El PDECat, la breve historia de una apuesta fallida

Así nació el partido heredero de Convergència

La formación ha perdido la batalla interna con Puigdemont

Artur Mas (en el centro), con una urna, arropado por miembros del PDECat en Montblanc, ayer.

Artur Mas (en el centro), con una urna, arropado por miembros del PDECat en Montblanc, ayer.

Fidel Masreal

Fidel Masreal

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El PDECat fue un partido que ya nació con mal pie y una herencia enveneada y probablemente acabará muriendo de inanición absoluta tan solo siete años después de ser creado como un antídoto a la corrupción y el desgaste de la marca Convergència. Marca que el PDECat ha usado en estos últimos comicios como intento a la desesperada de seguir vivo y de representar a ese espacio de centro derecha nacionaslita catalán que, dicen, sigue huérfano de partido.

Las bases del PDECat decidirán seguramente disolver la formación en una reunión el próximo mes de septiembre. Es lo que pronostica dirigentes de la formación. No es un pronóstico difícil de llevar a cabo a la vista de los hechos: el partido fracasó en las elecciones catalanas y en las españolas, en las que incluso fue superado por el partido animalista.

"Espero que haya pocas dudas, hemos intentado lo que teníamos que intentar, no solo no ha salido bien sino mal las dos veces y el partido es insostenible económicamente", resume un cargo respecto a la situación. Inapelable. Otra persona implicada en la última operación electoral admite que era una "última opción" que sólo tenía sentido porque el partido tenía los derechos electorales -es decir, al tener diputados en Madrid tenía derecho a espacios mediáticos de propaganda electoral- pero si no hubiera sido por ello ni se habría intentado esta última operación.

De la situación económica el partido no da detalles pero personas conocedoras del mismo creen que a penas deben quedar algunas personas trabajando como autónomas para el PDECat. Ahora el peso del partido se reduce a 200 concejales y algun represntante en consejos comarcales.

Una vida caótica

En solo 7 años el PDECat ha vivido una zozobra constante, fruto de un problema de origen: quiso seguir representando al espacio de Convergència pero con un liderazgo, Puigdemont, que no creía en ello y que estaba en posiciones muy alejadas en el terreno soberanista. Quien debía haber pilotado la operación y aunado sensibilidades, el 'expresident' Artur Mas, dejó barra libre y el congreso fundacional fue un caos. Hubo conflicto incluso en el nombre que debía tener la formación. Y la dirección elegida, con Marta Pascal y David Bonvehí, fue una bofetada a los nombres de toda la vida como Jordi Turull.

A ello hay que añadir que Puigdemont deshizo desde dentro la estructura del partido para ponerla al servicio de su propio proyecto, que fue Junts y que se escindió del PDECat, llevándose la marca de Junts y a la gran mayoría de cargos, dirigentes y militantes. Antes de esa estocada final, el PDECat ha sufrido otras visicitudes, como la creación de La Crida por parte de Puigdemont (un movimiento efímero que trató sin éxito de aunar a todo el independentismo) o las operaciones internas como la del partido Centrem, liderado por la 'exconsellera' Àngels Chacón, que fracasó estrepitosamente y dejó la política.

Por su esto fuera poco, las decisiones internas han sido tormentosas. Puigdemont liquidó políticamente a Pascal y purgó las listas de las elecciones generales para expulsar a nombres vinculados a la antigua Convergència, como Carles Campuzano o Jordi Xuclà. Además, las desavenencias entre Puigdemont y el que era su partido no paraban de crecer, con choques frontales como la decisión de votar a favor de la moción de censura a Mariano Rajoy -que el 'expresident' rechazaba- o gobernar con el PSC en la Diputación de Barcelona.

Sucesivas crisis internas

La decisión de Puigdemont de crear otro partido y llevarse consigo a buena parte de la estructura fue la estocada final. Llevaba meses actuando al margen de las consignas de Bonvehí. Con todo, los que todavía fueron fieles al PDECat sostenían que existe un espacio político huérfano de representación. En espacios todavía más marginales se han situado operaciones como la de Pascal con el PNC, el 'exconseller' Gordó con Convergents u otras marcas como Lliures.

Esta hamalgama ha fracasado a la hora de ser la heredera de Convergència por varios motivos. Uno, la falta de un liderazgo fuerte que aune al espacio. Dos, que la fuerza de Puigdemont es superior a las inercias posconvergentes. Tres, que CDC tampoco genera hoy ilusión como referente por sus casos de corrupción y porque se situaba en un espacio de centro derecha más templado del soberanismo, lo cual hoy no es sinónimo de ocupar el centro del tablero político catalán.

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