EL MERCADO NEGRO DEL TENDIDO DE TELECOMUNICACIONES

De la Garrotxa a China

Técnicos de Telefónica reponen cable robado en Avinyonet de Puigventós (Alt Empordà), el martes pasado.

Técnicos de Telefónica reponen cable robado en Avinyonet de Puigventós (Alt Empordà), el martes pasado.

FERRAN COSCULLUELA
BARCELONA

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Pocos quieren hablar, y quien lo hace prefiere mantener el anonimato. El mundo de la chatarrería se sabe en el punto de mira por el imparable auge de los robos de cable de cobre. Nadie roba si no tiene a alguien que le compre la mercancía. Y aunque la mayoría de las empresas del sector siguen las reglas de juego que marca la ley, es imposible colocar los centenares de toneladas de cable que se roban cada año si no hay un potente mercado negro que absorbe, manipula y recoloca este género.

«Nosotros no compramos grandes cantidades a particulares. Si vemos algo raro, preferimos no comprar. El otro día vino un hombre con 300 kilos y le dijimos que no. Siempre pedimos el DNI al vendedor y le entregamos un comprobante. Nosotros lo hacemos así, pero no puedo asegurar que todo el mundo sea como nosotros», explica el responsable de una importante empresa de gestión de residuos de la provincia de Barcelona.

A las 11 de la mañana algunas furgonetas repletas de bártulos, desechos y cachivaches hacen cola ante una de las pocas chatarrerías que están abiertas en agosto en Barcelona. El encargado no quiere preguntas.«Es un tema que tendrías que hablar con el jefe, y resulta que ahora está de vacaciones»,se disculpa. Afuera, un joven inmigrante de Europa del Este descarga hierros en una carretilla. «Aquí pagan el cable de cobre a 1,8 euros el kilo si está sin pelar (con las fundas de plástico), y si está pelado igual te pagan 3 o 4 euros. Eso sí, tienes que dar el carnet de identidad», advierte.

Códigos de identificación

Está claro. Colocar de extranjis el cable de Telefónica en una chatarrería no está al alcance de cualquiera. Y mucho menos si se trata de las ingentes cantidades que se están robando este verano, en algunos casos con tiradas de centenares de metros.«Las chatarrerías no pueden comprar cable de Telefónica. Está prohibido. Solo pueden hacerlo las empresas que tienen un contrato con la compañía. Las mangueras están identificadas mediante códigos grabados en las fundas de plástico cada metro. Por eso los ladrones pelan el cable cuanto antes, para borrar su procedencia», explica un operario de la compañía. Pero el sistema de quemar el cable para eliminar las fundas de plástico es muy pedestre --de hecho, algún caco ha sido sorprendido por los Mossos debido a la humareda que ha causado con ese procedimiento-- y es a todas luces insuficiente para limpiar los kilómetros y kilómetros de cable que se están robando estos días.«En nuestro almacén llevamos un mes y medio sirviendo unos 1.000 metros diarios de cable a causa de los robos», señala un trabajador de Telefónica. Un kilómetro diario cuya reposición en los postes del tendido telefónico cuesta entre 15.000 y 30.000 euros, según la compañía.

Por eso es lógico pensar que una buena parte del cable es tratado de forma industrial para separarlo de la funda y poder volverlo a fundir. Las plantas de tratamiento de residuos cuentan con grandes máquinas que trituran el cable y luego separan el cobre y el plástico mediante un sistema de vibración. Estos monstruos mecánicos son los únicos capaces de engullir tantas toneladas de tendido sin necesidad de encender llamativas y tóxicas hogueras de plástico quemado. ¿Pero quién dispone de esas máquinas? Y lo que es más importante, ¿adónde va a parar todo el cobre que se está robando?

Aunque cueste creerlo, es muy posible que muchos de los metros de hilo que se robaron a principios de agosto en La Garrotxa acaben las próximas semanas en una fundición de China. Así lo asegura José Ramón Morales, director general del Centro Español de Información del Cobre, una asociación profesional que agrupa a las empresas fundidoras y semitransformadoras de este metal en España.«Debido a su gran crecimiento, China está pagando por los residuos de cobre más que nadie. Por eso la exportación europea ha aumentado en 900.000 toneladas anuales desde el 2007»,afirmó.