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Mata zombis al lado del futbolín

Llegan los salones recreativos 3.0. VR Zone es el primer centro de Barcelona que reúne realidad virtual, simuladores de conducción y juegos 'vintage'

Ana Sánchez

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«Tienes que matar zombis». Víctor te lo dice con el tono rutinario de 'The walking dead'. «Es fácil», promete mientras te facilita un arsenal: pistolas, granadas, metralletas tamaño Rambo. «Yo de ti me quitaría la cazadora», te aconseja. Terminarás sudando solo de apretar el gatillo mientras sueltas grititos a lo peli de terror de serie B. Seguramente estés muerto en cuestión de minutos, viendo cómo te caen chorretones de sangre por la cara en plan gore. Por suerte, aquí puedes resucitar más veces que Chanquete en TVE.

Esto es VR Zone (Consell de Cent, 481). Apenas lleva abierto dos meses. Es fácil de reconocer: es el que advierte en la puerta «Do not open [no abrir]. Zombis». En breve se rebautizará como eSports Center. «Es el primer centro de Barcelona que tiene realidad virtual y simulación», detalla Víctor. Es uno de los socios. Víctor Valenzuela, 34 años, solía ser mecánico de aviones, ahora habla de matar malos con la parsimonia de un superhéroe curtido.

«Vuelve el salón recreativo», asegura. Más que volver, se reinventa: ahora son salones recreativos 3.0. El suyo tiene 200 juegos de VR (iniciales de realidad virtual en inglés), cuatro simuladores de conducción (con asientos con movimiento), cafetería y zona 'vintage': dardosfutbolínbillar, en breve máquina de marcianitos. En un mes añadirán e-sports: esas competiciones de videojuegos ubicuas. Hace años que tienen ligas profesionales. «Arriba -adelanta Víctor- habilitaremos otra zona con PCs para que la gente pueda jugar».

De momento, hay dos «arenas VR», así las llaman, donde te puedes topar con más hecatombes que Bruce Willis en toda la saga de 'La jungla de cristal'. Son dos cuadriláteros delimitados por columnitas. En cada uno cuelgan del techo cuatro gafas HTC Vive. Pueden jugar ocho personas a la vez. «Si os tiran un hacha, agachaos», te advierte ahora Víctor antes de darte un arco virtual. Toca defender un castillo en plan Robin Hood. Al día siguiente podrás decir que tienes agujetas de disparar flechas a orcos y dragones.

CRUZAR RASCACIELOS SOBRE UNA TABLA

«También se puede ir a una feria -enumera Ferran-, dar un paseo por las profundidades marinas, hacer puntería contra robots y, próximamente, cruzar rascacielos sobre una tabla». Ferran Mirot es otro socio: tiene 33 años, un brazo tatuado con bocetos de Da Vinci y ningún reparo a soltarte entre cangrejos gigantes y tipos con pinta de asesino.

En cada arena hay una pantalla para jugadores pasivos: ves lo que se ve con las gafas. Aunque es más divertido mirar a los jugadores a pelo: gente moviéndose a lo Chiquito en plan '¿te das cuen?'. Siempre hay alguien grabándolos. Hay quien ha venido a jugar con gabardina. «Para probar las katanas [del juego de zombis] -explica Ferran- para imitar a algún personaje».

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Al otro lado están los simuladores de coches. Puedes conducir un bólido como en la peli 'Fast & Furious' o con problemillas a lo Fernando Alonso, depende de la pericia. Al lado hay tablones con los mejores tiempos. «Al cliente que hace el mejor de la semana le regalamos tiempo», explica Víctor. Así funcionan estos recreativos: con bonos de tiempo. 25 euros, una hora; hay descuentos al pasar de la segunda. También se puede probar solo una partida por 5 euros.

«Ya tenemos clientes asiduos que repiten casi cada semana», asegura Víctor. ¿Que qué es lo que engancha? «Es algo nuevo -responde Ferran-. Y más que jugar, es una nueva experiencia». Es cierto: ahora la realidad -la virtual- no supera la ficción. La calca.