Luces y sombras en la sanidad catalana

Sant Pau pone fin a la confusión entre el infarto y la pericarditis

El cardiólogo Joan Cinca junto a un electrocardiógrafo, en el Hospital de Sant Pau de Barcelona, el miércoles.

El cardiólogo Joan Cinca junto a un electrocardiógrafo, en el Hospital de Sant Pau de Barcelona, el miércoles.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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Un dolor súbito e insoportable en el centro del tórax puede ser el síntoma que informa de que el miocardio ha empezado a infartarse porque un trombo tapona una, dos o las tres arterias que llevan la sangre al corazón. Es posible que ese dolor tenga la peculiaridad de que se percibe al respirar y aumenta de intensidad al inhalar profundamente con la intención de aliviar el malestar. En el primer caso, el del infarto, si el corazón sigue sin recibir sangre y oxígeno unos pocos minutos más, se detendrá. Es sabido que cerca del 50% de quienes sufren un infarto fallecen de forma fulminante, la mayoría sin llegar al hospital. En la segunda circunstancia no sucederá nada de eso, ya que se trataría de una pericarditis, una inflamación de la membrana que recubre el corazón, que se puede resolver con un simple tratamiento antiinflamatorio.

Distinguir esos dos diagnósticos tan distintos en las situaciones de total emergencia en que se producen los fallos cardiacos era hasta ahora -de hecho, aún lo es de forma general- un detalle que los cardiólogos de los servicios de urgencias no podían precisar, ya que la prueba diagnóstica fundamental en esa circunstancia, el electrocardiograma (ECG), no informa de si el dolor torácico surge de un infarto o refleja una pericarditis. Por si acaso, todos los  pacientes son conducidos al área de hemodinamia del hospital, donde se les introducen catéteres y mallas metálicas (stents) a través de las arterias coronarias, en busca del trombo causante  del supuesto infarto.

CAMBIO INTERNACIONAL / Un estudio realizado por el servicio de cardiología del Hospital de Sant Pau, de Barcelona, ha identificado las minúsculas pautas del ECG que permiten diferenciar, en pocos segundos, ambas enfermedades. Los enfermos que sufren pericarditis, en consecuencia, ya no serán objeto de un cateterismo y una angioplastia que no necesitan. Evitarán el riesgo que esa intervención implica y podrán ser tratados adecuadamente de forma inmediata. El hallazgo, dirigido por el doctor Joan Cinca, responsable del áera de cardiología del Sant Pau, publicado en la revista científica American Journal of  Medicine, conducirá de inmediato a la elaboración de una nueva programación informática (software) que se incorporará a los electrocardiógrafos de todo el mundo, indican. «Calculamos que hasta un 13% de los pacientes con dolor torácico intenso que hasta ahora recibían cateterismo podrán evitarlo, ya que solo sufrían pericarditis», afirma Cinca. «Con los patrones que hemos identificado se modificará el software de los electrocardiógrafos en el ámbito internacional -añade-. Quien maneje esos aparatos, ya sea en una ambulancia o en un hospital, podrá diagnosticar con precisión y al instante la causa del dolor».

Los parámetros del ECG que se utilizan para describir qué tipo de fallo rítmico muestra el corazón no se han modificado desde los años 60 del siglo pasado, aseguran los cardiólogos del Sant Pau. Esas pautas (trazos concretos y repetitivos que el ECG va reflejando en una cinta) informan del perfil de las arritmias, detectan áreas sin riego sanguíneo y captan fallos en el bombeo eléctrico del corazón, entre otros datos. Los análisis de sangre que confirman un infarto aún no han superado la utilidad de los electrocardiógrafos, aseguran dichos especialistas.

ESTADO DE LAS ARTERIAS / Un segundo estudio realizado por los cardiólogos del Sant Pau analizando las pautas de los ECG permitirá a partir de ahora distinguir cuál o cuáles de las tres arterias coronarias han iniciado el infarto y cuál es el grado de deterioro en que se encuentra cada una de esas vías. Esta información, también de enorme importancia ya que se precisa en momentos en que la respuesta debe ser instantánea, se obtendrá observando la cinta electrónica del ECG. Ambos hallazgos serán  muy útiles para los médicos que atienden a pacientes con infarto en  urgencias, subraya Cinca.