EL PRESIDENTE SE REIVINDICA FRENTE A SUS CONTRARIOS

Sánchez intenta sofocar las críticas con un golpe de autoridad

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la reunión de la ejecutiva del PSOE de este 16 de noviembre de 2020, en Ferraz.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la reunión de la ejecutiva del PSOE de este 16 de noviembre de 2020, en Ferraz. / periodico

Juanma Romero

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Se veía venir que esta vez no iba a ser como las anteriores. La salida en cascada de barones y dirigentes históricos del PSOE —el primero, el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, y el último, el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra—, todos ellos verbalizando su malestar por el acercamiento a Bildu para los Presupuestos Generales del Estado de 2021, había cabreado sobremanera a Ferraz. Mucho más que en otras ocasiones en las que se habían vertido críticas contra Pedro Sánchez.

Esta vez, el presidente no lo quiso dejar pasar. Y mandó lo que algunos miembros de la dirección decodificaron como un "aviso a navegantes". Un puñetazo en la mesa. Un golpe de autoridad. Se quejó de que algunos líderes territoriales lancen sus críticas a través de los medios, cuando podían canalizarlo en privado, una actitud que entiende "desleal". Fue durante la reunión de la ejecutiva federal del PSOE de este lunes, tras la cual la cúpula mandó otro mensaje de consumo interno, para intentar aplacar la incomodidad: con Bildu no ha habido "pacto", ha sido la formación aberzale la que ha decidido prestar sus votos para tumbar la enmienda de totalidad de los Presupuestos. 

El presidente se muestra molesto por que se aireen las divergencias: "Todos tienen mi teléfono"

El día arrancó con unas declaraciones durísimas de Guerra en TVE: la entente con los de Arnaldo Otegi es "absolutamente despreciable", muchos socialistas tienen un "nudo en la garganta" porque querrían gritar "con Bildu no", dijo. Luego siguió la cita en Ferraz.

Sánchez hilvanó primero un discurso más plano. Pero después tomaron la palabra varios miembros de su equipo, para cerrar filas con él y pedir que cese el ruido interno, y también Fernández Vara, que insistió en que pretende "ayudar" al Gobierno y en que algunos acuerdos "no se entienden en todos los territorios". El presidente entonces sí entró a la cuestión. Expresó su contrariedad por ver en los medios de nuevo las críticas internas, una "deslealtad" para él, según relataron fuentes presentes en la reunión. "Todos tienen mi teléfono", dijo, recordando que siempre está disponible. Pero en el partido siempre ha circulado, desde que asumió las riendas de Ferraz, que el líder no ha cuidado la comunicación con sus dirigentes territoriales. 

"Solidez" y "potencia" de la intervención

El secretario general se quejó de tener que soportar críticas de algunos barones —al presidente castellanomanchego Emiliano García-Page y al aragonés Javier Lambán se sumó esta vez Vara, y ahí la novedad—, que "sufren con los éxitos del partido". Una forma de advertir que con sus palabras le arruinaron un triunfo objetivo: la victoria, por 198 votos a 150, del primer trámite de los PGE, y con ello dieron vuelo a la derecha. "No debo de ser del PSOE de siempre, pero siempre soy del PSOE", remachó, aludiendo a quienes claman contra él por haber destruido las esencias del partido. Además, y en otro gesto de determinación, aseguró que le queda mucho tiempo de secretario general y de presidente.  En suma, que no atenderá el fuego amigo. "Va como una moto", glosaba uno de los integrantes de la dirección, como prueba de su "determinación" y "seguridad". 

"¿Cómo se nos puede pedir lealtad sin informarnos antes? Eso es acatamiento", dice un mando regional

Sánchez hablaba "dolido" o "visiblemente molesto" para algunos, "resignado, ya acostumbrado a las críticas", para otros. Se despachó "muy tranquilo, muy serio y muy firme", "muy sereno", en opinión de distintos dirigentes. No fue producto de un calentón —"él no es de esos, va macerando las cosas"—, sino una reflexión "deliberada", que los suyos automáticamente celebraron: fue una réplica, coincidieron, "muy potente", "sólida".

También había sido muy aplaudido el exlendakari Patxi López, por su defensa de la estrategia y por la "indecencia e inmoralidad" del PP, al utilizar esta cuestión para atacar al Ejecutivo cuando su hoy portavoz en el Senado, Javier Maroto, no puso reparos a entenderse con los de Otegi cuando era alcalde de Vitoria (2011-2015). López también recordó que la izquierda aberzale siempre ha "buscado el protagonismo" —y "si no lo consigue por sus medios, le beneficia cuando los demás estamos enredando con ello"— y enfatizó que en los territorios hay que hacer "pedagogía", explicarlo a los votantes. 

Tras la ejecutiva, el número tres, José Luis Ábalos, insistió una y otra vez en que no hay "ningún pacto" con Bildu", ni "ninguna voluntad de hacer sociedad" con ellos. "Lo que ha habido es una actitud de un grupo que no se ha sumado a las enmiendas de totalidad", explicó. Ni siquiera, añadió, hay "garantía" de que las cuentas vayan a salir con su apoyo. Con sus palabras, la dirección buscaba relajar los ánimos y distanciarse de la ostentación que del anunciado 'sí' de los aberzales a los PGE había hecho Pablo Iglesias. De hecho, Ábalos no hizo suyas las palabras del jefe de los morados: este es un "Gobierno serio" que no entra a valorar las "consideraciones del socio de Gobierno", y ellos "se expresan como creen conveniente" de acuerdo a su proyecto. Es decir, que lo dicho por Iglesias representaba a su formación, no al Ejecutivo en su totalidad. 

La polémica "escenografía" de Iglesias

Ese fue uno de los puntos comentados por Vara. Le molestó la "escenografía" del vicepresidente segundo y persistió en su argumento de que una entente con Bildu no se entiende en algunas partes de España. Sánchez respondió afirmando que todas las federaciones socialistas y todos los militantes del partido tienen el "mismo compromiso democrático, independientemente de donde residan". El presidente recalcó que ETA acabó hace prácticamente diez años, y que la prioridad era y es sacar adelante los PGE. No quedaba otra que tender puentes con otras formaciones dado que el PP no ha querido ayudar, justificó. "Si no es el malo ERC, lo es Bildu y si no el PNV. Dijo que esa es una crítica muy fácil de hacer y que no iba a valorarla", indica un dirigente consultado. 

"No creo que a estas alturas la estabilidad de un país pueda pasar por gente como esta"

Emiliano García-Page

— Presidente de Castilla-La Mancha y secretario regional del PSOE

Los integrantes del equipo de Sánchez celebraron el "repaso" que Sánchez había dado a los críticos, que no son ni mucho menos todos los barones. La mayoría, de hecho, están alineados con Ferraz, porque el PSOE está hecho ya a la medida del líder. "Los liderazgos en minoría, cuando no se gobierna en mayoría absoluta, hay que demostrarlos y ganarlos, se trata de sumar. No podemos hacer una política para cada territorio. Estamos sentando, con la coalición, una dinámica política nueva", aseguró uno de los presentes, el valenciano Andrés Perelló, en respuesta a Vara. "Ha sido un aviso a navegantes", valoró una dirigente consultada, "este Gobierno tiene mucho de lo que estar satisfecho y sale todo en circunstancias muy complicadas. Son muchas horas de trabajo, negociación en beneficio de todos, y hay comentarios que están de más". 

Sin embargo, la lluvia de opiniones no cesó durante la jornada. Este mismo lunes, Page, el más claro y rotundo en sus reproches a Sánchez y foco de las iras de sus compañeros, se reafirmó en sus argumentos. "No creo que haya ningún tipo de comparación extrapolable [entre PP y Bildu], es evidente". El presidente de Castilla-La Mancha respondía así al titular que en 'El País' había dejado este domingo el ministro Ábalos. Page habría deseado un acuerdo infinitamente más transversal", agregó Page desde Toledo, informa EFE. 

"Hay que tener altura de miras, mirar hacia el futuro y entender que en democracia, si se cumplen las reglas, todo el mundo tiene su espacio"

Ximo Puig

— Presidente de la Generalitat valenciana y secretario general del PSPV-PSOE

El barón socialista sí reconoció que la prioridad es sacar los PGE porque lo contrario "no es una opción", de modo que sí que hay que "hablar con todo el mundo", pero no "un intercambio de Presupuestos con conceptos constitucionales", ya que "esto no está en el mercado ni puede ser objeto de transacción". "No creo que a estas alturas la estabilidad de un país pueda pasar por gente como esta", zanjó.

Barones como Puig o Chivite o el expresidente Zapatero salen en defensa de Sánchez

Otro presidente socialista, el valenciano Ximo Puig, sí defendió la estrategia del Gobierno. "Desde luego, todos tenemos memoria y todos sabemos lo que pasó. Nunca vamos a olvidar a las víctimas del terrorismo pero ahora hay que tener altura de miras, mirar hacia el futuro y también entender que en democracia, si se cumplen las reglas, todo el mundo tiene su espacio". En la misma línea se pronunció la presidenta navarra, María Chivite. Acordar "no impide el rechazo clarísimo de lo que fue el terrorismo", dijo en RNE. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero arropó también a Sánchez en 'Al rojo vivo' (La Sexta): tras casi una década sin terrorismo, Bildu está en las instituciones y "acuerda, vota y decide" como otros partidos, y es "lógico" que la mayoría de la investidura sea la de los PGE.

El alegato de Sánchez no acabó de convencer a los críticos, y es muy probable que, cuando cuaje otra decisión controvertida, dirigentes como Page y (más discretamente) Lambán hablen. Porque el fondo, la raíz de la discrepancia, sigue intacto. Así lo decía un alto cargo regional socialista: "¿Cómo se puede pedir lealtad cuando no se nos informa antes en privado? Eso es pedir acatamiento. ¿Quién es más desleal, el que siempre dice lo mismo o el que se contradice? Lo que decimos es lo que decía el partido y decía Pedro hace unos meses". No obstante, no hay guerra abierta. Nada que ver con la batalla orgánica de 2016 y 2017. No hay comparación posible porque el PSOE también ha mudado de piel.