador posdoctoral de la Universidad de Lovaina (Bélgica) y miembro del equipo de Ciencias de la Tierra del BSC-CNS.
Así se forma el hielo
Pese a la dramática situación en la península Antártica y otros sectores, la banquisa austral crece a un ritmo medio de 10.000 kilómetros por año. «Se han propuesto varias hipótesis para explicar el fenómeno, pero el viento es la más satisfactoria», prosigue Massonnet. Una vez los vientos fríos llegan a las zonas exteriores y empujan el hielo costero hacia el exterior, crean áreas de agua abierta (conocidas técnicamente como polynyas) que ayudan a la formación de más hielo.

El estudio, que forma parte de un informe titulado Explicando Eventos Extremos desde una Perspectiva Climática, lo publicó ayer la Sociedad Meteorológica de Estados Unidos (AMS). Entre los firmantes están también Francisco Doblas-Reyes, Virginie Guémas y Neven Fuckar, todos ellos del BSC.
Una de las principales hipótesis para explicar el comportamiento anómalo era hasta ahora el descenso de los niveles de ozono estrosférico sobre el polo Sur, lo que estaría ocasionando un enfriamiento de la atmósfera, pero Massonet considera que no es una opción suficiente. Tampoco cree Massonnet que el proceso sea debido a una presencia mayor de agua dulce en las costas -con un punto de congelación más alto- debido al derretimiento del hielo continental.
Y lo mismo sucede con la posibilidad de que todo sea debido a los cambios en la circulación marina. El océano Antártico consta de una capa de agua fría cercana a la superficie y una capa más cálida por debajo. Teóricamente, cuando esta última asciende hacia la superficie, derrite el hielo, pero a medida que aumenta la temperatura del aire, la cantidad de lluvia y nieve también aumenta. Es decir, se acaba formando más hielo. Sin embargo, por ahora no se aprecian cambios importantes en las precipitaciones,«aunque se ha de tener en cuenta que hay poca información» en este terreno, precisa el investigador del BSC. Tampoco se dispone de datos de muchos años, añade, sobre la evolución del grosor del hielo continental, «algo que es además muy difícil de medir».
Los modelos arrancan
Noticias relacionadasGrosso modo, lo que se ha hecho con el superordenador Mare Nostrum es crear dos complejísimos modelos (programas informáticos) que simulan el clima de la Antártida. Al modelo se le añaden un sinfín de variables (vientos, presión, temperatura...), se pone en marcha y luego se comprueba si ha sido capaz de reproducir lo que pasó en una situación real.
Massonnet considera plausibles los resultados obtenidos, pero considera que debe investigarse aún más para determinar qué es lo que está cambiando ese régimen de vientos. «Aún desconocemos si el aumento del hielo oceánico del Antártico que estamos registrando es algo excepcional motivado por el calentamiento global o si forma parte de un ciclo más largo de carácter natural», precisa el climatólogo belga. Y también debe investigarse una pequeña excepción de aumento de hielo que, según el modelo, ha surgido inesperadamente en el sector del océano Pacífico.
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