Fiesta

Carnaval te quiero

A diferencia de Nochevieja o de San Juan, la gente sale menos ansiosa, más suelta y mejor dispuesta a lo que venga

Dos personas disfrazadas durante el Carnaval.

Dos personas disfrazadas durante el Carnaval.

Alejandro Giménez Imirizaldu

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Ya llega. Por fin. Olvidados los rigores navideños —¿qué tal las fiestas, bien o con la familia?— y superadas las áridas cumbres de enero, el flamante paisaje de 2024 se despliega en un valle de trepidantes expectativas. Desde aquí todo bajada. Sembrando placeres culpables, este sol de febrero acaricia febril las carnes tolendas. Clama a lujo y a lujuria. A comer y cantar, a bailar y sudar, a beber y besar, a salir y no entrar. El carnaval ofrece una oportunidad maravillosa para sacudirse el frío del espíritu a rebato de tacón y volantazo de peluca.

Cuenta Joan Amades en el 'Costumari Català' (fascículos 98-101, 1950-1956) que el origen etimológico del carnaval procede bien del “carro naval” es decir desfile de carrozas, bien de las carnes cortadas, privadas por la inmediata cuaresma. Los mercados catalanes escenifican por tradición esa lucha entre el ayuno y la gula, lo austero y lo carnal, entre Apolo y Dionisio en una celebración festiva del origen de la tragicomedia.

Afortunadamente, el carnaval ya no es la única fiesta insurrecta del calendario. Gracias a una saludable relajación de las costumbres este país ha trastocado el santoral, de Pilar a Fermín en colorido almanaque. No olvidemos tampoco al 28 de junio, la fiesta LGTBI que desde 1977 celebra cada año, ante España y el mundo entero, el inicio de los 364 días de orgullo hetero. —Vale, y ¿hace falta todo ese desparrame, los tangas y las tetas? —Sin duda. —¿Y por qué os casáis? —Hay seis países en el mundo donde te matan y sesenta donde te meten en la cárcel. —¿Pero no os da vergüenza que lo vean los niños? —A nosotras sí, pero a ellos no y una verdadera artista se debe a su público.

No es la única, pero es la mejor. El Carnaval no envejece. Al revés, florece cada temporada sumando versiones y significados sin permiso ni pudor. Ayuda la duda de la fecha, que cambia de año en año y solo conocen los curas y los gestores culturales, guardianes de arcanas calendas. 'Per Carnaval tot se val'. A diferencia de Nochevieja o de San Juan, la gente sale menos ansiosa, más suelta y mejor dispuesta a lo que venga. Por carnaval ganamos intrascendencia y perdemos el miedo de hacer el ridículo porque lo hacemos juntos. Menos por menos, más.

Saltar a un tren estos días, si la huelga ofrece tregua, permite redescubrir fisonomías urbanas bajo el filtro de expresiones cívicas que a menudo las contradicen. Sitges, por ejemplo, ciudad delicada, cuidadosa y elegante, se pone travesti, punki y underground. Vilanova, contenida en forma y fondo, estos días lo da todo. Y atención también al cartel de Molins, el 'corretapa' de 'Santaco', las máscaras de Rubí y el nutrido programa del 'Ajuntafems', como se rebautiza el consistorio de Terrassa. Lejos de casa, para hacer el ganso con careta y sin bozal. Que no te conozca nadie, que la vida es un carnaval. Si no tienes tiempo o ánimo para la excursión, lo mínimo es acercarte al mercado del barrio.—¿Ni eso? Pues me bajo a sacar a la perra. —¿A qué perra? —A la perra que llevo dentro.

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