Una extraña relación

Catalunya acapara los focos del Senado: del 155 a la visita exprés de Aragonès

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Aragonès defiende la amnistía en el Senado

Aragonès defiende la amnistía en el Senado / DAVID CASTRO

Miguel Ángel Rodríguez

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El Senado vivió el jueves uno de sus días grandes. No suelen ser muchos. Con el sambenito colgando de ser una Cámara de segunda lectura, muchas veces vista como innecesaria, logró la atención que normalmente la política le otorga a su niña bonita, el Congreso. La clave fue, una vez más, su carácter territorial. Y Catalunya. Sobre todo, Catalunya. Choques aparte entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el último año -fue algo coyuntural- la Cámara Alta ha vivido sus momentos de mayor bullicio y tensión a cuenta del conflicto catalán.

La convocatoria forzada por el PP de la Comisión General de Comunidades Autónomas -uno de los órganos más relevantes del Senado y menos utilizado- para debatir de la amnistía ya era lo bastante suculenta para que este jueves se desplazara toda la atención a la Cámara alta. Lo remató la asistencia exprés de Pere Aragonès. Desde el 2010, ningún 'president' de la Generalitat se había paseado por los pasillos del Senado para asistir a esta comisión. El último fue el socialista José Montilla. Acorde a este interés, casi una decena de cámaras de televisión pulularon por los pasillos a la caza del 'president', de cualquiera gesto o palabra.

No es de extrañar. En plenas negociaciones con Sánchez de cara a la investidura, el dirigente de ERC acudió a la Cámara alta para dar la batalla a los presidentes autonómicos del PP, explicar sus exigencias para apoyar a Sánchez y defender la amnistía y el referéndum. Entre los conservadores hubo más de uno que le agradeció su presencia y aplaudió su voluntad de comparecer en la Cámara territorial.

Leyes y promesas

No obstante, este protagonismo del asunto catalán no es nuevo. El pasado diciembre el Senado también logró copar titulares y minutos de radio y televisión. El asunto resultó ser menos gratificante que la cita del jueves. Durante la tramitación de la ley para derogar el delito de sedición y reformar el de malversación -un gesto de Sánchez para allanar la aprobación de los últimos Presupuestos Generales del Estado-, el Tribunal Constitucional adoptó la decisión de paralizar dos disposiciones de la norma, tras un recurso presentado por el PP, para desbloquear la renovación de este mismo órgano. Días después, la Cámara alta dio el 'sí' definitivo a la supresión de la sedición. Otra vez, el Senado en el foco.

Si uno quiere, puede incluso retrotraerse a mayo de 2019, tras las primeras elecciones generales celebradas aquel año, y comparar la repercusión de la sesión constitutiva del Senado en aquel momento con la ocurrida en el agosto pasado. Diferencias entre ambas situaciones hay muchas, pero una de ellas es clave: el 'exconseller' de Acció Exterior, Relacions Institucionals i Transparència Raül Romeva llegó a la Cámara alta custodiado por la Guardia Civil para prometer su cargo, del que después fue suspendido.

Aun así, el momento de mayor relevancia del Senado, no solo de los últimos tiempos, sino de la historia democrática, se produjo el 27 de octubre de 2017 cuando hizo uso de una de las dos competencias exclusivas de las que goza: la aprobación del artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía de Catalunya. Aquel día, la Cámara fue un hervidero de políticos y periodistas que comentaban en corrillos lo que estaba ocurriendo en el pleno y, además, tenían un ojo puesto en la reacción del Parlament. Aquel día empezó la extraña relación entre la fama del Senado y Catalunya.

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