Las cuentas catalanas

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El president de la Generalitat, Pere Aragonès, este miércoles en el Parlament.

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, este miércoles en el Parlament. / David Zorrakino / Europa Press

Quim Bertomeu

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Solo dos escaños. Esto es lo que le falta al president de la Generalitat, Pere Aragonès, para aprobar los presupuestos catalanes de este año. Esa es la distancia que le separa de tener cuentas y poder agotar la legislatura hasta el febrero de 2025, o no aprobarlas y complicarse lo que le queda de mandato. Ahora mismo tiene el apoyo de 66 diputados, los de ERC y los del PSC, y necesita llegar a los 68. En el Parlament ya constató el miércoles que se le está complicando la vía más factible que es la de convencer a los ocho parlamentarios de los Comuns. El desacuerdo sobre el Hard Rock es demasiado profundo. Si con los morados se convierte en imposible, a Aragonès le quedarán cuatro alternativas y ninguna de ellas es fácil.

Los dos diputados no adscritos

Da la casualidad que ahora mismo el Parlament tiene dos diputados no adscritos que serían suficientes para que Aragonès tuviera presupuestos. Son dos parlamentarios, Cristina Casol (ex de Junts) y Antonio Gallego (ex de Vox), que en su día se pelearon con sus respectivos partidos y que ya no se deben a ninguna disciplina de voto. El Govern no ha querido alimentar hasta ahora esta vía para lograr aprobar las cuentas, aunque se podría permitir buscar el apoyo de Casol, pero difícilmente podría entablar ninguna conversación con Gallego por su condición de exmiembro de un partido de extrema derecha. Aragonès fue partidario, desde el primer día, de forjar un cordón sanitario a Vox.

Imagen de archivo de la exdiputada de Junts Cristina Casol.

Imagen de archivo de la exdiputada de Junts Cristina Casol. / Nico Tomás / ACN

Pero la posibilidad de contar con Casol y Gallego se alimentó por si sola en el pleno sobre la sequía de hace dos semanas. Los dos apoyaron una resolución de ERC que defendía la necesidad de que la Cámara aprobara los presupuestos. No fue difícil darse cuenta, ya que se sientan de lado en el hemiciclo y en seguida causó sorpresa ver su voto favorable en el panel de votación.

Junts per Catalunya

Otra vía sería tratar de convencer a Junts que, con 32 diputados, es el tercer grupo del Parlament. En teoría, no debería ser imposible a tenor de los antecedentes. Mientras la Generalitat fue gobernada por el binomio Junts-ERC, aprobaron juntos las cuentas de 2020 y las de 2022. Desde el partido de Carles Puigdemont se dejan querer: aseguran que si Aragonès avala algunas de su propuesta clave, como la supresión del impuesto de sucesiones, podrían llegar a planteárselo. "Nosotros aquí estamos", dijo el miércoles en el hemiciclo su líder parlamentario, Albert Batet. Aragonès recogió el guante: "Estoy plenamente dispuesto". Se han citado este jueves para intentar un acuerdo.

El líder de Junts en el Parlament, Albert Batet, este miércoles.

El líder de Junts en el Parlament, Albert Batet, este miércoles. / Andreu Dalmau / Efe

Sin embargo, la realidad es muy diferente a este intercambio de buenas intenciones. Desde la ruptura del Govern, las relaciones están deterioradas. Además, el Govern se opone a retocar el impuesto de sucesiones y asegura que el plan de reducciones fiscales de Junts causaría un agujero de 1.200 millones en las arcas públicas.

La CUP

En este contexto de incertidumbre, Aragonès también debería poder recurrir a los nueve diputados de la CUP. No hace tanto, este mayo se cumplirán tres años, este partido votó a favor de la investidura del president. ¿Por qué no ahora repetir este apoyo con los presupuestos? El gran problema es que los anticapitalistas se presentan como antagónicos al PSC. Es decir, que si el Govern quiere los votos de la CUP, antes tiene que reconsiderar el pacto que ya tiene con los socialistas. "Lo primero que tendría que hacer es romper el acuerdo presupuestario con el PSC", dijo el martes la diputada Laia Estrada. Y claro, al president no le salen las cuentas. Sumar a nueve votos anticapitalistas para perder a 33 socialistas no tendrían ningún sentido. Pese a todo, Aragonès aún lo intentaba el miércoles: "Continuo tendiéndoles la mano porque este es un buen presupuesto y, si cuenta con su apoyo, aún será mejor".

Cuatro abstenciones

Hay una última vía, rocambolesca, pero no imposible: que el Govern logre cuatro abstenciones de algún grupo. Es decir, si Aragonès no consigue los dos votos a favor que tanto anhela, le valdría que cuatro diputados se abstuvieran. Con esto, el panel de votaciones reflejaría 66 'síes', 65 'noes' y 4 abstenciones, suficiente para tener presupuestos. Hay algún ejemplo en el pasado que le serviría. Por ejemplo, los presupuestos de 2020 aprobados en plena pandemia salieron adelante gracias a las abstenciones de los Comuns. Fue una forma de facilitar las cuentas a la vez de poder mantener un perfil crítico con el ejecutivo catalán. Aragonès era entonces el conseller de Economía. No le importaría revivirlo.

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