Suministro de gas garantizado, aunque con dudas sobre la revisión de precios

La rectificación de Argelia da un respiro al desgaste del Gobierno

El Ejecutivo muestra su "satisfacción" con la "marcha atrás" de Argel, posible gracias al apoyo de la UE a España y al "trabajo discreto y efectivo" de Albares

La respuesta del país magrebí remata otra semana negra, en la que la coalición acumula más obstáculos y erosión, antes de un 19-J que se prevé negativo

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, tras su reunión con el vicepresidente comunitario Valdis Dombrovskis, este 10 de junio de 2022 en Bruselas.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, tras su reunión con el vicepresidente comunitario Valdis Dombrovskis, este 10 de junio de 2022 en Bruselas. / EFE / STEPHANIE LECOCQ

Juanma Romero

Juanma Romero

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Cada semana es un viacrucis para el Ejecutivo. Una carrera de "obstáculos" extenuante, como consignan en el Grupo Socialista, encargado de recabar los apoyos para cada proyecto del Gobierno. Se solapan las dificultades para sacar adelante las iniciativas —no hay derrotas, pero cuesta evitarlas— con el ruido constante en la coalición, más el cerco de la derecha y el distanciamiento de los socios. Y ahora se suman las malas expectativas del PSOE en las elecciones andaluzas del 19 de junio. Y ahora, también, la crisis con Argelia. Pero el choque se vio enderezado, para alivio de la Moncloa, al final del viernes, cuando el país africano rectificó tras la amenaza de represalias por parte de la Unión Europea, que cerró filas con España y cuya presión fue definitiva.

"Esto no tiene precio. Yo me animo porque hago cosas que me gustan en mi ministerio... pero tela", comenta con resignación un miembro del Gabinete de Pedro Sánchez. Una sensación de abatimiento y de frustración que comparten ministros de PSOE y Unidas Podemos, y que se extiende a sus compañeros diputados, que observan con preocupación cómo no "cala" la gestión "transformadora" del Ejecutivo, cómo acumula una enorme erosión día tras día, cómo "no lucen" las medidas que van siendo aprobadas y que "impactan" en la vida de los ciudadanos.

Esta última semana proporcionaba más ejemplos de esa impotencia. El martes, la división de socialistas y morados en el Congreso a cuenta de la prostitución y del impuesto a las grandes fortunas. El miércoles, el visto bueno definitivo de Bruselas al tope al gas —varias semanas después de lo calculado por la Moncloa— quedaba opacado por el doble movimiento de Argelia: la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación (de 2002) y el anuncio de la congelación de las operaciones comerciales con España. Maniobra que llegaba tras una nueva comparecencia del presidente por el giro en el Sáhara que le visualizó otra vez sin más apoyos que los de su grupo. El jueves, con la crisis con Argel aún en carne viva, el Gobierno sufría para aprobar el dictamen de la ley de planes de pensiones.

Bruselas advirtió de que el corte comercial podría "violar el Acuerdo de Asociación UE-Argelia" de 2005 y daría lugar a un "trato discriminatorio de un Estado miembro de la UE"

El carrusel de malas noticias, que se agregaban a una lista interminable en una legislatura marcada por la pandemia, primero, y la guerra de Ucrania, después, se detenía no obstante el viernes. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, canceló su viaje previsto a Los Ángeles, a la Cumbre de las Américas, para volar de urgencia a Bruselas y conseguir allí presión extra sobre Argel.

El jefe de la diplomacia logró ese respaldo tras reunirse con el vicepresidente de la Comisión y responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis. El comisario y el alto representante de la UE, Josep Borrell, avalaron en un comunicado [aquí en PDF] la posición del Gobierno: el paso dado por Argel produce a la UE "máxima preocupación" y advirtió de que las instrucciones para bloquear la relación comercial con España "a primera vista parecen violar el Acuerdo de Asociación UE-Argelia" de 2005 y daría lugar a un "trato discriminatorio de un Estado miembro de la UE". Bruselas recordaba al país norteafricano que la política comercial es "competencia exclusiva" de los Veintisiete y que la Unión estaba dispuesta a "hacer frente a cualquier tipo de medidas coercitivas aplicadas contra un Estado miembro".

Segundo proveedor, tras EEUU

La amenaza de represalias surtió efecto. Poco después, la misión de Argelia en la capital comunitaria acusó a la UE de actuar con "precipitación" en su apoyo a España, negó que hubiera existido una congelación de los lazos comerciales y garantizó el suministro del gas pese a la suspensión del tratado bilateral (los contratos a largo plazo no caducan hasta 2032), aunque el comunicado dejaba esta coda: "Corresponde a la empresas comerciales interesadas a asumir todos sus compromisos contractuales".

En la Moncloa no ocultaban su indignación hacia Feijóo por pedir que Sánchez acuda al Congreso: su actitud es, dicen, "irresponsable y desleal"

Era un aviso a los compradores de gas argelino, principalmente Naturgy: tendrán que aceptar esa previsible revisión de los precios al alza que negocian con Sonatrach, la empresa pública del país del sector de los hidrocarburos. Argelia es el segundo suministrador de gas de España en lo que va de 2022 (proporciona el 25,3% del total, según datos de Enagás), por detrás de EEUU (35,4%) y por delante de Nigeria (14,6%) o Catar (2,4%). Madrid intenta diversificar las fuentes proveedoras de hidrocarburos y es poco dependiente de Rusia (7,4%).

Desde Exteriores expresaban su "satisfacción" y resaltaban el "importante logro de Albares", el "ejemplo de la fuerza de España en la UE, que logra un respaldo potente de la Comisión" y que provoca la "rectificación del Gobierno argelino". "Exitazo rotundo, producto del trabajo discreto, sin ruido y efectivo" del Ejecutivo, abundaban en el equipo de Sánchez, donde trasladaban el respaldo y la confianza hacia el ministro Albares.

No obstante, la crisis no está cerrada. Ni mucho menos, porque el embajador en Madrid no ha regresado y Argel se guarda la carta de subir los precios de suministro. De ahí que exista el temor a que un encarecimiento no haga rentable la compra. "La negociación de precios lleva meses abierta y es entre empresas. En esta ocasión, Argelia puede jugar a subir los precios a la vista de lo jaleados que están aquí por grupos políticos y medios", asegura una ministra que veía "desproporcionada" la primera respuesta de Argel.

En la Moncloa no ocultaban su indignación con el PP de Alberto Núñez Feijóo, por pedir la comparecencia del líder socialista en el Congreso para que dé cuentas de la crisis con Argelia y su "nefasta" política exterior. Para el Gobierno, el dirigente gallego "ha quedado como un irresponsable y un desleal". Y elaboran la siguiente conclusión: "Si la UE está alineada con España, el PP es igual a Rusia y Argelia".

"Miedo al colapso en cualquier momento"

Porque, como advierte una ministra, el desafío de Argel hay que leerlo en el contexto del nuevo orden mundial que se ha abierto con la invasión de Ucrania: Moscú quiere afianzar aliados, expandir su fuerza por África. Y eso explica la reunión, el mes pasado, del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, y la entrevista de este, este pasado jueves, con el mandatario venezolano, Nicolás Maduro. En definitiva, que la "escalada" del país magrebí obedecía a intereses geopolíticos, por mucho que utilizara como "pretexto" la comparecencia de Sánchez del miércoles por la mañana, en la que ratificó su apoyo a la propuesta autonomista marroquí sobre el Sáhara y hacía un "balance positivo" del viraje.

"Hay acumulación de buenas políticas y acumulación de muchas dificultades, y las segundas generan mucho ruido", observa un diputado del PSOE; "estamos transformando el país a pesar del ruido", alegan en la Moncloa

Tras la "marcha atrás" de Argel, el presidente salvaba la última bola de esta semana, pero no por ello se evaporaba en el Ejecutivo esa sensación de vivir al borde del abismo. El "horror" por la asfixia constante. Ese "miedo al colapso en cualquier momento", como lo define un ministro morado. El Gobierno, repiten los dos socios, no se va a romper, pero los obstáculos se sobreponen. "Hay acumulación de buenas políticas y acumulación de muchas dificultades, y las segundas generan mucho ruido", resume un diputado socialista. "Llevamos tiempo en el filo de la navaja —indica otro—. No creo que podamos hablar de pesimismo generalizado. Esta semana hemos sido capaces de conseguir la excepción ibérica. Otra cosa es que los temas van muy rápido y cada semana tenemos uno nuevo".

En la Moncloa y en el Grupo Socialista subrayan la importancia de las medidas aprobadas, y citan, como últimos ejemplos, de esta misma semana, la ley de planes de pensiones, la ratificación del convenio de la OIT que beneficiará a las trabajadoras domésticas, la eliminación del voto rogado por el Congreso por consenso de todos los grupos, la presentación del PERTE aeronáutico o el plan contra la obesidad infantil. "Estamos transformando el país a pesar del ruido", destacan en el equipo de Sánchez.

"Tenemos la tranquilidad de que las medidas le lucen a la gente a la que las destinamos, pero obviamente vaya legislatura… No es posible otro escenario con esta oposición. No hay lealtad ni siquiera en temas transcendentales", agregan desde la dirección parlamentaria. Una ministra se rebela contra la "ola instalada para desprestigiar al Ejecutivo, y es injusto, porque hace muchísimas cosas". Y cada iniciativa, completa un alto mando del partido, "se trabaja intensamente, aunque las negociaciones son complejas", y lo serán cada vez más, advierte, al acercarse el fin de legislatura, para el que queda año y medio. Respecto al comportamiento de Unidas Podemos, en el PSOE remarcan la seria advertencia que les hizo Sánchez el miércoles: "Lo que desmoviliza a la izquierda es que nos afanemos en algunas ocasiones, más de lo debido, en subrayar las diferencias y no las alianzas a favor de esas conquistas sociales".

Un 98% más de peticiones de voto por correo el 19-J

La mirada sombría se justifica por el previsible mal desempeño de la izquierda en las elecciones del 19-J. Aunque en el PSOE andaluz y en Ferraz sí se detecta una mayor movilización de las bases y un mejor clima, también se reconoce la dificultad de librar una batalla dura, "con todo en contra", en medio de una campaña mortecina en la que no ha habido sobresaltos y en la que el presidente de la Junta y candidato a la reelección, Juanma Moreno, pretende llegar a las urnas en volandas. En el partido admiten que a su cabeza de cartel, Juan Espadas, le falta "mordida" para atacar al líder regional del PP, pero añaden que forma parte de su estilo. Los socialistas aspiran al menos a resistir, a tener un resultado similar al que obtuvo Susana Díaz en 2018 (33 escaños) o mejorarlo ligeramente, y se admiten esperanzados al ver incrementarse un 98% las solicitudes de voto por correo (hasta las 176.598). Caer por debajo de la barrera psicológica de los 30 diputados hundiría a Espadas y el ánimo de la formación.

Los socialistas aspiran al menos a resistir, a tener un resultado similar al de 2018 (33 escaños) o mejorarlo ligeramente

La duda que persiste es qué pasará a partir del 19-J si se confirma el fiasco. Como avanzaba este diario, la sensación de que hará falta "un revulsivo", un "golpe de timón", quizá un cambio en el Gobierno, persiste y está muy instalada. Pero en el núcleo duro de Sánchez, en la Moncloa y en Ferraz, insisten en que no se preparan remodelaciones en el Ejecutivo, en que no hay ni atisbo del más mínimo runrún.

La respuesta solo se conocerá una vez se escruten los votos. Quizá quepa un golpe de efecto de los que se precia Sánchez de dar. O no haya nada. Pero si los resultados son malos, la olla del PSOE volverá a bullir como un intento, al menos, de escapar de una peligrosa espiral que le puede sacar de la Moncloa, como ya anticipan algunas encuestas. En el partido no hay aún alarma, se cree que se ganarán las autonómicas y municipales de 2023 y tal vez las generales, aunque esos pronósticos pueden cambiar en apenas una semana.

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