Hacia el 4-M
La crispación sin límites de Vox da un vuelco a la campaña en Madrid
Los partidos de izquierda aseguran que la retórica incendiaria del partido ultra despertará al electorado progresista
El PP minimiza el impacto movilizador del episodio y espera captar al votante asustado con la embestida de Monasterio
Juan Ruiz Sierra
Juan Ruiz SierraPeriodista
Pilar Santos
Pilar SantosPeriodista
Miguel Ángel Rodríguez
Miguel Ángel RodríguezPeriodista político, especializado en la información parlamentaria del Congreso y el Senado
Juanma Romero
Juanma RomeroPeriodista
Madrid, 1981. Redactor de Política de 'El Periódico' desde agosto de 2020. Antes, en 'El Confidencial', 'infoLibre', RTVE, 'Público', Telemadrid e 'Interviú'.
Parecía un debate de trámite. Isabel Díaz Ayuso, la gran favorita para retener la Comunidad de Madrid en las elecciones del 4 de mayo, no participaba, desluciendo la cita. Pero al final, lo ocurrido este viernes por la mañana en la SER puede ser determinante, dando un vuelco a toda la campaña. Un vuelco acorde con estos comicios, de verbo tremebundo, enormemente crispados, con dos bloques enfrentados a cara de perro sin el más mínimo puente entre sí. Vox, un partido que se expone a perder apoyos ante el empuje de la candidata del PP, llevó más lejos que nunca su retórica incendiaria, alentando por el camino las expectativas de la izquierda, que ven en lo ocurrido un punto de inflexión, la palanca con la que despertar a su apático electorado.
La aspirante ultra, Rocío Monasterio, evitó rechazar las amenazas de muerte -Santiago Abascal llegó a tacharlas de "montaje"-, a través de cartas con varias balas en su interior, que el día anterior habían recibido el cabeza de cartel de Podemos, Pablo Iglesias; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. Nada más comenzar, Iglesias anunció que si Monasterio no las condenaba, él abandonaría el debate. La dirigente de Vox no solo no lo hizo, sino que con su actitud altanera propició el desenlace. “Si usted es tan valiente, levántese y lárguese”, le dijo.
La aspirante de la formación de ultraderecha no condena las amenazas de muerte a Iglesias
Iglesias se fue, denunciando a la carrera el “blanqueamiento” de Vox en los medios. Los candidatos del PSOE y Más Madrid, Ángel Gabilondo y Mónica García, en cambio, tardaron en reaccionar. Siguieron debatiendo con Monasterio y Edmundo Bal (Cs) durante más de media hora, pero pasada la pausa publicitaria, momento en el que aprovecharon para consultar con sus respectivos equipos, anunciaron que también abandonaban el espacio radiofónico.
Un nuevo cordón a la extrema derecha
La campaña está rota. Ya no habrá más debates. Quedaban dos por celebrar la próxima semana, en TVE y La Sexta (ambos sin la presencia de Ayuso, que quiere arriesgar lo mínimo), pero han sido cancelados después de que los tres partidos progresistas dejaran claro tras la cita en la SER que no participarían en ellos si Vox estaba presente. El nivel emocional de estas elecciones, ya de entrada muy alto, se elevó aún más, insuflando esperanzas al bloque de izquierdas, a remolque en todas las encuestas, salvo las del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), las que más claramente han dado opciones de gobernar a las tres formaciones progresistas.
A grandes rasgos, las tesis del PSOE, Más Madrid y Podemos, que es quien más tiene que ganar con este episodio al ser su candidato el protagonista, resultan coincidentes. El altercado puede activar a sus potenciales votantes, al quedar plasmado el “peligro para la democracia” que supone Vox, con muchas papeletas para terminar gobernando con Ayuso, algo a lo que la presidenta autonómica ha abierto la puerta.
Tras un comienzo tímido, con fuertes críticas internas en el caso del PSOE, la izquierda está despertando. El debate del pasado miércoles en Telemadrid, en el que la presidenta en funciones se vio acorralada por los pésimos datos de la pandemia en la comunidad, la encuesta del CIS al día siguiente, que reflejaba un empate técnico entre bloques, y la crispación sin límites impulsada por Vox han devuelto el optimismo a los equipos de Gabilondo, García e Iglesias, cada vez más unidos. Ahora, a diferencia de hace unas semanas, casi no se arañan entre sí, conscientes de que están en el mismo barco.
"Los tres salimos beneficiados: Pablo, porque es el protagonista; Mónica, porque ya estaba reforzándose, y Ángel, porque es la alternativa a Ayuso como presidente", indican fuentes socialistas, que insisten en que este choque polarizará aún más la campaña, no dejará hueco a Cs y podría dejar en casa a los votantes conservadores moderados. En el equipo de Gabilondo apuntan que lo ocurrido en la SER "vuelve a poner la foto de Colón, pero el dúo PP-Vox, en primer plano", una imagen que impulsó a Pedro Sánchez en las generales del 28-A de 2019.
"La campaña se eleva de categoría: se reduce a 'vota odio o vota democracia', no hay otra. Está en juego la misma democracia", y en esa disyuntiva incidirán el candidato, el presidente del Gobierno y la voz coral de ministros y altos cargos socialistas que no dejarán de desplegarse de aquí al 4-M. Este mismo viernes, Gabilondo compartió mitin con Marlaska e Isabel Celaá en Carabanchel, barrio obrero del suroeste de la capital. "Hoy todos somos Fernando [Grande-Marlaska], María [Gámez] y Pablo [Iglesias]", proclamó el candidato. Para el PSOE, pues, hay partido, y cree que el "punto de inflexión" alcanzado se convertirá en un "potente incentivador del voto de la izquierda".
En el entorno de García coinciden en que la actitud de Vox movilizará a la izquierda, pero no quieren caer en el juego ultra y, sostienen, seguirán centrados en la presidenta de Madrid: "El problema fundamental es Ayuso". Iglesias, a última hora de la tarde, ya pidió desde Villaverde frenar a la ultraderecha en las urnas.
"La campaña se eleva de categoría: se reduce a 'vota odio o vota democracia', no hay otra. Está en juego la misma democracia", dicen en el PSOE
En el PP, mientras tanto, se felicitan por no haber participado en más debates, porque así su candidata no se ha visto salpicada por un episodio que, anticipan los conservadores, servirá para atraer a simpatizantes del partido ultra, espantados por la virulencia de la campaña de Monasterio. En su equipo se alegran, además, de que ese episodio ocurriera mientras Ayuso participaba junto a Felipe VI en un acto con motivo del Día del Libro en Alcalá de Henares. "Ella estaba representando a España y alejada de semejante follón", afirma un alto cargo del Gobierno autonómico.
Los de Ayuso admiten que este choque movilizará a la izquierda aunque creen que con un impacto menor que los tres partidos progresistas esperan, porque "después de 40 días de precampaña no es tan fácil agitar al electorado". Y también consideran que la decisión de Vox de reventar el debate y facilitar esa reacción del líder de Podemos responde a un objetivo "a medio plazo": "Acabar con Pablo Casado". Según esta tesis, Monasterio ganará el 4-M seguro. Si Ayuso la necesita para su investidura, porque facilitará un Gobierno "de derechas" y, si suman las izquierdas, porque Casado "estará dañado de muerte".
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