Pesadilla entre rejas
Presos hacinados
En Nápoles, la ciudad que alumbró la Camorra, la cárcel de Poggioreale es como un miembro más de la familia. Tan habitual resulta la presencia de esa mole grisácea, incrustada a pocos pasos del centro, que muchos napolitanos la llaman Poggi-Poggi, un apelativo entre sarcástico y cariñoso.«Los familiares de los presos se colocan de noche en los balcones de los pisos de enfrente y hablan a gritos con ellos», cuenta un vecino de Nápoles.
Sin embargo, entre los muros de Poggioreale no hay espacio para bromas. Ni para bromas ni para nada. En la prisión, literalmente, no hay espacio, ya que la cárcel donde está encarcelado Óscar Sánchez padece una superpoblación endémica. Construida en 1914 para 1.400 presos, las versiones más optimistas señalan que acoge actualmente a más del doble de su capacidad.
Como un fuerte
Desde fuera parece uno de esos fuertes que españoles y portugueses construían en la costa del Caribe para defender los puertos de los piratas. A las almenas las reemplazan en cada esquina cuadradas cabinas desde las que se vigila el interior de la prisión. En un espacio que equivale a tres manzanas del Eixample, los altos muros de enormes piedras grises se extienden amenazantes.
De día, los familiares esperan en el cafetín situado ante la puerta principal, un enorme portón verde oscuro. Nada bueno cuentan de las condiciones de vida en las celdas que, en algunos casos, alojan a varios miembros de la misma familia. Es el caso de Camila, que en esa cárcel tiene a su esposo y a su hijo.«Esa prisión está superpoblada», cuenta ante de confesar que ella les lleva alimentos.«La comida de la prisión es muy mala. Yo les traigo todo. El problema es que solo nos dejan meter cinco kilos de comida por preso a la semana».Como el estado italiano parece ser consciente de la mala calidad de los menús carcelarios, los presos tienen permiso para cocinar en la celda.
Óscar ya habla de la superpoblación en sus cartas a sus amigos de Montgat.«Aquí estamos ocho por celda»,cuenta en una de sus últimas misivas. Ahora, en verano, la masificación hace que, según Camila,«el calor sea asfixiante».Además, como el propio Óscar dice en sus cartas, los extranjeros no son bienvenidos en Poggi Poggi.«Me maltratan por no ser napolitano».
Segunda casa
Pese a todo, en Poggioreale no están los grandescapos, que se encuentran en los módulos de alta seguridad de la moderna cárcel de Secondigliano, la otra prision napolitana. Poggioreale queda entonces para los presos menos peligrosos, para aquellos que entran y salen cada poco.«Para mucha gente esta cárcel es como su segunda casa.
Hay familias de presos que incluso se han mudado al barrio cercano para estar mas cerca de sus hijos o maridos», dice Camila.
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