Psicología

Heridas traumáticas del pasado: ¿cómo sé si me están afectando?

Los eventos altamente estresantes dejan huellas permanentes

persona abatida

persona abatida / 123RF

Ángel Rull

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Las experiencias dolorosas y traumáticas que hemos vivido en el pasado pueden tener un impacto significativo en nuestra vida presente. Estas heridas emocionales pueden afectar a nuestra salud mental, emocional y relaciones interpersonales. A veces, no somos conscientes de cómo estas heridas nos están afectando, lo que dificulta el proceso de curación y recuperación. Pero ¿qué son las heridas traumáticas? ¿Cómo afectan a una persona y cómo podemos identificar si nos están afectando? Al comprender y reconocer estas heridas, podemos tomar medidas para sanar y encontrar la plenitud.

¿Qué son las heridas traumáticas?

Las heridas traumáticas son experiencias negativas extremas que pueden ocurrir en diferentes etapas de la vida, como la infancia, la adolescencia o incluso en la edad adulta. Estas experiencias pueden incluir abuso físico, emocional o sexual, violencia, pérdida de un ser querido, negligencia, accidentes graves, desastres naturales o cualquier otro evento traumático.

Cuando una persona experimenta una herida traumática, su sistema nervioso se ve abrumado y no puede procesar adecuadamente el evento. Esto puede provocar una respuesta de estrés crónico en el cuerpo y en la mente. Las heridas traumáticas no sanadas pueden persistir durante años y tener un impacto duradero en la vida de una persona.

¿Cómo afectan las heridas traumáticas a una persona?

Las heridas traumáticas pueden afectar a una persona de varias maneras. Pueden generar síntomas físicos, emocionales y cognitivos. Y, aunque la herida fuera causada mucho tiempo atrás, sigue influyendo de la misma forma y con la misma intensidad en el presente.

De esta manera pueden afectarnos las heridas traumáticas:

·       Trastornos de estrés postraumático (TEPT): las personas que han experimentado heridas traumáticas pueden desarrollar TEPT, un trastorno que se caracteriza por flashbacks, pesadillas, evitación de situaciones que les recuerdan el trauma, hipervigilancia y cambios en el estado de ánimo.

·       Depresión y ansiedad: las heridas traumáticas pueden desencadenar o contribuir a la aparición de depresión y ansiedad en una persona. Los sentimientos de tristeza, desesperanza, miedo y preocupación constante son comunes en aquellos que han experimentado traumas.

·       Problemas de confianza y relaciones interpersonales: las heridas traumáticas pueden socavar la confianza de una persona en los demás y dificultar la formación de relaciones saludables. Pueden generar miedo a ser dañado nuevamente y provocar distanciamiento emocional.

·       Autoestima y autoconcepto negativos: las heridas traumáticas pueden hacer que una persona se sienta sin valor, indigna o culpable. Pueden internalizar mensajes negativos y desarrollar una imagen negativa de sí mismos.

·       Comportamientos adictivos: algunas personas recurren a comportamientos adictivos, como el abuso de sustancias o la adicción al trabajo, como una forma de lidiar con el dolor emocional asociado a las heridas traumáticas.

·       Dificultades emocionales y regulación afectiva: las heridas traumáticas pueden dificultar la regulación de las emociones. Algunas personas pueden experimentar cambios de humor intensos, explosiones de ira o sentirse emocionalmente planas.

¿Cómo sé que me están afectando las heridas traumáticas del pasado?

Reconocer si las heridas traumáticas del pasado nos están afectando puede ser un desafío, ya que los síntomas pueden manifestarse de manera sutil o estar enterrados en nuestro subconsciente. Sin embargo, podemos dar con claves muy claras y concretas de que esto está ocurriendo.

Estas señales indican que las heridas traumáticas nos están influyendo en el momento presente:

1.     Flashbacks y recuerdos intrusivos: si experimentas recuerdos dolorosos del pasado que te asaltan sin previo aviso o te sientes como si estuvieras reviviendo el evento traumático, esto puede ser un signo de que las heridas pasadas te están afectando.

2.     Evitación de desencadenantes: si evitas situaciones, lugares o personas que te recuerdan el evento traumático, es posible que estés tratando de protegerte emocionalmente. La evitación constante puede ser una señal clara.

3.     Cambios en el estado de ánimo y en la energía: si te sientes constantemente triste, ansioso, enfadado o sin energía, es posible que las heridas pasadas estén influyendo en tu bienestar emocional y mental.

4.     Dificultades en las relaciones interpersonales: las dificultades para confiar en los demás, establecer límites saludables o mantener relaciones estables también es un síntoma claro.

5.     Autocrítica y baja autoestima: si te juzgas constantemente a ti mismo, te sientes sin valor o tienes una imagen negativa de ti mismo, también es probable que las heridas traumáticas te estén influyendo.

6.     Comportamientos autodestructivos: si recurres a comportamientos autodestructivos, como el abuso de sustancias, la automutilación o el aislamiento social, como una forma de hacer frente al dolor emocional, esto puede ser una señal clara de que las heridas traumáticas te están afectando en el momento presente.

Es importante recordar que cada persona puede experimentar los efectos de las heridas traumáticas de manera diferente. Pero, hay que tener en cuenta, que independientemente de este efecto, las heridas traumáticas del pasado tienen un impacto significativo en nuestra vida. Pueden afectar nuestra salud mental, emocional y nuestras relaciones interpersonales. Reconocer si estamos siendo afectados por estas heridas puede ser el primer paso para sanar y recuperarnos.

Las heridas traumáticas pueden manifestarse a través de síntomas físicos, emocionales y cognitivos. Como hemos visto, pueden desencadenar trastornos de estrés postraumático, depresión, ansiedad, problemas de confianza, baja autoestima, comportamientos adictivos y dificultades emocionales. Por eso, es tan importante identificar los síntomas, ya que es el primer paso para poderlo sanar.

* Ángel Rull, psicólogo.