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Eduardo López Alonso

El trampantojo de la deuda pública y la Teoría Monetaria Moderna

Archivo - Monedas y billetes de euro.

Archivo - Monedas y billetes de euro. / EUROPA PRESS - Archivo

Los economistas conservadores, incluso aquellos que llevan barbas bizarras o chaquetas de colorines, tienden a alarmar al ciudadano con los regulares datos de la deuda pública. Generalmente, utilizan el trampantojo de hacer creer que por ser deuda es como los préstamos impagados de las empresas o las familias. Trampantojo es porque en realidad la deuda pública no es ni de lejos lo mismo a lo que deben las familias o empresas, al ser más instrumento de política económica que concepto de balance o cuenta de resultados. La trampa de dividir la deuda pública entre los habitantes no es más que indicador teórico recurrente provacuo, argumento atemorizador frente a otros elementos cruciales como salarios o productividad, entendida esta como la capacidad de vender buenos productos al mejor precio y no ser muestra de alza de beneficios de empresas con trabajadores mal pagados. 

Sigue la denominada Teoría Monetaria Moderna en el objetivo de las iras de algunos por ser más de izquierdas que de derechas, pero lo cierto es que la pandemia evidenció que los respaldos financieros públicos son la mejor medicina para capear temporales en la economía y que las dietas de gasto público y el control enfermizo del déficit son una amenaza real para el bienestar general. La evolución de los tipos de interés y el control de la inflación sí son elementos a tener en cuenta, mucho más relevantes que el pago urgente de la deuda de los estados. Y los bancos centrales son los garantes del equilibrio. Es cierto que conviene no llegar a extremos ni siquiera en términos de déficit y deuda pública. La clave del asunto es la confianza, interna y externa en las medidas de política económica de los países. La facilidad de los estados para refinanciar la deuda. Lo de Argentina y Milei amenaza con ser muestra de dolor económico colectivo y objeto de análisis para el futuro.

Japón puede afrontar con solvencia niveles de deuda pública superiores al 250% del PIB gracias a tipos de interés bajo control y la confianza de los propios japoneses y capitales extranjeros que refinancian sin problema las políticas de estabilidad. Decir lo contrario es animar a los miedos, fomentar los trampantojos y avivar el fuego de futuras crisis que se anuncian de manera reiterada con insistencia y poco rigor, con más partidismo que solvencia contrastada. Todo llega, porque la economía es cíclica y las crisis forman parte de la lógica económica. Pero no por el incremento de la deuda pública, sino por el mal uso de los recursos, los errores en la gestión, el premio a la acumulación y la traición a las políticas redistributivas. La clave es la confianza y el adecuado uso de la política monetaria.