El endiablado tablero político

5 consecuencias políticas de tener o no tener presupuestos

La aprobación o el fracaso del doble pulso por las cuentas impactará de lleno, para bien o para mal, en el tablero político

GRAFCAT9382. BARCELONA, 09/11/2021.- El conseller de Economía, Jaume Giró (d), entrega el proyecto de presupuestos para 2022 a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, después de haberlo aprobado en la reunión semanal del Govern, unas cuentas que el ejecutivo que lidera Pere Aragonès quiere sacar adelante con el apoyo de la CUP. EFE/Quique García

GRAFCAT9382. BARCELONA, 09/11/2021.- El conseller de Economía, Jaume Giró (d), entrega el proyecto de presupuestos para 2022 a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, después de haberlo aprobado en la reunión semanal del Govern, unas cuentas que el ejecutivo que lidera Pere Aragonès quiere sacar adelante con el apoyo de la CUP. EFE/Quique García / EFE/Quique García

Gemma Robles
Jose Rico
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El próximo mes y medio será determinante para saber si los gobiernos central y catalán consiguen aprobar sus respectivos proyectos de presupuestos. Mientras ERC mantiene en vilo al Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos, la CUP hace lo propio con la coalición de Esquerra y Junts. El desenlace de ambos pulsos impactará de lleno, para bien o para mal, en el achacoso tablero político, además de tener un sinfín de efectos a nivel económico.

Estas serían cinco consecuencias políticas que tendrían la aprobación o el fracaso de la doble negociación presupuestaria.

Reconstrucción económica

Si unos u otros presupuestos fracasan, la llegada de los fondos europeos de reconstrucción podría peligrar y complicaría la remontada cuando aún no se ve toda la luz al final del túnel del covid. La mitad de los 40.000 millones en inversiones que prevé el Gobierno y el 40% del aumento de gasto que estima la Generalitat se apoyan en Europa. Tras la debacle histórica del 10,8% el año pasado, la UE acaba de recortar la previsión para este año al 4,6%, lo que aleja recuperar el nivel prepandemia al menos hasta 2023. Las estimaciones de los distintos organismos y servicios de estudios públicos y privados se mueven entre los niveles del 5% y el 7% este año, y entre el 5,2% y más del 8% el ejercicio próximo.

Estabilidad política

Las cuentas son siempre el reto más importante de un gobierno porque le da al menos un año de oxígeno. En este caso, la aprobación de los presupuestos serviría para reforzar la estabilidad de dos coaliciones muy acostumbradas a la tensión interna entre socios. De esta manera, Sánchez y Aragonès podrían centrar las energías de sus gobiernos en discusiones de gestión y en poner en marcha normas y reformas estructurales que son cruciales para Catalunya y España.

Financiación autonómica

El blindaje de los recursos públicos será determinante para afrontar otro debate pendiente, muy complejo y que podrían no cerrarse esta legislatura: la reforma del sistema de financiación autonómica. Tener presupuestos, estabilidad y fondos europeos garantizados para los próximos meses asegura algo de tiempo y solvencia para facilitar el encaje de bolillos de contentar a todas las comunidades en el reparto del pastel. La Generalitat, de momento, se borra del debate.

Mesa de diálogo

Los equipos de Sánchez y Aragonès trabajan con el objetivo de volver a reunir la mesa de diálogo en enero, pero la negociación técnica avanza con discreción, así como el toma y daca en la Comisión Bilateral. Con ambos presupuestos en el zurrón, los dos presidentes pueden encarar con más expectativas un foro del que Aragonès necesita sacar algún rédito para poner contra la espada y la pared a Junts, y con el que Sánchez quiere convencer de que su apuesta valió la pena.

Horizonte electoral

Aunque 2022 es ahora mismo un año de transición electoral (solo tocan comicios en Andalucía), las continuas convulsiones en el tablero político pueden acentuarse si la falta de presupuestos agrava la inestabilidad de los gobiernos. Pasar el examen de las cuentas dejaría las manos más libres a los partidos para enfocar el crucial 2023, en el que se encadenarán elecciones municipales, autonómicas y generales. Un horizonte que complicará la forja de alianzas a medio plazo.