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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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La precipitación es mala consejera para todos

Concentració contra la violència masclista a la plaça de la Vila del Prat de Llobregat, ahir a la tarda. | JORDI OTIX

Concentració contra la violència masclista a la plaça de la Vila del Prat de Llobregat, ahir a la tarda. | JORDI OTIX / OLGA PEREDA

A menudo, los estereotipos nos pueden traicionar. Son útiles, porque permiten procesar mucha información de manera casi instantánea, una pulsión bien valorada en el mundo actual. Un padre mata a sus dos hijos y a su mujer. Encendido debate de la tecnocracia feminista sobre si es violencia vicaria o de géneroNos lanzamos a acumular los muertos del año, que son muchos en todo caso, reclamamos más medidas de protección, cambios de políticas. Nos reafirmamos, empezando por este articulista, en la condena del machismo y del patriarcado. Y a última hora de la tarde la historia es otra. Una depresión, la familia reclama mejor atención en el ámbito de la salud mental. Pero ahí quedan los minutos de silencio, las soflamas y los artículos de opinión precipitados. No solo las redes y los nativos digitales se equivocan. El riesgo de la precipitación existe en toda actividad periodística. Un viejo cardenal me dijo en una ocasión: “quien no lo sabe todo, no sabe nada”. Nos pasó el 11-M con ETA. La hora, el día, el método respondían al estereotipo. Pero, no. La prensa honesta rectificó, a mayor o menor velocidad. Fue también responsabilidad del Gobierno del momento. Este miércoles, la campaña electoral ayudó a calificar los crímenes de El Prat como lo que no eran. No lo sabíamos todo, como indicaba el viejo cardenal.

La inmediatez ha sido, es y será el gran reto del periodismo. Explicar los hechos antes de que finalicen dificulta la maniobra. El protocolo periodístico trata de liberarnos de esos males. Pero a veces no dedicamos suficiente empeño ni personal a comprobar los hechos. O nos pierde la codicia de un buen titular. Es nuestra responsabilidad. Y no podemos rehuirla. Pero, ahora, algunos de los que deberían contener nuestra ansiedad también la propician, muy especialmente la clase política, pero también los usuarios cuando sospechan de los medios que no publican lo que ya publican todos. Y huir de esa sospecha alocadamente nos hace perder lo que constituye nuestra razón de ser: la credibilidad que es la base de la confianza. Disculpas.

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