EL MUSEO IMAGINARIO
La calle de Petritxol, con aroma a "nostalgia bonita"
La coreógrafa Coco Comin celebra que esta vía mantenga la esencia de cuando estudiaba ballet en la academia que había en el número 1
Ferran Imedio
Periodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
Ferran Imedio
A Coco Comin se le ilumina la cara cuando habla de la calle de Petrixtol. "Es nostalgia absoluta, pero de la bonita porque he vivido del baile gracias a este rinconcito de Barcelona". ¿Y eso? Cada vez que pasa por este lugar, su memoria le lleva a su juventud, cuando estudiaba ballet en una diminuta academia ubicada en el número 1, a la que se subía por unas escaleras "de apenas 50 centímetros de anchura". La dirigía Joan Magrinyà, que fue primer bailarín del Liceu, además de coreógrafo del coliseo y catedrático de la sección de danza del Institut del Teatre. "El maestro de los que ahora somos maestros de danza", resume la coreógrafa.
Hasta allí llegaba ella andando desde su casa, en la calle de Londres, porque "antes la gente era muy pobre para pagarse el autobús". "La calle de Petritxol solo tiene 17 números y la 'aventura' comenzaba cuando girabas la calle de Portaferrissa y comenzabas a bajar. Las tiendas eran tu casa: compraba un gorro de baño en un sitio, encargaba las estampitas para la comunión en una casita que aún existe, entraba en la Sala Parés y me sentaba un rato en los sofás de terciopelo para mirar obras que me gustaban aunque no tenía ni idea de pintura...".
CHOCOLATE EN GRANJA DULCINEA
Al acabar las clases, Comin y sus compañeros de clase se echaban colonia porque no había duchas y desfilaban con sus elegantes andares -"se notaba que éramos bailarines, caminábamos muuuy bien"- hacia la Granja Dulcinea, donde tomaban un chocolate ("no podíamos vivir sin comerlo antes y después de las clases, y allí nos cuidabam muy bien"), o al Liceu. Magrinyà, que les daba entradas sin visibilidad en el último piso, la contrató como miembro del cuerpo de baile del coliseo. Dos años después ella montó su propia academia para investigar qué había más allá del ballet clásico.
Y así hasta hoy, pues sigue con Coco Comin Escola d'Arts Escèniques, que el 28 de junio monta un macroespectáculo gratuito en la sala Barts con sus más de 1.000 alumnos y una orquesta en directo, que abordarán 'Miss Saigón'. La coreógrafa no para porque el 31 de agosto se estrenará la comedia de Daniel Monzón 'Yucatán', con Luis Tosar, en la que ha ideado los bailes de esta película ambientada en un crucero donde se llevan a cabo timos.
"NO HA PERDIDO EL AROMA"
Volvamos a la calle de Petritxol. Comin celebra que apenas haya perdido su "aroma" pese a la presión turística. "La reconozco bastante, ya que conserva bastantes establecimientos de siempre, aunque está llena de turistas y antes estaba llena de bailarines. Eso sí, a veces sigue habiendo el característico olor de las alcantarillas del Gòtic. Por suerte, por la tarde huele a chocolate. No me siento extraña".
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