Espiral de la libreta
Olga Merino

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Periodista y escritora

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Sin agua ni cava, pero con Puigdemont

El paso adelante del ‘expresident’ implica que, una vez más, la campaña se centrará en los simbolismos, en lugar de abordar asuntos candentes, como la extrema sequía  

Carles Puigdemont en la localidad francesa de Elna

Carles Puigdemont en la localidad francesa de Elna / Lionel BONAVENTURE / AFP

Pues nada, ya estamos todos, y los naipes sobre el tapete: o Salvador Illa o Pere Aragonès o Carles Puigdemont, quien anunció el jueves en el municipio francés de Elna, donde se custodiaron las urnas del 1 de octubre de 2017, que encabezará la candidatura por Junts, declinando así revalidar su condición de eurodiputado. Si gana las elecciones catalanas del 12 de mayo, dice, está dispuesto a regresar con el fin de «terminar la faena» y sacar a Catalunya del «letargo».

Hombre, en eso de la modorra lleva razón… Los beduinos del viejo oasis catalán llevamos ya un tiempo sumidos en una galbana desmayada, casi existencial, cuyas causas habría que buscar precisamente en el rupturismo unilateralista, en el experimento que jugó de manera irresponsable con las ilusiones de una parte de los catalanes, menospreciando a la otra mitad. A la sombra de las palmeras sedientas, en el oasis seguimos ordeñando las cabras y sorteando las espinas de las chumberas, a verlas venir, con escaso entusiasmo, mientras ERC aspira ahora a ser Convergència y abrazar el pragmatismo del ‘peix al cove’; o sea, pescado en el canasto o, mejor dicho, pájaro en mano. Las urnas dirán. Y el intrincado sendero judicial de la amnistía.

El paso adelante de Puigdemont implica que, una vez más, la campaña se centrará en símbolos y paraísos lisérgicos, en lugar de abordar los problemas tangibles. Los hospitales. Los trenes. Las cárceles. El paro. El papel de España en una Europa con dos guerras a las puertas. Más otra cuestión que tiene abrumada a la campesina que llevo dentro: la extrema sequía. Aunque habría que remontarse 200 años atrás para encontrar un agostamiento semejante, la dejación de la última década obliga ahora a buscar soluciones a la desesperada, como la tala de árboles en las cabeceras de los ríos y las desaladoras.

Los empresarios turísticos de Lloret de Mar pondrán una en marcha hacia finales de mayo para llenar las más de 150 piscinas del sector, mientras el Gremio de Hoteles de Barcelona se plantea hacer lo propio. Al corre que te pillo. Pero no sé si tiene mucho sentido levantar desalinizadoras a manta, con el gasto energético que conllevan, cuando no se ha hecho nada por solventar las fugas de agua del sistema.

Si las cosas siguen su curso natural, tendremos nuevo Govern para Sant Joan, más o menos. Pero es probable que paguemos a precio de oro el cava para celebrar la verbena: la escasez de lluvias está causando estragos en el Alt y el Baix Penedès, donde pueden perderse más del 30% de los viñedos. Hay quien sostiene que las consecuencias de la actual sequía pueden ser tan onerosas como las de la filoxera, la plaga que comenzó a arrasar las vides hacia 1879. La crisis agraria suscitada por el insecto devorador, así como la guerra de Cuba, con la pérdida del mercado antillano para los tejidos catalanes, provocó que la última década del siglo XIX no fuera precisamente la «belle époque». Tampoco lo parece esta. Ha llegado el momento de arremangarse y ‘anar per feina’, dejando la ‘rauxa’ a un lado.               

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