Las filas posconvergentes

La dirección de Junts explora un pacto con Madaula para evitar su expulsión tras denunciar acoso

El Parlament revisará el protocolo contra el acoso tras el 'caso Casol'

JxCat busca cohesionar a su grupo parlamentario

La diputada de Junts per Catalunya Aurora Madaula

La diputada de Junts per Catalunya Aurora Madaula / JOAN CORTADELLAS

Fidel Masreal

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Junts per Catalunya intenta evitar una nueva expulsión en sus filas. Tras la decisión de echar del grupo parlamentario a Cristina Casol, que denunció acoso por razón de género y conductas machistas en el partido, la dirección quiere evitar que suceda lo mismo con la otra diputada que denunció hechos parecidos, Aurora Madaula, quien además es integrante de la Mesa del Parlament y vicepresidenta de la formación.

Madaula ha proclamado abiertamente que en Junts se practica acoso machista y ha llevado su denuncia a los servicios de los que dispone la Cámara catalana que en breve concluirán su investigación y emitirán un informe firmado por una empresa externa encargada de supervisar estos casos siguiendo el protocolo interno. En el caso de Casol, la investigación se cerró sin poder acreditar que había sufrido el acoso que denunció, pero el informe sí constataba, tal como avanzó EL PERIÓDICO, que en Junts el machismo más cultural está "arraigado".

Las dos denuncias son la consecuencia de un clima interno, en especial en el grupo parlamentario, cada vez más tenso durante los últimos meses, en el que se entrecruzaron cuestiones personales con sectores ideológicos, filias y fobias. Por un lado, Casol y Madaula, sintiéndose maltratadas como mujeres y por pertenecer a un sector minoritario de la formación.

Madaula denunció los hechos, entre lágrimas, en el pleno de mujeres del Parlament, ya que el caso estalló porque había firmado una declaración institucional en apoyo a la activista andorrana por el aborto Vanesa Mendoza sin la aprobación de la cúpula posconvergente que, en cuanto tuvo conocimiento de ello, la obligó a echarse atrás. Casol también ha explicado públicamente lo que denunció, detallando gritos, menosprecio y comentarios sobre su forma de vestir. Además, 26 de los 32 diputados de Junts (ahora 31 tras la expulsión de Casol) la acusaron en una carta de usar el feminismo como ariete en el combate entre sectores internos enfrentados, casi irreconciliables. Ambas parlamentarias son afines a los postulados de Laura Borràs, presidenta de la formación. Borràs, con todo, pese a no votar a favor de la expulsión de Casol y lanzar avisos sobre las consecuencias de esa decisión, ha mantenido un tono bastante conciliador y neutral entre ambas facciones.

Decisiones hasta ahora inapelables

El secretario general, Jordi Turull, hasta ahora ha sido implacable frente a los paños calientes que ha querido aplicar Borràs. No solo ha negado las acusaciones y ha cuestionado el informe de la entidad Intress, por encargo del Parlament, sobre la situación de machismo y patriarcado en Junts, sino que se ha propuesto denunciar a esta entidad. Y tiró adelante la propuesta de expulsión de Casol, a la que acusa de haber dañado la imagen del partido. También quiere investigar las filtraciones internas respecto a esta situación, que Junts trata de mantener fuera del foco mediático.

Ahora, con esta misma discreción, existe una parte del partido decidida a buscar el acuerdo con Madaula para evitar otra expulsión. Pero no será nada fácil, según fuentes conocedoras de la situación. Por un lado, en el partido sigue existiendo un ánimo implacable contra Madaula como lo hubo contra Casol. Estos diputados se sentían atacados y sometidos a amenazas de que habría "consecuencias" cada vez que discrepaban de ellas. Muestran su hartazgo. Cabe recordar que la presidenta del Parlament, Anna Erra, de Junts, ha reclamado a Madaula que deje la Mesa de la Cámara, y quiere reconsiderar el funcionamiento del organismo de prevención y actuación contra el acoso.

"Hay cosas rotas"

Madaula, por su parte, acaba de recuperar su actividad política tras semanas de baja. Y, según las citadas fuentes, difícilmente aceptará lo que en el caso de Casol se exigió: que pida perdón por haber dañado al partido. Al contrario, la diputada y dirigente de Junts querría que fuera la dirección la que cesara los ataques hacia ella.

Las diferentes reuniones en las que se abordó la cuestión interna generaron duros intercambios verbales y constataciones como que "hay cosas rotas en el grupo, hay filias y fobias, pero nos hemos puesto a trabajar". La incógnita es si este "ponerse a trabajar" puede incluir o no una reconciliación con Madaula que evite que el partido pase de 32 a 30 diputados y vea como su actual vicepresidenta denuncia -como es previsible- que ha sido marginada por denunciar el machismo en las filas.

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