PERFIL

El Moriarty de Trapero

El coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, saluda al mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero.

El coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, saluda al mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero. / periodico

Daniel G. Sastre

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Uno de los abogados defensores durante el juicio a los líderes del 1-O atribuye a Diego Pérez de los Cobos "un punto de cinismo muy especial". Su declaración en el Tribunal Supremo, y la que hizo meses después en la Audiencia Nacional durante la vista contra los Mossos, terminaron de convertir al coronel de la Guardia Civil en el Moriarty de Josep Lluís Trapero, y en uno de los personajes más odiados del independentismo como orgulloso organizador de la represión policial del referéndum. Los líderes soberanistas celebran estos días su caída, después de que haya "perdido la confianza" del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Miembro de una notoria familia conservadora (su padre fue candidato de Fuerza Nueva en 1977 y su hermano Francisco llegó a presidente del Tribunal Constitucional), el servicio al Estado de Pérez de los Cobos se ha movido a menudo en la zona oscura, lo que no evitó que se ganase la confianza de dirigentes de todos los partidos. Estuvo imputado –y fue absuelto– en los 90 en un caso de torturas contra un etarra, trabajó después en la embajada española en Quito y entró en Interior en la primera legislatura de Zapatero de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba. El político socialista, de quien Pérez de los Cobos pensaba que nunca habría actuado en el 1-O como lo hizo el Gobierno de Mariano Rajoy, fue muy cercano al coronel hasta su muerte.

Choque de caracteres

Acostumbrado a moverse en la sombra, con el referéndum independentista se hizo habitual en los medios. La fiscalía lo designó coordinador de las fuerzas que debían abortar la votación del 1-O, y desde el principio su carácter chocó con el de Trapero, de quien creía que no acataba su autoridad. Al margen de lo que pensara del dispositivo ordenado por el Gobierno, que desembocó en unas imágenes de violencia policial que dieron la vuelta al mundo, Pérez de los Cobos trató sin éxito de imponer su criterio sobre las instrucciones judiciales frente al del mayor y el de Carles Puigdemont. En una reunión tres días antes del referéndum, afirmó que no había que confundir "lo sustantivo" –impedir la celebración del referéndum– con "lo adjetivo", la forma de acatar el mandato judicial.

Tras el fiasco del 1-O, Pérez de los Cobos mostró su severidad en el juicio del Supremo. Llegó a calificar de "estafa" la actuación de los Mossos durante el referéndum, y desesperó a los abogados defensores con su discurso imperturbable. Su declaración tuvo un gran peso en las condenas por sedición. En la Audiencia fue más allá, y dijo que de haber podido habría destituido a Trapero días antes de la votación.

Predicamento

La dimisión del número dos de la Guardia Civil tras la destitución de Pérez de los Cobos como jefe del cuerpo en Madrid  da cuenta de su predicamento dentro de los altos mandos. Desde su círculo próximo, se le describe como "molesto para los que se creen por encima de la ley" y como un "hombre de honor".

Otras versiones son menos complacientes. "El secreto de su éxito y la causa de su caída es que ha sido siempre portavoz de las unidades especiales de la Guardia Civil, y les ha comprado sus informes sesgados. Estas unidades al final se han pasado demasiado de vueltas y lo han arrastrado", dicen desde el entorno jurídico de uno de los condenados por el 1-O. 

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