ESTUDIOS EN UN ECOSISTEMA FRÁGIL

Paella con gas

Una imagen aérea del delta del Ebro, con los arrozales inundados.

Una imagen aérea del delta del Ebro, con los arrozales inundados.

SÍLVIA BERBÍS / SANT CARLES DE LA RÀPITA

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Las vacas se han llevado la fama, pero el cultivo del arroz también tiene que ver, y mucho, con la emisión a la atmósfera de metano, el segundo gas causante del efecto invernadero, tras el CO2, que trastoca el clima del planeta. La ganadería y la agricultura son las causantes de más del 40% de la producción mundial de metano de origen antropogénico, tras la que está la mano del hombre. Y dentro del sector agrícola-ganadero, la producción de arroz, el segundo cultivo más importante del mundo y alimento básico para la mitad de la población del planeta, es la causante de una quinta parte de la emisión de este gas. Lograr reducir las emisiones de ese cultivo sería un logro cara a mitigar el cambio climático y el delta del Ebro se convertirá en un banco de pruebas para estudiar de qué manera se puede reducir la emisión de un gas de efecto invernadero 21 veces más potente que el CO2.

Los campos de arroz del delta, aunque a escala mundial e incluso nacional tienen una influencia irrisoria por sus apenas 21.000 hectáreas de superficie, emiten unas 2.500 toneladas de metano al año. Groso modo, un kilo de metano por hectárea y día. Apenas pastan rumiantes en la zona, pero en realidad es tanto como si pastaran por el delta más de 16.500 vacas. El arroz, indispensable como alimento, es un emisor verde y silente pero pernicioso para el clima.

«El metano copa el 16% de la emisión de gases con efecto invernadero, mientras que el CO2 representa el 76%. Pero hay que tener en cuenta que el metano persiste más tiempo en la atmósfera; estamos hablando de un contaminante importante, 21 veces más potente que el CO2 y con un efecto más elevado, aunque el volumen de emisiones sea mucho menor», afirma Salvador Samitier, responsable de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic. En los arrozales mediterráneos apenas existen datos de emisiones de metano, y los pocos estudios existentes son puntuales.

DESCOMPOSICIÓN 

«El problema que distingue los arrozales de otros cultivos agrícolas son los largos periodos de inundación de los campos [desde finales de abril hasta finales de diciembre en el delta del Ebro], que ocasionan la descomposición de la materia orgánica en condiciones de falta de oxígeno. En este proceso se emite metano», explica Carles Ibáñez, director del programa de ecosistemas acuáticos del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentària (IRTA) de Sant Carles de la Ràpita. Al inicio del ciclo del arroz, en un mes, no hay emisión, pero en agosto se alcanza el máximo. El arroz también emite óxido nitroso y CO2, pero este no se puede evitar.

Ibañez es uno de los investigadores de este organismo, que junto a otros seis, llevarán a cabo hasta el año 2018 el proyecto Life Ebro-Admiclim, con una financiación de dos millones de euros de los que la mitad proceden de fondos comunitarios, destinado, en una de sus áreas de estudio, a analizar cómo reducir las emisiones de metano de los arrozales. Lo harán a partir de la gestión de los periodos de inundabilidad, con algunos condicionantes claves: sin que la gestión de las prácticas agrícolas afecte a la producción de arroz y sin que la salinidad de los campos, ahora mantenida a raya con el agua, suba. «Se calcula que se pueden llegar a recortar entre un 60% y un 90% las emisiones de metano a partir del ahorro de agua; de hecho, en California se ha logrado reducir en un 48% las emisiones sin penalización al cultivo», apunta Ibáñez.

15 PARCELAS

Maite Martínez Eixarch, investigadora que también participa en el estudio, explica: «Dispondremos de unas 15 parcelas experimentales en el delta para aplicar diferentes prácticas agrícolas de fertilización y de manejo del agua. Tomaremos mensualmente, durante dos años, muestras de aire para analizar su composición en función de las diversas variables de cultivo y de terreno identificadas».

«Si conseguimos una reducción de las emisiones y además, un gasto menor de agua, así como mantener la producción, habremos hecho bingo», apunta Ibáñez. Los resultados servirán para establecer directrices para un programa de medidas de mitigación en el cual será esencial diseñar una estrategia para la reducción voluntaria de emisiones en el sector del arroz.