Crisis migratoria

Vuelos con escala en Barcelona: los intentos de los migrantes irregulares que la Policía detecta en El Prat

El Gobierno trata de taponar la inmigración irregular aeroportuaria cribando viajeros en los consulados

Multimedia: 333 leguas de viaje en cayuco

Varias personas esperan sentadas frente a un avión aparcado en la pista del aeropuerto de El Prat

Varias personas esperan sentadas frente a un avión aparcado en la pista del aeropuerto de El Prat / David Zorrakino - Europa Press

Juan José Fernández

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Desde la declaración de la pandemia de covid hasta ahora, los agentes de control de vuelos y de extranjería de la Policía Nacional han podido identificar hasta cinco rutas combinadas con escala en Barcelona que han sido o están siendo utilizadas por inmigrantes para tratar de entrar en España de forma irregular, de la misma forma que hacen en el aeropuerto de Madrid.

La travesía más reciente en la que se han detectado prácticas de extranjeros para tratar de entrar sin control obliga a vigilar vuelos que unen aeropuertos de Marruecos con el de Bucarest (Rumanía), previa parada en Barcelona, relatan fuentes policiales.

La situación en El Prat no se acerca en gravedad a la de Barajas, donde el hacinamiento de solicitantes de asilo ha trascendido este mes de enero mostrando otra cara trágica de la crisis migratoria, pero Barcelona es también escenario de intentos de viajeros, mayoritariamente africanos huyendo de la miseria, de sortear las restricciones a la inmigración aprovechando la escala aérea, el hecho de pisar territorio español al estar en tránsito.

Rutas largas

La primera de las rutas neutralizadas unía de una forma ilógica Argel con Nador. Un trayecto de apenas 600 kilómetros que podía hacerse entre la capital argelina y la ciudad marroquí sin apartarse de la costa africana se montaba pasando por Barcelona, un rodeo de 500 kilómetros de línea recta al norte y 800 más de bajada.

En 2021, pasado el confinamiento por el covid, retomada la actividad aeroportuaria y tras numerosos casos de argelinos y subsaharianos de esa travesía aprovechando la escala en Barcelona para tratar de eludir controles o de pedir protección internacional -y también tras advertencias a las líneas aéreas implicadas- aquella ruta Argel-Nador dejó de tener a Barcelona como escala.

Otras dos combinaciones de trayectos aéreos que han dado trabajo a la Policía en El Prat llevaban personas desde Argelia con destino a Moscú, o también desde aeropouertos del Magreb hasta San Petersburgo… siempre con parada previa en el Josep Tarradellas.

Parecida forma de tratar de entrar en Europa se ha apreciado durante 2023, relatan las fuentes policiales, en grupos de personas de nacionalidad boliviana. Salían de La Paz con viaje concertado a otros destinos a países que no exigen visa, pero interrumpían su trayecto en la escala barcelonesa.

Últimamente los operarios de Ryanair en Barcelona han advertido de intentos de ciudadanos albaneses que quieren emigrar a Gran Bretaña y aprovechan el tránsito en territorio español alterando su documentación o cambiándola según sus necesidades.

Calma en las salas

El Prat no registra la casuística de Barajas, pues no es un aeropuerto que albergue tantas escalas intercontinentales como el madrileño. Actualmente, en las llamadas “salas de asilo” del Josep Tarradellas hay una decena de viajeros a los que se instruye expediente, contra 450 que llegó a haber en enero en Madrid, donde actualmente quedan 270 personas. Hay además en Barcelona una “sala de retornos”, en la que están alojados migrantes a los que se ha rechazado por no reunir los requisitos para entrar en España y esperan vuelo de regreso. Esta semana no superan la veintena.

No se han registrado altercados entre esos grupos de personas; las alteraciones del orden se dan en otros puntos del aeropuerto. La Policía se ve obligada a intensificar su vigilancia en pasillos y salas de tránsito, o incluso a pie de avión, para prevenir fugas de grupos de migrantes como la que tuvo lugar en la pista el 7 de diciembre de 2022.

En ocasiones han sido aprovechadas “brechas de seguridad”, relatan las fuentes consultadas. Es el caso de puertas que algún trabajador de la terminal se deja abierta -con o sin dolo en ese despiste-, o incluso el corto espacio de tiempo en que una puerta automática tarda en cerrarse tras el paso de un empleado autorizado.

Otros viajeros simulan haber perdido su vuelo de enlace, y tratan de convencer al personal de seguridad de que les dejen acceder a la zona abierta del aeropuerto para comprar otro billete. Una vez ahí, salen del aeropuerto.

Papeles falsos

La desesperación por quedarse en suelo europeo lleva a no pocos de los que se quedan bloqueados en la zona internacional de El Prat a intentar deshacerse de su documentación para que los policías no puedan saber de dónde proceden y entorpecer así la repatriación. Por eso, hace ya tiempo que los policías de control de vuelos escanean los documentos y tarjetas de embarque de los pasajeros que hacen tránsito, con el fin de contar con un rastro documental si intentan quedarse irregularmente.

La escala en territorio español no es solo una oportunidad para intentar obtener asilo, también lo es para contactar con mafias de la inmigración irregular. En octubre pasado, la Policía Nacional desmontó una trama de trabajadores del aeropuerto de El Prat que facilitaban huecos para salir del aeropuerto y documentación falsa.

En las terminales de Barcelona también se han detectado, a veces previo aviso de las propias compañías aéreas, a viajeros que llegan en posesión de documentos falsificados que han obtenido en el punto de origen o bien haciendo una escala en Italia, uno de los países europeos con mayor mercado de papeles falsos.

Los candidatos a buscar otra vida en Europa que vienen mejor preparados traen una doble documentación: su pasaporte legal para pasar el control de seguridad, y uno falso para mostrar en el momento del embarque.

“Los aeropuertos son la principal vía de entrada de la inmigración irregular, así que no es nada extraño que te encuentres mil y una formas de intentar entrar en España”, explica un veterano de las labores de vigilancia en Barajas. La vigilancia durante la actual crisis migratoria se ha hecho aún más compleja, al tiempo que en Barcelona se complica un problema de plantilla. Como Catalunya es uno de los destinos menos deseados por los agentes de Policía Nacional, la rotación es muy alta. En El Prat, cada dos años dos centenares de policías cambian de destino y vienen otros nuevos. Las mafias de la inmigración irregular tardan mucho menos en alternar rutas y trucos que una nueva plantilla policial en aprendérselos.

Novedades en Madrid

Los encargados de los embarques de senegaleses en territorio marroquí (Casablanca o Agadir) han comenzado a colaborar con las autoridades españolas incluso nueve días antes de que entre en vigor la imposición de una nueva visa de tránsito decidida por el Gobierno para los viajeros de aquella nacionalidad. Ha bajado mucho la afluencia a las terminales de Madrid de senegaleses procedentes del aeropuerto marroquí de Casablanca, indican fuentes policiales. Para una línea aérea, llevar hasta una escala en Madrid a un viajero extranjero sin visa de tránsito le puede suponer una multa de 8.000 euros y la obligación de pagarle el viaje de regreso.

Una nueva nacionalidad parece estar sustituyendo a los senegaleses en la petición de protección internacional al hacer escala en Madrid: viajeros procedentes de Mauritania, detectados por el grupo de Rechazos de la Policía en Barajas. Esta semana van contadas 72 llegadas, ante las que el Sindicato Unificado de Policía (SUP) ha exigido públicamente que se imponga también en esta ruta la exigencia de visado de tránsito, y que esa exigencia se extienda a todos los países del área subsahariana, para "erradicar este problema, que deja en situación de vulnerabilidad a estas personas, con deudas que después tienen que pagar a las mafias y que alimenta las redes de inmigración ilegal", dice la central sindical en un comunicado.

La denuncia del SUP señala a la Royal Air Maroc como la aerolínea utilizada -de nuevo- en un trayecto que, con escala en Madrid, supuestamente termina en El Salvador. Los agentes del SUP prevén que El Salvador, por presión de Estados Unidos, exigirá paulatinamente tasas más altas, superiores a los 1.200 euros. Es una carga muy grande para un inmigrante empobrecido.

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