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Crítica de 'The First Lady': lo sentimos, pero 'The Crown' solo hay una

Únicamente esa notable Michelle Pfeiffer como Betty Ford salva del desastre total este drama histórico sobre la vida y milagros de tres grandes primeras damas

Crítica de 'The First Lady': lo sentimos, pero 'The Crown' solo hay una

Crítica de 'The First Lady': lo sentimos, pero 'The Crown' solo hay una / Showtime

Juan Manuel Freire

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¿Una respuesta puramente estadounidense a 'The Crown'? Así podría definirse 'The First Lady', drama histórico de Aaron Cooley (antiguo asistente de Joel Schumacher) que explora la tensión entre vidas pública y privada a través de las biografías trenzadas de tres primeras damas: Eleanor Roosevelt (Gillian Anderson), Betty Ford (Michelle Pfeiffer) y Michelle Obama (Viola Davis), mujeres con ideas propias y que no fueron meras espectadoras en las administraciones que les tocó vivir. Que la primera esté interpretada por una Anderson al borde, en algún momento, de la parodia (como haciendo de Margaret Thatcher en 'The Crown') solo facilita las comparaciones. 

Tampoco demasiado sutil se muestra Davis, cuyas muecas y fruncimientos de labios como Ms. Obama están causando furor en las redes. Estos gestos casi propios de un sketch de 'Saturday night live' minan la reivindicación seria de esa abogada que se resistió a ser convertida en una primera dama de Stepford y a ser personaje secundario en su propia vida.

Betty Ford, otra mujer con ideas propias, se convirtió de manera inesperada tanto en segunda como primera dama, esto último tras la dimisión de Nixon por el escándalo del Watergate. Aunque su marido, Gerald Ford, no duró mucho en la Casa Blanca (de agosto de 1974 a enero de 1977), ella tuvo tiempo para crear conciencia sobre la salud reproductiva de la mujer o el cáncer de mama, que conoció en su propia piel. Pfeiffer, la más inspirada del tridente protagónico, encarna a Ms. Ford con una autoridad no exenta de vulnerabilidad.

Detrás de Franklin D. Roosevelt hubo una gran mujer, Eleanor, que creyó en el futuro político de su marido incluso después de que a este se le diagnosticara poliomielitis. Desde un relativamente discreto segundo plano, mejoró los discursos del presidente (tomando material prestado de Thoreau si hacía falta) e influyó enormemente en el New Deal, el programa contra los efectos de la Gran Depresión. Anderson puede rozar la comedia voluntaria o involuntaria, ayudada o perjudicada por la prótesis dental más intrusiva desde la lucida por Rami Malek como Freddie Mercury en 'Bohemian rhapsody'.

Ver en elegante acción a Pfeiffer, así como a los secundarios alcanzados por su radio de influencia (Aaron Eckhart, como Gerald Ford, o Dakota Fanning como su hija Susan), debe ser el principal atractivo de 'The First Lady'. Solamente eso. No se sabe si por pudor o falta de imaginación, Cooley parece haberse planteado su primera serie importante como una dramatización tímida de las páginas de Wikipedia de sus heroínas. Y en el apartado de la dirección, Susanne Bier pone un pulcro piloto automático en lugar de cultivar la intensidad dentada de 'The undoing', serie que, con todos sus defectos, era cualquier cosa salvo tediosa. En todo momento, la persistente banda sonora de Geoff Zanelli da instrucciones de cómo debería sentirse el espectador. Dos modalidades principales: 'inspirado' y 'conmovido'. En ninguna de ellas funciona.

Por momentos, los guionistas consiguen encontrar resonancias entre las vidas de estas mujeres distantes en el tiempo: véase la conexión entre el asesinato de Alberta King, madre de Martin Luther King Jr., y las amenazas que llevaron al Servicio Secreto a ofrecer protección a Barack Obama incluso antes del año de la elección. Pero en la mayoría de ocasiones, el trasiego de tiempos cruzados resulta más gratuito, dudoso resultado de la decisión de mezclar tres historias en lugar de contar (bien) tan solo una.

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