TRAS EL SEÍSMO

El relevo en Societat Civil Catalana no apacigua la tensión

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jregue27831165 gra006 madrid 12 11 2014 el presidente de sociedad civil 190301203221 / EFE / JUAN CARLOS HIDALGO

Júlia Regué

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Societat Civil Catalana (SCC) vuelve a sus cimientos para superar el cisma interno pero no logra apaciguar la tensión. El fundador de la entidad, Josep Ramon Bosch, ha tomado las riendas junto a un petit comité de cinco personas -Álex RamosManuel MiróXavier MarínEsperanza García y Rocío León- que funciona a modo de "gestora" hasta que cumplan con su misión de sanear y redirigir el barco.

El que fuera presidente, José Rosiñol, fue destituido por la junta por presuntas "irregularidades contables y administrativas", y la maniobra sumió a la organización en un contundente cruce de acusaciones. La reunión de la junta que le desbancó se celebró el 19 de diciembre y, en ese mismo encuentro, se estableció una dirección provisional a cargo de Álex Ramos.

En una nueva cita, esta vez en forma de asamblea de socios, aprobaron las cuentas estaban bajo sospecha. Despejada de la ecuación la cuestión económica, que no se denunció ante los tribunales y se quedó en diferencias en cuanto a la gestión interna, quedaban las desavenencias personales y políticas, según explican distintas fuentes. El catedrático de Derecho Rafael Arenas se propuso como candidato de "consenso" a la presidencia, pero Rosiñol volvió a postularse, una encrucijada que se resolvió con el paso al frente de Bosch para evitar contiendas mayores. 

El talante de Rosiñol y su apuesta por el diálogo, alejada de la dinámica de acción-reacción, en una etapa de sosiego después de la agitación del otoño del 2017, molestaba a algunas almas de la dirección y enfadaba a algunos partidos constitucionalistas que veían cómo la entidad no les acompañaba.

Según varias voces de SCC, durante su mandato se sucedieron los choques entre miembros de la junta. Destacan los episodios que se desataron cuando envió una carta a la ANC y a Òmnium Cultural para sentarse y tratar de "rebajar la tensión", cuando se negó a hacer llamamientos en favor de la retirada de lazos amarillos en el espacio público, y cuando decidió que el aniversario de la gran manifestación del 8 de octubre del 2017 no debía revolotear las calles sino apaciguarlas y celebrar un acto a puerta cerrada. 

Lo justo y necesario

Tras la tormenta, Bosch ha vuelto a primera línea. Pero en un mes y medio, ya se ha encontrado los primeros baches. Su negativa a convocar a la manifestación de la triple derecha en la plaza de Colón de Madrid, con el argumento de que la entidad no secundaría una convocatoria contra un partido constitucionalista, ya le ha valido bajas y fuertes críticas tanto dentro como fuera de la entidad. Los miembros de la junta directiva Miró y García -diputada del PPC en el Parlament tras la marcha de Xavier Garcia Albiol- acudieron a título personal. En un momento de unión de la triple derecha, SCC se desmarca. 

A eso se le suma el hecho de que la entidad saliera a corregir las palabras de Bosch en una entrevista en eldiario.es, -en la que diagnosticó que no se dan las condiciones para aplicar el 155 y defendió la inmersión lingüística en Catalunya-, algo que volvió a reflotar los choques internos. En un comunicado, SCC erigió el castellano como lengua vehicular, recordó que el 155 figura en la Constitución y vanaglorió su "plena confianza en la independencia del Poder Judicial". Otro rechazo a las posiciones de naranjas y populares.

Bosch ya ha avisado a los suyos que no estará mucho tiempo al mando, lo justo y necesario para que la entidad retome el rumbo. Su ruta pasa por superar las injerencias políticas y mostrar más altura de miras, desde la visión de que hay que recuperar un "catalanismo" que propugne "el diálogo entre catalanes" como receta para el conflicto catalán. Un camino tortuoso en una entidad muy enconada

Empresario, presidente de la fundación Joan Boscà, fundador de Somatemps y exmilitante del PP, Bosch fue acusado de difamar, a través de un perfil anónimo en las redes sociales, a personalidades independentistas, pero la querella del colectivo Drets fue archivada porque el delito prescribió. Un día después de las elecciones catalanas del 27-S del 2015, abandonó la presidencia alegando razones "personales". Vuelve, pero no por mucho tiempo.