GÁRGOLAS
Josep Maria Fonalleras
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Historias de boxeo

No habrá lista de la ANC, pero sí sacarán la cabeza una propuesta xenófoba y populista y un nuevo entramado que reivindica la pureza y, a la vez, la abrogación de la escritura de la hoja de ruta

Votación en una asamblea de la ANC.

Votación en una asamblea de la ANC. / Mar Martí

Por muy pocos votos, los socios de la ANC decidieron no presentarse a las elecciones con lo que se conocía como “lista cívica”. Hubiera sido una mala noticia para el independentismo, si es que todavía podemos utilizar este concepto como una idea satisfactoria a nivel político, como un espacio que podríamos identificar con claridad electoral, con diáfana limpidez de actuaciones o con clarividencia estratégica. Es evidente que no. Que la ilusión provocada en el 2015 por una coalición como Junts pel Sí fue exactamente eso, una ilusión: más que un jolgorio esperanzador, una falsa apariencia, sin fundamento real. No hace falta ser un doctor en politología para saber que, a lo largo de la historia, cualquier movimiento liberador (o llamémosle cómo queramos; en todo caso, perseguidor de un cambio de registro en el ordenamiento establecido) debe cumplir un requisito innegociable: debe presentarse desde la más rígida, robusta y necesaria unidad de acción y pensamiento. Después, ya llegarán las discrepancias, el juego subterráneo y los subterfugios. El boxeo. La limpidez, la claridad y la clarividencia, aunque escondan los tonos de los grises, aunque signifiquen un cierto punto de maniqueísmo, son imprescindibles.

No habrá lista de la ANC, pero sí sacarán la cabeza una propuesta xenófoba y populista y un nuevo entramado que reivindica la pureza y, a la vez, la abrogación de la escritura de la hoja de ruta. Y, por supuesto, la presencia de los partidos digamos tradicionales (los que ahora están en el Parlament), con un rosario de reproches, con toneladas de desconfianza y con discrepancias tácticas y personales que llegan al límite de la animadversión. Más boxeo. Éste es el panorama del espacio independentista, mientras estamos pendientes del impacto de la “gran esperanza blanca”, que puede producir un estruendo mediático si cuando llegue la hora decisiva se presenta y es enviado a la cárcel. En la historia del boxeo, Jim Jeffries, en su regreso a los rings (y de ahí la expresión GEB), perdió el combate con Jack Johnson, pero ésta es una metáfora que dejaremos para otro día.

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