Opinión | ÁGORA

Nacho Martín Blanco

Nacho Martín Blanco

Diputado del PP en el Congreso de los Diputados

Illa y la vuelta de Puigdemont

Carles Puigdemont y Salvador Illa

Carles Puigdemont y Salvador Illa / EPC

El anuncio por Carles Puigdemont de su decisión de presentarse a las elecciones catalanas del próximo 12 de mayo ha causado desasosiego e indignación en una parte importante de la sociedad catalana. Para muchos catalanes la vuelta de Puigdemont supone un retorno al pasado más oscuro de nuestra historia reciente, los días aciagos de 2017 que sumieron Cataluña en una división sin precedentes desde la restauración de la Generalitat en 1977 con Josep Tarradellas como símbolo de la reconciliación entre catalanes y de estos con el resto de los españoles.

Puigdemont, con su retórica populista y su revanchismo irredento, encarna la némesis de Tarradellas y su vuelta a Cataluña de la mano de Adolfo Suárez en un clima de reconciliación y fraternidad entre españoles que está en las antípodas del discurso vengativo y amenazador que pronunció Puigdemont en la localidad francesa de Elna.

Escuchándolo, cualquier catalán preocupado por el futuro de nuestra comunidad se pregunta qué pasará por la cabeza de Salvador Illa con vistas a las elecciones de mayo. Puigdemont, que, lejos de mostrar el más mínimo arrepentimiento, sigue amenazando con volver a hacer lo que hizo en 2017, anuncia su vuelta al calor de la amnistía que Sánchez le ha concedido sin exigirle a cambio ningún compromiso con la convivencia, ni con el Estado de derecho ni con la pluralidad de Cataluña; solo los siete votos de los diputados de Junts en el Congreso para perpetuarse en el poder.

Caos

Me pregunto con qué cara se presentará Illa a las elecciones catalanas y cómo responderá a la amenaza de Puigdemont de volver por sus fueros, sabiendo que Puigdemont está de vuelta, ufano y desafiante como siempre, únicamente por el afán de poder de Pedro Sánchez. Los socialistas no podrán presentarse, sin menoscabo de su vergüenza y de la inteligencia de los catalanes, como alternativa o solución a los desmanes que asolarían Cataluña en el caso de que Puigdemont se alzase con el triunfo en los comicios. No podrán decir "o nosotros o el caos", porque el caos lo habrán traído ellos en un alarde de despotismo e irresponsabilidad de proporciones bíblicas.

La precipitada convocatoria electoral y el consiguiente anuncio de Puigdemont ponen de forma descarnada al descubierto la inmoralidad de la estrategia de Sánchez en relación con Cataluña. Puigdemont se permite volver a amenazar la estabilidad y el progreso económico y social de Cataluña gracias a la insondable avidez de Sánchez, que ha antepuesto de forma obscena su conveniencia personal al interés general de España y la convivencia entre catalanes, comprometiendo incluso el futuro de su propio partido como partido confiable y con vocación de Estado.

La frivolidad de Sánchez quizá le haya granjeado cierta popularidad y apoyos coyunturales entre las filas separatistas, pero supondrá con toda seguridad un lastre para Illa y el PSC en su intento de presentarse como voto refugio de los catalanes que nos sentimos tanto catalanes como españoles y que aspiramos a vivir en paz y en pie de igualdad con el resto de nuestros conciudadanos. Y somos mayoría.