TGV, Francia celebra 25 años de tren de alta velocidad

ELIANNE ROS / PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por una vez, Occidente copió a Japón. Francia se inspiró en el Shinkansen (el famoso tren bala) para alumbrar el primer ferrocarril de alta velocidad europeo, el TGV, que cumple 25 años. Si los nipones se caracterizaban por copiar y perfeccionar la tecnología occidental, los franceses se propusieron hacer lo mismo con el --ya cuarentón-- invento japonés. Además de batir el récord mundial de velocidad --en 1990 el TGV alcanzó de forma experimental los 515 kilómetros por hora-- las cifras cantan: 650 recorridos diarios a una media de 300 km/h que desplazan 80 millones de pasajeros al año. Todo un éxito.

La SNCF, la empresa pública de ferrocarril, celebra por todo lo alto el aniversario de la entrada en servicio --el 27 de septiembre de 1981 se realizó el primer viaje comercial París-Lyón-- de su criatura más rentable y emblemática. En estos 25 años, el TGV no solo ha revolucionado el transporte colectivo, sino que ha sido el motor de una auténtica transformación del territorio y del sistema de vida de los franceses.

UN NUEVO ESPECIMEN

Cada nueva línea de alta velocidad que se abre provoca una explosión del mercado inmobiliario. Ahí donde llega el TGV --para en 250 estaciones-- se produce un movimiento de población con el consecuente efecto dominó en la economía y el paisaje de la zona. Nace también un nuevo especimen, el tegevista, ese hombre o mujer --generalmente con familia-- capaz de recorrer cientos de kilómetros al día para poder permitirse una vivienda en un entorno más oxigenado y los metros cuadrados que le están vedados en la gran ciudad. Con el TGV, la distancia ya no se mide en kilómetros, sino en tiempo.

Así, en muchas líneas, la alta velocidad ha destronado al avión. Entre París y Lyón, Air France tan solo fleta una decena de aviones dirarios desde el aeropuerto de Orly. Desde el Charles de Gaulle, conectado con el TGV, solo sale uno al dia. En tren, el trayecto está cubierto por más de 20 unidades diarias.

No solo el tiempo --1 hora y 55 minutos--, la seguridad --en 25 años no se ha registrado un solo accidente mortal-- y la puntualidad son competitivos. También los precios. Ida y vuelta París-Lyón con Air France en clase turista cuesta 190 euros. El mismo trayecto en TGV, 76'30 euros a primerísima hora y 58'70 a partir de las 8 de la mañana.

Al igual que el avión, el tren de alta velocidad ofrece importantes descuentos si se reserva con antelación por internet. El viaje París-Perpinyà --que a partir de Montpellier se realiza por la vía convencional-- puede salir por 50 euros. Eso se debe en parte a la capacidad del ferrocarril. Sobre todo desde que, en 1992, se pusieran en servicio los TGV Dúplex, con capacidad para 516 pasajeros.

Air France calcula que, a partir de una hora y media o dos horas de trayecto en TGV, ya le no sale a cuenta mantener una línea. Es lo que sucederá con los vuelos a Estrasburgo a partir del próximo mes de junio, cuando entre en servicio el TGV que situará París a 2 horas y 20 minutos de esa ciudad.

EVASIÓN DE IMPUESTOS

En las conexiones con las ciudades europeas, el avión también está empezando a retroceder, si no a desaparecer, como en el caso de Bruselas, a tan solo una hora de la capital francesa en TGV. En la línea París-Londres, el Eurostar ya se ha quedado con el 71% del mercado y en el 2007, cuando el trayecto pasará de 2 h 35 a 2 h 20, alcanzará el 80%. Un nuevo fenómeno migratorio se está produciendo en estas dos ciudades, donde cada vez más franceses con un poder económico elevado fijan su residencia para esquivar la exigente ley francesa en materia de impuestos.