'Places to be'

Descubre los nuevos bares de tapas de Barcelona

Son jóvenes, pero apuestan por platillos tradicionales. En los bares de tapas de 2024 se vuelven a comer garbanzos, albóndigas y capipota

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Platazos de la Bodega Borràs.

Platazos de la Bodega Borràs. / Instagram

Òscar Broc

Òscar Broc

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Así son los nuevos bares de tapas de la Barcelona actual. Son negocios recientes que apuestan por la tradición y formatos populares, y le hacen una peineta a fusiones marcianas, delirios 'street food' y maridajes canallitas. Son jóvenes, algunos tienen meses de vida, y en tiempos de cenas espectáculo y sushi con fresas, su apuesta por las tapas y platillos más tradicionales y reconocibles es una declaración de principios. En los bares de tapas de 2024 se vuelven a comer garbanzos, tortillas, fricandó, albóndigas y capipota. Para chuparse los dedos. 

1. Capipota y tortilla

Jóvenes ocultos

Uno de los mejores pinchos de tortilla de patata de Barcelona: el de Bar Bocata.

Uno de los mejores pinchos de tortilla de patata de Barcelona: el de Bar Bocata. / O. B.

Me encuentro con un muy equipo joven al volante del recién inaugurado Bar Bocata (Travessera de Gràcia, 86). Desde el minuto uno, veo que esta casa tiene las ideas claras y trabaja muy pero que muy bien. En la cocina a la vista, se montan platillos ‘nostrats’, tapas populares bien hechas (magnífica ensaladilla) y bocatas pecaminosos. El interiorismo neo-vintage tirando a minimalista, sin los excesos propios de los nuevos espacios pro Instagram, le da un gramo extra de respetabilidad a una propuesta ya de por sí destinada a triunfar. El Bocata se curra cada día uno de los mejores pinchos de tortilla de patata de Barcelona, pone a bailar unos garbanzos con butifarra y calamar que piden cuchara, capea las ansias del personal con alcachofas en salsa holandesa, y remata la parranda con un capipota con más colágeno que el Sephora. Divina juventud. 

Capipota de  Bar Bocata.

Capipota de Bar Bocata. / O. B.


2. Ángulo vivo

Tapas céntricas

Algunas tapas de La Esquina.

Algunas tapas de La Esquina. / .

La Esquina (Bergara, 2) comienza una nueva vida en uno de los ángulos más agradecidos del centro: Bergara-Pelayo. Desde tan privilegiada posición, la Esquina del futuro apuesta por el pasado. La tradición empapa una carta renovada con tapas incontestables en juego, como la ensaladilla o el espectacular croquetón 2.0, con glaseado de ave y una sabanita de atún en el lomo.

Qué bien entra la jugosísima tortilla de patatas con kokotxas al pil-pil: una nube de cremosidad. La carta lleva la firma de Alexis Peñalver (La Pubilla) y su influjo se nota en unas albóndigas con tiras de sepia espectaculares y un arroz de montaña henchido de sabor. Por si fuera poco, por las mañanas te puedes empujar unos buenos huevos fritos con jamón ibérico, panceta o chistorra, y los domingos tienen fórmula vermut. Para quedarse a vivir, oiga. 


3. Finura de barrio

Toque de Gràcia

Aunque responde a un formato híbrido muy actual, Fino Bar (Torrent de les Flors, 113) es un canto a lo de siempre. Lo de siempre bien hecho. En mayúsculas. Es un bar, un restaurante y una vermutería. Es un espacio vivo que busca su sitio en las alturas de Gràcia, y parece haberlo encontrado merced a una carta que arriesga lo justo y maneja platos reconocibles, algunos de ellos intensificados con pellizcos de autoría. Abrimos fuego con el chicharrón casero -tremebundo- y la ensaladilla -impecable-. La tostada con stracciatella ahumada y anchoa sabe a hitazo.  

El capipota se funde en tu lengua como un bombón porcino. La coca Inés Rosales con sobrasada de buey te gira el paladar como un calcetín. En la carta de líquidos, vinos naturales para que el barullo no decaiga. No consultarás ni una sola vez el maldito reloj del iPhone. 


4. Llorando en la limo

Barra y estrellas

Hay más movimiento que en West Side Story. El ruido blanco es una sinfonía de repiqueteo de platos, golpes de sartenes, tintineo de vasos y risotadas. Bienvenidos a Tangana (Riera de Sant Miquel, 19), un garitazo palpitante que hace honor a su nombre. Con solo un año de vida, este bar de tapas, platillos y platazos ya se ha granjeado gran prestigio y estima; siempre que paso por delante, está petado.

La fórmula es sencilla: cocina de mercado con producto de calidad y cero florituras. Tapas y platillos para compartir que se evaporan nada más llegar a la mesa. En la cocina abierta se ofician guisos de entidad, se pasan enormes piezas de pescado por la plancha, y se fríen piezas de campeonato como las croquetas de fricandó. La tortilla abierta de bacalao y el cabrito se suman a la fiesta. Husmeo en los platos fuera de carta y decido que volveré para probar los guisantes. Por cierto, que no falte la bomba rellena de crema de postre. No es una sugerencia, es una orden.


5. Viejo Poblenou

Nuevo clásico

Dicen que los espíritus del extinto bar La Tertulia moran los rincones del Bar Nuri (Rambla del Poblenou, 34), un espacio con dos años de vida que refuerza como pocos el tejido del Poblenou gracias a excelentes tapas, guisos catalanes y arroces a precios más que aceptables.

El grupo Familia Nuri vuelve a sus orígenes con este negocio enfocado al barrio, en el que también encontrarás pescado, marisco y carnes de calidad. Al lío: bravas picantes y sencillas, como a mí me gustan. Bien por esas croquetas de jamón ibérico. Hay lucha de tenedores para hacerse con el último cacho de tortilla de patatas y calçots. Y mascletá ensordecedora con el rey de la tarde, el arroz con butifarra, calçots, pollo y alioli de romesco. Lo disfrutarás como si fueras esteticién: grano a grano.  


6. Puntilla y aparte

Tapas en zona alta

¿Cómo no te vas a merecer un huevo frito con puntilla y patatas fritas después de estar ocho horas en una oficina decadente que huele a pies? En la consulta del doctor Rabbit’s (Ganduxer, 16) te recibirán con un muestrario de tapas y platillos que irán directos a tus centros de dolor y transformarán tus lamentos en gemidos de placer. Ni un año de vida y ya parece un veterano.

Me chifla la croqueta Forrest Gump, tanto por su nombre como por cremoso relleno de gambas. La ensaladilla y las bravas responden al reto del sabor. Los dados de solomillo parecen Marshmallows. Callos, fricandó, gamba roja al ajillo… Deja que la medicina del doctor Rabbit’s haga su magia. 


7. Raciones unidas

Servilletas manchadas

La tortilla con callos y 'capipota' del Colmado Wilmot.

La tortilla con callos y 'capipota' del Colmado Wilmot. / Ferran Nadeu

Se veía venir que el nuevo proyecto de Eugeni de Diego (Lombo) iba a convertirse en un éxito instantáneo. En Wilmot (Calvet, 28) te puedes hinchar a medias raciones de una calidad suprema, a precios bastante terrenos. En este colmado-restaurante-bar te pones la servilleta en la pechera y te sumerges en una corta lista de platillos reconfortantes con ADN catalán. Del fricandó a la tortilla con chistorra, de la rusa (una de mis preferidas de BCN) a las croquetas. Todo sale con música de trompetas celestiales de la cocina, la gente blande las rodajas de pan como si fueran katanas en busca de un plato con salsa. 


8. Más que tapas

Bodega moderna

La versión de la gilda, emplatada, del restaurante Borràs.

La versión de la gilda, emplatada, del restaurante Borràs. / Jordi Cotrina

Bodega, restaurante y refugio. Platos tradicionales de aquí y de la franja mediterránea. Clásicos del tapeo bodeguero elevados a categoría de platazos. Excelentes embutidos y quesos para surfear en tabla. En la Bodega Borràs (Casanova, 85) puedes darle a una gilda clásica o probar con la gilda de la casa, reconvertida en un platillo escandalosamente atractivo. O si eres un purista de los sabores, puedes jurar lealtad a sus anchoas preparadas a mano o a sus croquetas.

Si buscas un poco más de contundencia, te esperan el canelón, el lingote de rabo de toro y carnes al Josper o cualquiera de los arroces en lista. Y si necesitas remojar el interior de los carrillos con estilo, atento a su completísima carta de vinos catalanes. Además, tienen un menú del día a 18,50 extraordinario. No verás la hora de volver a casa. 

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