Apuntes políticos de la semana

El independentismo afronta su año más difícil desde el final del 'procés'

Así están las encuestas de las elecciones en Catalunya

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Jose Rico

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Poco antes de cambiar de año, la expresidenta del Parlament Carme Forcadell diagnosticaba la patología y recetaba la medicina en una entrevista en 'Diario de Mallorca': "Puede que se haya perdido confianza en los partidos y eso ha hecho que no vayan a votar, pero el sentimiento independentista continúa estando muy vigente. Hay un cierto desencanto y la gente está más desilusionada, pero está ahí. En cuanto vean un objetivo claro y alcanzable, volverán a salir". Forcadell, una de las líderes del 'procés' que pasó por la cárcel, fue indultada y sigue inhabilitada a la espera de la ley de amnistía, ponía el dedo en la llaga en los albores de un 2024 que se perfila como el año más complicado para el independentismo desde el fracaso del 'procés'. Podría llegar a ser un año electoral si Pere Aragonès opta por adelantar unos meses los comicios previstos para febrero de 2025. Pero aunque apure los plazos, el soberanismo encara con viento racheado en las encuestas 12 meses determinantes para renovar sus relatos, sus objetivos y, quizá también, sus liderazgos.

El relato del pragmatismo

El relato independentista cambió de un plumazo cuando ERC abrazó la vía del diálogo y la negociación. Junts, descolocado, se resistió a aceptar el fracaso del unilateralismo, se aferró a la bandera del "mandato del 1-O" y se fue del Govern para poder defenderla sin ataduras. Todo viró de nuevo cuando las elecciones generales brindaron a JxCat el botón nuclear que puede hacer caer a Pedro Sánchez en cualquier momento. El patrón posconvergente de toda la legislatura puede ser el que estamos viendo con los primeros decretos del Gobierno: hacer sudar tinta al PSOE para sacar adelante cada votación. En la Moncloa asumen que así será con los Presupuestos, pero creen que a Junts no le conviene romper puentes tan pronto.

Entre otras cosas, porque la agenda política de 2024 estará cargada de reuniones entre socialistas e independentistas: JxCat ya se ha visto con el PSOE en Ginebra (con el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez como "verificador") y lo mismo hará ERC, mientras que Sánchez prevé reunirse con Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, por separado, una vez se apruebe la ley de amnistía. Además, en este primer trimestre se reactivará la mesa de diálogo entre Generalitat y Gobierno. El éxito o fracaso de estos contactos conformarán el relato con el que Esquerra y Junts se enfrentarán en las autonómicas después de encadenar tres elecciones perdiendo apoyos y con victorias del PSC.

El objetivo imposible del referéndum

El referéndum pactado sería el "objetivo claro y alcanzable" del que habla Forcadell, al menos para ERC. Pero la gestión del día a día puede opacar este debate. Tras haber pactado en diciembre con Aragonès el traspaso de la gestión del ingreso mínimo vital, el centro tecnológico de producción de chips y la ley de plurilingüismo, Sánchez emplazó al independentismo a aparcar su propuesta "de máximos" sobre un referéndum y tendió la mano para pactar mejoras en el autogobierno, entre ellas el traspaso de Rodalies y un nuevo sistema de financiación, que ERC y Junts quieren que tenga un carácter "singular" para Catalunya.

La negociación simultánea de los presupuestos del Estado y de la Generalitat también invita a avanzar por derroteros más bien sociales y económicos que autodeterministas. Junts es clave para las cuentas de Sánchez, pero no para las de Aragonès, que aspira a reeditar la alianza con el PSC y los Comuns. Estos quieren negociar, pero, al estar ya en modo preelectoral, se lo quieren poner más difícil que el año pasado. Los intereses cruzados serán cruciales porque Sánchez sí los necesita a todos, algo que ERC ya se ha encargado de recordarle a un Salvador Illa que, para sentarse a negociar, exige al Govern que cumpla primero lo acordado en infraestructuras como la B-40, el Hard Rock o el aeropuerto del Prat.

Y todo esto mientras Aragonès se enfrenta a su mayor desafío de gestión: el combate de la sequía. Este mes se prevé que llueva aún menos de lo normal en Catalunya, por lo que el Govern asume que la declaración de emergencia está al caer y se afana en evitar la impopular medida de los cortes de agua en los hogares.

Liderazgos en el aire

La ley de amnistía se espera para primavera, pero los previsibles recursos judiciales y al TC podrían retrasar su aplicación y, en consecuencia, el regreso de Puigdemont y el resto de huidos. Ello puede condicionar los carteles electorales independentistas para las europeas del 9 de junio y las catalanas, todos en el aire ahora mismo. Puigdemont puede presentarse a las europeas, pero no a las catalanas si no ha sido amnistiado, de ahí que Junts baraje ya nombres como los de Jordi Turull, Josep Rull y Jaume Giró. Junqueras difícilmente podrá concurrir a las europeas y repetir el duelo (que perdió en 2019) con Puigdemont, pero podría llegar a tiempo de presentarse a las autonómicas. Claro que para eso tendría que desplazar a Aragonès tras haber logrado agotar la legislatura con la mayoría más precaria de la historia. Por ahora, ninguno de los dos se confirma ni se descarta del todo.

Sea quien sea, deberá enfrentarse con Illa, indiscutido en el PSC tras ganar tres elecciones y encabezar todas las encuestas de la legislatura. Empieza el año con 3,6 puntos y 4 escaños de ventaja sobre una ERC que, no obstante, apenas sufre desgaste por la gestión del Govern y le ha recortado medio punto en el último año. En cambio, Junts sería la fuerza que más retrocedería en el hemiciclo, aunque también ha recuperado medio punto. A un año (o menos) para las elecciones, el independentismo está en 68 escaños, al filo de perder la mayoría parlamentaria y dejar paso a alianzas impensables desde hace 12 años.

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