Los peritos del 11-M confirman el suicidio de Leganés

MARCO SCHWARTZ / MADRID

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Los dos médicos forenses que practicaron la autopsia a los siete islamistas de Leganés desbarataron ayer, en la 37ª jornada del juicio del 11-M, una de las hipótesis más estrambóticas de los teóricos de la conspiración. Los doctores Prieto y Conejero afirmaron que todos ellos estaban vivos antes de la explosión del piso donde se habían atrincherado y que los análisis de sus restos permitieron concluir que se inmolaron con explosivos. En la misma línea se pronunció la directora del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía.

Los partidarios de la teoría conspirativa llevan más de tres años sosteniendo que los cuerpos hallados eran cadáveres congelados que algunas manos perversas colocaron en el lugar para fingir un suicidio. También se ha barajado la versión de que los siete islamistas no se suicidaron, sino que fueron abatidos por los geos en una acción premeditada cuyo fin era garantizar su silencio.

GOTÍCULAS Varios abogados sacaron a relucir ambas hipótesis, al preguntar, por ejemplo, por qué no se encontró sangre en los escombros de Leganés. Los médicos explicaron que el impacto de la explosión provocó que la sangre se "difundiera en gotículas". Pese a ello, añadieron, los restos de los cuerpos analizados evidenciaban pérdida de sangre. Además, presentaban este líquido en los bordes de las heridas y tenían quemaduras de color rojizo. "De haber estado muertos antes de la explosión, esto no sucedería", precisó el doctor Prieto, quien explicó que, en tal caso, no habría separación entre los bordes de las heridas y las quemaduras estarían "más endurecidas o amarillentas".

La insistencia de los abogados llevó al presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, a tomar cartas en el asunto.

--Vamos a ver --dijo al forense--. ¿Había disparos en los cuerpos?

--No.

--¿Estaban atados?

--No.

--¿Estaban bajo efectos tóxicos?

--No.

PROFANACIÓN

Otro forense, Miguel Ángel Castillo, contó los pormenores de la autopsia del geo Francisco Javier Torronteras, que murió durante el cerco al piso de Leganés el 3 de abril del 2004. Contó que murió en el acto por la rotura del bazo. Y dijo que la profanación de su tumba 15 días después no fue obra de "profesionales". "Fue una acción burda, de superchería", dijo.

El médico Juan Miguel Monge, que fue responsable del reconocimiento médico a algunos de los primeros islamistas detenidos, contó que Jamal Zugam le preguntó durante el examen "quién había ganado las elecciones" españolas. Ayer compareció también, como testigo, el padre de uno de los presuntos autores materiales de los atentados del 11-M, Abdelmajid Buchar. Defendió Abdesalam Buchar la inocencia de su hijo. "Nosotros no nos metemos con nadie. Los problemas de Irak o Afganistán no nos importan. Si fuera por nosotros, que los maten a todos", dijo.