Radiografía de locales

'Moderneo', vermuts y resistencia: paseo por los garitos imprescindibles del Eixample de Barcelona

Selección de la zona más caliente del Eixample izquierdo, paraíso geométrico que hierve de bares modernos y animación nocturna      

Las coctelerías del disfrutón Eixample de Barcelona que no puedes perderte

El interior del restaurante La Suegra del Jardinero, en el Eixample de Barcelona.

El interior del restaurante La Suegra del Jardinero, en el Eixample de Barcelona. / Manu Mitru

Albert Fernández

Albert Fernández

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El Eixample tiene más dimensiones que las comunes. Comercios de toda la vida y vecinos que se saludan contrastan con hordas de turistas, el bullicio noctuno, locales fuera de órbita y pisos turísticos. Pero el barrio rebosa vida y alegría como nunca.

Su vasto universo de aceras irregulares y chaflanes caóticos rematado por ventanales y fachadas lustrosas resulta inexplorable a menos que lo reduzcamos a cuadrantes. Así que apliquemos una sencilla cuadrícula al barrio más geométrico, al estilo de los simplones planos de 'Star Wars'. Marcamos el límite superior bajo la Diagonal, resiguiendo la calle París. Nuestra línea imaginaria cierra en Balmes por un lado, Aragón en su parte inferior y encuentra su último vértice en la Modelo. El insistente 'blip, blip' que escuchas es acertado: en efecto, sobrevolamos en la zona más animada del Eixample izquierdo.

Ahora que conocemos el territorio preciado, se trata de que no nos lo arrebaten. Gocemos de estas angulosas calles antes de que sean todo hoteles de lujo, cañas a 3,50 € y rótulos gentrificadores. Propulsores al máximo, alcanzamos el hiperespacio Eixample.

1. 'Moderneo' diario

Ronda y selfi

Lo que solía ser una zona trabajadora con fincas respetables y locales sencillos se ha convertido en un gran despliegue de garitos a la última. Es así, el Eixample se ha emperifollado. Si el bolsillo da, la caña de las ocho se hace en virales refugios contra la vulgaridad como Torpedo Bar (Aribau, 143). Esta esquinita de ambiente chispeante y bocados de órdago nunca falta en una lista de bares bonitos. Su cosmoverso de paredes verdes, taburetes en rojo y negro, más coquetas butacas, se eleva a la enésima cuando pruebas delicias como la hamburguesa Patty Melt o el biquini de pastrami. Tardeo pizpireto garantizado.

No demasiado lejos se encuentra Bar Eixample (Córsega, 219). Luciendo el nombre del barrio sobre un luminoso rojo, este local de aires remozados genera un ambiente moderno pero auténtico. Puedes tomar unas cañas en su concurrida terraza, o emplatarte bien a gusto para probar su tortilla abierta con butifarra, la tabla de quesos, alguno de sus platos italianos o esas croquetas de parmesano. Lujo al alcance. Si cambiamos el rojo por el verde, damos con el muy chic La Suegra del Jardinero (Provença, 125). El primer bar botánico de la ciudad rebosa plantas y verdor. Un rincón frondoso donde triunfan las tapas vegetarianas, los cocktails de autor y sus vinos ecológicos.

Para un selfi viajero, Soda Bus (Aribau, 150). Un garito te recibe con un flamante autobús londinense fascina al más distraído. El bartender asoma por la ventanilla de tamaño vehículo, iluminado y repleto de botellas. Este restobar de reflejos carmesí remata su estética british con guitarras y estrellas del pop. La diversión llega con sus burgers, los cócteles de autor, y esos torneos de BeerPong con premio que organizan. Pero eso no es todo, porque este local comunica por su interior con Verne Barcelona (Aribau, 150 bis), que nos sumerge en el Nautilus de ‘20.000 leguas de viaje submarino’. Aquí cenas cocina de mercado, todo muy Meditarráneo, mientras sobre tu cabeza flotan medusas y se anudan los tentáculos del Kraken. Atípico y abisal.

Lo de Curtis Audiophile Cafe (Mallorca, 196) es un 'swipe right' de libro. Tuvimos flechazo inmediato con la propuesta melómana del primer 'listening bar' de Barcelona; enseguida nos sorprendió con su versatilidad como bar de cócteles, tienda de discos, cafetería y pequeño club selecto para actuaciones en vivo y sesiones de dj. Desde su apertura, este bar en alta fidelidad nos abre de orejas y provoca adicción a la aguja. Del vinilo.

El interior del Curtis Audiophile Cafe, en el Eixample de Barcelona.

El interior del Curtis Audiophile Cafe, en el Eixample de Barcelona. / Elisenda Pons

2. Cumbres del vermut

No sin mi tapa

Si hay algo que nos vuelve unívocamente a todos majaras sonrientes sin importar el barrio, eso es ver nuestro vasito con la oliva y la rodaja de naranja llenarse de ese licor dulzón que vuelve el aperitivo culmen pletórico a la semana. Hace tiempo que el vermuteo del Eixample izquierdo es terreno abonado para Senyor Vermut (Provença, 85). Su terraza y escalonado interior lucen siempre atiborrados de felices gentes que dan cuenta de vasos, pinchos y sus populares bravas mientras otros tantos arrugan la nariz esperando en la cola. Ponen cinta y todo.

Otra chaflán aventajado es el que domina Bodega Picarol (Valencia, 224), garito siempre atestado que va cambiando de manos pero conserva su aureola de vermutería de toda la vida. Puede relajar mucho un traguito y una tortilla de bacalao si acabas de salir de la cercana oficina de Hacienda. Asomados a su privilegiado ventanal se ven los IVAs de otra manera.

En el clásico Morro Fi (Consell de Cent, 171), primero de los cinco locales que atesoran ya estos maestros del vermut casero y las tapas adictivas, legiones de sedientos asedian su diminuta barra domingo a domingo. Que sí, ahora mismo probamos el vermut reserva con un poco de mojama y almendras, cómo no.

La Moderna Bodega (Enric Granados, 110) provoca un embrujo centenario. Es ver el estilizado rótulo de La Moderna sobre ese fondo de madera granate, enmarcado en sinuosas molduras de piedra, y algo se prende en el pecho. En el vidrio sobre la puerta todavía puede leerse el antiguo nombre del local, Bodega Esplugas. Una vez dentro, el flechazo se vuelve amor verdadero: te embobas contemplando la fila de barriles y las espléndidas baldosas modernistas. Esta encantadora bodega lleva un siglo hechizando al barrio a base de vermuts y aperitivos que van de conservas a tablas de quesos, ibéricos y curados catalanes. La propietaria y las afables camareras se encargan de que este lugar histórico mantenga su esencia de trato cercano adaptado a nuestros tiempos. Por eso el romance es eterno.

Imagen del interior de Senyor Vermut, coctelería del Eixample de Barcelona.

Imagen del interior de Senyor Vermut, coctelería del Eixample de Barcelona. / Albert Fernández

3. Oriental espacial

Blade Runner 2023

He visto cosas que no creeríais. Locales de 'sake' en llamas más allá del hombro de Muntaner. Vi rayos de fideo brillar en la oscuridad cerca de la puerta del Hospital Clínic. Todos esos momentos se perderían en el tiempo, si no fuera porque vengo a dejar testimonio de la llamativa proliferación de locales orientales con aires cyberpunk en este sector del Eixample. Puedes sentirte como Deckard comiendo sus fideos en sitios tan magnéticos como Modoki Funki Roll (Passatge de Batlló, 16), diminuto salón de luces chillonas perdido en un callejón. Te atrae a sus rollos y onirigazus cual rayo tractor. Frente del Mercado del Ninot, Suru Bar (Casanova, 134) sirve platos de la tierra, pero su estética a medio camino entre el bistró y la barra nipona te trasladan. Es plantarse frente a su espléndido mural, probar la broqueta 'yakitori', o contemplar los reflejos del chocolate con miso bajo su intrigante luz roja, y sentirte un proscrito androide japonés.

Con la fastuosa entrada de cine AH-UN Japanese BBQ & Sake Bar (Mallorca, 182) escuchas bandas sonoras de Vangelis, y la disparada imaginería de Melrose Dumpling House (Calabria, 204 Bis) te hace guardar un pacto secreto con el curri y el neón. Tantos puestos de 'sushi' y 'ramen', que los ejemplos se escurren como lágrimas en la lluvia. Solo pide tus 'gyozas' y trata de disimular esa cara de replicante que llevas.

4. La resistencia

De toda la vida

Mientras cambian los regímenes políticos y las constelaciones galácticas, siempre quedan aquellos viejos rebeldes que sobreviven a todos los reveses y avances del mundo. El Eixample muta, pero hay cosas que nunca cambian. Por eso no importan las modas, hay que romper una lanza para reivindicar aquellas clásicas granjas y los bares de nombre común, pongamos 'Petit Bar'. El Eixample sigue siento un túnel del tiempo donde resisten locales con una solera contumaz. Conmueven especialmente sitios como Bar Celler Montserrat (Viladomat, 223). Con su carismático rótulo más que 'vintage', ese escaparate abarrotado y la barra de aluminio de siempre, llevan más de medio siglo manteniendo una parroquia tranquila y leal. Se han convertido en un retazo de otra época, aún vivo, que nos hace abrazarnos a nosotros mismos.

Ahí sigue también la genuina Bodega Joan (Rosselló, 164), donde algunos nos tomamos los primeros cortados y otros vieron triunfar al Barça de Cruyff. Bien cerca, Restaurante Ponsa (Enric Granados, 89) y Restaurant Jockey (París, 205) siguen siendo apuestas seguras. Madera, mármol, buena carta y modales sobrios plantando cara al febril moderneo de la zona. Viejos, pero sublimes.

Aunque nadie se haga fotos con su vistoso cartel, Cerveseria DNI (Mallorca) seguirá siendo el 'freak' eterno de la zona: no tiene redes ni número de calle. Y para el banquete final, no dudes en esperar lo que haga falta y apretarte entre mesas en ese gallego arrebatador, O Retorno (Comte d'Urgell, 168), donde todo se hace a gritos. Frente a la invasión sutil de refinamientos ajenos, nada como agarrarse al mantel de papel, darle al turbio y chuparse los dedos con unas gambas a la plancha.

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