RELIGIÓN ORTODOXA

Diez mujeres violan el veto femenino del monte Athos

EL PERIÓDICO
ATENAS

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El monte Athos, baluarte de la Iglesia ortodoxa griega, un lugar tan exclusivamente monástico que allí los religiosos se encargan hasta de conducir los taxis, fue ayer violado por 10 mujeres. No llevaron a cabo ningún acto indecoroso, ni destrozaron ningún icono, ni increparon a ninguno de los 2.000 monjes locales, pero su mera presencia, durante unos escasos 20 minutos, bastó para que se enfrenten a penas de entre dos meses y un año de cárcel. La presencia femenina en este lugar está prohibida desde hace mil años, un veto que afecta no solo a las hembras humanas, sino también a las animales, a menos que sean gatas, porque mantienen a raya a los roedores, o gallinas, porque ponen huevos.

La decena de mujeres no violaron el sagrado monte para protestar contra esta regla machista. Estaban allí, junto a otros 500 manifestantes que se quedaron a las puertas de Athos, por un asunto de tierras. "La tierra es nuestra y Dios está de nuestro lado", gritaban ayer los congregados, algunos de ellos alcaldes y diputados de la península de Chalkidiki, en el noreste de Grecia, quienes denuncian que los religiosos pretenden adueñarse de unas 800 hectá-

reas de terrenos que se hallan fuera del recinto religioso, que cubre un área de 350 kilómetros cuadrados y se rige de forma autónoma del resto del Estado heleno.

ADVERTENCIA EUROPEA

Este régimen casi independiente, sin embargo, no impide que la ley griega castigue como delito la entrada de mujeres en la comunidad monacal, cuyos miembros consideran que la presencia femenina, aunque solo fuera por un periodo de pocos días, frenaría su desarrollo espiritual.

El Parlamento Europeo ya ha pedido en un par de ocasiones a las autoridades del país que acaben de una vez con esta norma propia del medievo, pero hasta ahora las mujeres siguen sin pisar el monte Athos. Así que ayer, tras ser expulsadas, las 10 manifestantes que transgredieron esta regla --algo que ya habían hecho antes otras hembras, convenientemente disfrazadas de varones-- escucharon a un fiscal que dijo que sus actos suponían "un crimen" por el que podrían ser condenadas "en los próximos días".

Los monjes, mientras tanto, prefirieron guardar un prudente silencio sobre lo ocurrido. La agencia Efe les preguntó por el incidente y lo único que dijeron fue esto: "Nuestra misión es la oración y luchar a favor de la paz en el mundo". Labores que, en opinión de los religiosos, solo pueden llevarse a cabo si se mantiene a las mujeres bien alejadas de ellos.