CISMA EN LA ENTIDAD

SCC niega irregularidades y Rosiñol lamenta que "no se entendiese" su apuesta por el "diálogo"

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Júlia Regué

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Los implicados en el cisma desatado en la cúpula de Societat Civil Catalana han comparecido este lunes ante los periodistas para tratar de apaciguar la tensión que flota en la entidad constitucionalista de cara a la galería. El nuevo presidente, Josep Ramon Bosch, se ha presentado públicamente como nuevo líder escoltado por su predecesor, José Rosiñol, y uno de los impulsores de su precipitado cese, Àlex Ramos

Todos ellos han negado las presuntas irregularidades achacadas a Rosiñol que le señalaban por incurrir supuestamente en un "conflicto de intereses" después de detectar facturas a no registradas a una empresa cercana. Y lo han defendido con un aval del 76% de los socios a sus cuentas. También han desechado que su apresurada destitución se haya sacado adelante por cuestiones ideológicas. Y, de hecho, han tratado de minimizar lo sucedido a "remodelaciones internas". 

Pero el argumentario ha flaqueado. Después de ser preguntados varias veces por lo que desató la tormenta, tanto Ramos como Bosch han admitido "discrepancias" en el rumbo emprendido por Rosiñol. Uno de estos desencuentros fue su propuesta de reunirse con los dirigentes de la ANC y Òmnium Cultural, además de con el 'president' de la Generalitat, Quim Torra, y el del Parlament, Roger Torrent

"Ciertas decisiones se que tomaban como parte del diálogo de la centralidad política no se entendieron, o no me supe explicar. El 99% del tiempo intentaba acabar con el problema del secesionismo y solo el 1% a cuestiones internas", ha replicado Rosiñol. "Creo que el problema está fuera y no dentro de nuestra organización", ha rematado. Y ha censurado que "el futuro solo pasa por el diálogo y no por la imposición". "No tenemos que caer en el error del independentismo", se ha despedido. Eso sí, no sin retar a sus detractores a que le denuncien si creen que incurrió en algún delito.

Por su parte, Ramos ha apelado a la "transversalidad" y ha dejado la gestión en "compleja pero también ilusionante". "Las filtraciones distorsionan la realidad y las alteran".

"Esto no es Kosovo"

En una asamblea de socios celebrada este pasado sábado, recuperaron a Bosch como líder y aprobaron las cuentas de la entidad. El jurista y escritor Rafael Arenas presentó una candidatura "de consenso" que fue rebatida por otra de Rosiñol, aunque finalmente un grupo de socios pidió el paso de adelante de Bosch para calmar los ánimos y los dos postulantes se retiraron. Bosch fue apoyado finalmente por el 67% de los cerca de 100 socios. 

La nueva Junta está formada por cuatro miembros, Ramos, Manuel Miró y Xavier Marín, y aún no ha celebrado su primera reunión. A este órgano podría sumarse hasta un total de 15 personas. "Mi voluntad es buscar el máximo consenso y que se aúnen todas las sensibilidades tanto políticas como personales", ha aseverado Bosch, y se a definido como un "catalanista sin ningún tipo de duda".

El dirigente de la entidad ha apuntado que no pedirá escolta, a diferencia de Rosiñol que asintió ante el "ofrecimiento de los Mossos", porque "esto no es una guerra civil, ni Kosovo" sino "una sociedad pacífica con momentos de tensión muy graves". Ha explicado que se reunió con Muriel Casals hasta tres veces cuando ella presidía Òmnium Cultural y ha apostado por el "diálogo entre catalanes, sin tutelas ni tutias de nadie".

"Es evidente que hay que hablar no se puede seguir con un estado de crispación y enfrenamiento. Creo que no es bueno judicializar la sociedad catalana"; ha añadido, y ha diagnosticado que Catalunya está dividida de tres formas distintas: geográficamente, económicamente y étnicamente "por la lengua". "El 90% de los catalanoparlantes son independentistas y el 90% de los castellanohablantes son unionistas", ha sentenciado.