La futura coalición

PSOE y Sumar ya exploran el reparto de ministerios: Díaz reclama cuatro carteras, entre ellas Sanidad

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Pedro Sánche

Pedro Sánche / DAVID CASTRO

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Lo primero que hizo Pedro Sánchez tras las elecciones de noviembre de 2019 fue llamar a Pablo Iglesias. El líder del PSOE quiso amarrar cuanto antes la coalición con Unidas Podemos, incluido el programa de Gobierno, y dejar para más tarde los pactos con los aliados parlamentarios. Ahora, cuatro años después, el enfoque es el opuesto. Los socialistas se encuentran volcados en obtener el apoyo a la investidura de Sánchez de los independentistas y nacionalistas vascos y catalanes, mientras el formato del próximo Ejecutivo se encuentra en un segundo plano. Pero con los colaboradores del presidente en funciones viendo cada vez más cerca la investidura, que confían en que se produzca durante el mes de octubre, ya han comenzado las primeras conversaciones sobre qué ministerios dirigirá el PSOE y cuáles Sumar, la formación que lidera Yolanda Díaz

Fuentes de ambos partidos coinciden en dónde se encuentra situada la discusión ahora mismo. Si bien los equipos negociadores no han entrado extensamente la materia del reparto ministerial, el socio minoritario sí ha trasladado a los socialistas una propuesta, por la que ha planteado ostentar cuatro ministerios. 

En el actual Gobierno, ahora en funciones, Unidas Podemos tiene cinco carteras. Pero hay dos circunstancias que juegan en contra de que Sumar mantenga esa cifra. Por un lado, obtuvo en las recientes elecciones generales 31 escaños, cuatro menos de los que logró hace cuatro años la candidatura encabezada entonces por Iglesias. Pero sobre todo pesará la reducción de la cifra de ministerios en el próximo Ejecutivo. Serán, en principio, menos que los 22 actuales. 

Sumar busca mantener en su poder el Ministerio de Trabajo, con la propia Díaz al frente, y las dos alas del Gobierno dan por hecho que Sánchez aceptará sin problemas esta petición. También se asume en ambas partes que conservarán Derechos Sociales, ahora dirigido por Ione Belarra, de Podemos, y donde la líder de Sumar quiere situar de ministro a Nacho Álvarez, actual secretario de Estado del mismo departamento. En el partido de Yolanda Díaz, a consultas de este medio, aseguran que se están centrando los esfuerzos en el acuerdo sobre el programa, mientras que no dan por iniciadas las negociaciones sobre el organigrama de Gobierno.

El retorno de Igualdad

Más dificultades existirán a la hora de conservar Igualdad, ahora liderado por Irene Montero, que no repetirá como ministra pese a las presiones de Podemos para situar a su principal referente. Los socialistas ya han advertido que quieren que esta cartera vuelva a sus manos, y Díaz no descarta dar esta batalla, aunque dependerá de cómo quede el reparto del resto del organigrama de Gobierno. 

Sumar se ha mostrado interesado en disponer de dos materias más: ha pedido al PSOE que Sanidad y Vivienda estén bajo su paraguas, por ser dos materias especialmente sensibles para dos de sus principales aliados, como son Más Madrid y los comunes. Los socialistas, en una negociación todavía incipiente, no descartan por completo ceder la primera de estas dos carteras a su socio minoritario. 

El puesto estaría hecho a la medida de Mónica García, líder de la oposición a Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid. La dirigente de Más Madrid ha mostrado interés en dirigir este área, después del apoyo total que ha brindado a Díaz desde su lanzamiento en solitario. Este respaldo no se vio correspondido en el reparto de puestos en el Congreso, donde quedaron sin portavocía propia frente a otras fuerzas como Compromís o los comunes. Una carencia que ahora quieren ver compensada en el Consejo de Ministros. 

Sanidad es un ministerio con escasas competencias, porque la mayoría están transferidas a las comunidades, y salvo en casos extraordinarios como la pandemia de covid, suele estar alejada del foco. El departamento puede conllevar un alto desgaste, al tener en contra a la mayoría de territorios. Tras las elecciones autonómicas del pasado 28 de mayo, que trajeron consigo un enorme vuelco de poder, el PP gobierna en 11 de las 17 comunidades, así como en Ceuta y Melilla. El próximo ministro, si hay Gobierno de izquierdas, no tendrá ante sí una gestión sencilla.

Reticencias en Vivienda

Los colaboradores de Sánchez se muestran mucho más reticentes a la hora de ceder competencias en materia de Vivienda, que en la actualidad se encuentra dentro del Ministerio de Transportes, y que Díaz aspira a elevar a la categoría de ministerio para que esté liderado por Ada Colau, que durante su etapa en la Alcaldía de Barcelona dio especial importancia a esta materia. El destino final de la edil y su entrada o no en el Gobierno irá en paralelo al desenlace del Gobierno local de Barcelona, donde Jaume Collboni podría dar entrada a los comunes. 

En Sumar no son ingenuos respecto a las dudas del PSOE a ceder en Vivienda. Se trata de una materia muy sensible, con importantísimas consecuencias económicas y que provocó en la pasada legislatura continuos roces con Unidas Podemos, hasta la aprobación de la primera ley integral. De ahí que el socio minoritario de Gobierno priorice el contenido -Vivienda- sobre el continente -el hecho de que sea un ministerio-, y se abra también a que puedan tener estas competencias mediante una secretaría de Estado. 

Sumar ha propuesto poner en práctica una fórmula mixta de Gobierno, ya empleada en la Comunitat Valenciana antes del 28M, con cargos de distinto color conviviendo en un mismo ministerio. En este sentido se enmarca también otra de sus peticiones, la de gestionar el área de Descarbonización Industrial. La coalición que lidera Díaz quiere tener peso en la lucha contra el cambio climático. Se trata, sin embargo, de una carpeta que depende del Ministerio de Transición Ecológica, dirigido por Teresa Ribera, la vicepresidenta tercera, quien cuenta con enormes posibilidades de seguir en su puesto en el nuevo Ejecutivo, si finalmente echa a andar. Así que Descarbonización Industrial podría ser una Secretaría de Estado, pero el movimiento implicaría que hubiera departamentos mixtos. Los socialistas, de momento, descartan esta posibilidad. 

La discusión del programa

Y en paralelo discurre la negociación programática, con los ejes de actuación del próximo Ejecutivo. Sumar ya se ha quejado de que estas conversaciones van más lentas de lo que deberían. Esta semana se han reactivado los contactos en esta materia, después de semanas prácticamente congelados, y ya existen algunos puntos de encuentro. “Lo hemos dejado para lo último, priorizando la negociación con los nacionalistas e independentistas, porque el acuerdo con Díaz es mucho más sencillo”, contestan en el PSOE. 

En Sumar temen que esta cronología les reste poder negociador, y que los tiempos estrechen su margen después de que los socialistas hayan acordado con el resto de fuerzas. La obsesión en las filas de Díaz pasa ahora por lograr un acuerdo ambicioso y en conseguir la mayor concreción posible para poder exigir después el cumplimiento de los puntos. 

En 2019, el documento de coalición recogía con detalle una serie de propuestas, y el riesgo para Sumar es en esta ocasión la falta de concreción, convencidos de que el PSOE buscará compromisos abstractos que no supongan una atadura, como sucedió en la anterior legislatura. El reto para Díaz consistirá precisamente en intentar revertir este extremo.

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