Director de EL PERIÓDICO
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Los sicarios vicarios
Las mejores intenciones y las buenas políticas quedan demasiadas veces absorbidas por la tecnocracia, también de izquierdas. El asesinato de dos gemelos y su madre este miércoles en El Prat de Llobregat a manos del padre de familia se convirtió durante unas horas en una discusión sobre si trataba de un caso de violencia vicaria, cuando los agresores de las mujeres las castigan atacando a los hijos, o de género. A menudo, es conveniente recuperar el sentido común. Lo de El Prat, es una barbaridad. Da casi lo mismo cómo lo clasifiquemos. Solo importa en el caso de que una correcta tipificación nos ayude a evitar nuevos casos. Siete niños han muerto este año a manos de sus padres con el móvil de castigar a sus parejas que han denunciado agresiones. La cifra nos interpela. Rápidamente, los simplificadores exigen medidas para atajar una epidemia provocada por la primera tecnología que se les ocurre o por cualquier recorte presupuestario. Luchemos contra todo aquello que puede erradicar esta plaga. Pero seamos conscientes de que hay un punto en todo esto que es esperanzador: probablemente no hay más de nada, sino que simplemente estamos poniendo al descubierto lo que hasta hace nada quedaba oculto. Y ponerle nombres nos ayuda. Hace solo diez años quizás hubiéramos errado en la interpretación al hablar de un crimen pasional. Ahora, quizás tenemos una discusión bizantina sobre si es un caso de violencia vicaria o de género, pero somos capaces de ver que es lo mismo que lo de Bellcaire de la semana pasada y con otras cuatro muertes en lo que va de año. La suma y la resta es positiva.
Porque lo que hay en el fondo es el machismo, una doctrina supremacista y que actúa como tal, que es capaz de cosificar al otro por considerarlo inferior o un mero instrumento al servicio de los que se consideran a sí mismos superiores, o sea con más derechos, incluso el de decidir quién debe morir y quién merece seguir viviendo aunque sea para seguir sufriendo como explicó Germán González en el caso de Bellcaire d'Empordà. Cuanto mejor identifiquemos las manifestaciones violentas del machismo, mejor para erradicarlas. Vamos en la buena dirección como sociedad a pesar de lo doloroso que es todo esto.
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