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¿El mejor momento de nuestra historia?

Zapatero lo afirma, pero Sánchez ha perdido una relevante votación sobre la amnistía y el PP y el PSOE tienen que recurrir a Bruselas por su largo pleito sobre el poder judicial

Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero durante un acto del PSOE el pasado mes de noviembre.

Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero durante un acto del PSOE el pasado mes de noviembre. / EFE

Joan Tapia

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Que en Zapatero el optimismo es casi patológico se sabe desde hace años. Aseguró que el PIB español iba a superar al de Italia y al de Francia, pero luego la gran crisis económica -de la que no era culpable- le obligó a recoger velas y no se atrevió a volver a presentarse a las elecciones de 2011. Sus expectativas “rosa intenso” se estrellaron contra el gran aumento del paro y la asfixia de la deuda española en los mercados. 

No es cierto que un optimista sea siempre un pesimista mal informado, pero ZP debería haber aprendido algo de cautela y contención. Y ahora, en una situación muy compleja, no puede proclamar, como hizo el jueves en Barcelona, que “España vive el mejor momento de su historia”. ¡Hombre! ¿El mejor momento es cuando el Gobierno sufre una gran derrota en el Congreso porque Junts -que exigió la ley de amnistía- vota en el Congreso contra esa ley junto al PP y Vox? ¿El mejor momento es cuando se ha visto palmariamente que la coalición de la investidura es como mínimo precaria?

La gran polarización política entre izquierda y derecha -que la amnistía ha incrementado porque el PP cree que puede ser el Vietnam de Sánchez- ha llegado a límites difíciles de imaginar. Y que desde hace cuatro años -desde que el PP no tiene mayoría en el Congreso- no se haya podido renovar un órgano tan relevante como el Consejo General del Poder Judicial no es culpa de Zapatero. Ni de Sánchez. Pero que los dos grandes partidos tengan que pedir la mediación de la Comisión de Bruselas indica que no estamos en el mejor momento de nuestra historia. Para el Gobierno, malo; y el PP, que exhibe tanto nacionalismo español, debería acomplejarse de recurrir a Bruselas para intentar desatascar un problema interno. No recuerdo otro país que haya llegado a esa situación.

La gran polarización hace que, para defender al Gobierno Sánchez, un socialista con experiencia, diga que estamos en el mejor momento de nuestra historia. ¡Cuidado! Porque la polarización desmedida comporta el peligro de negar la realidad, olvidar la racionalidad y no lleva a la victoria de nadie, sino a un creciente malestar colectivo.

Quizás ZP puede argüir -con razón- que, contra lo temido, la economía española ha evitado lo peor. Un crecimiento del 2,5% en 2003, 700.000 nuevos puestos de trabajo y una inflación en retroceso (del 10% anual a poco más del 3%) no está nada mal. Pero en el complicado mundo de 2024 no basta con que la economía aguante. Estados Unidos ha logrado el 'soft landing' (desaceleración sin recesión) con un crecimiento del 3,3% anual en el cuarto trimestre y una inflación del 1,7% pese a que la reserva Federal ha subido los tipos de interés al 5,25% (el máximo en 28 años). Y, sin embargo, Trump, con 91 imputaciones en los tribunales, va a conseguir la nominación republicana. Y según las encuestas hoy ganaría a Biden, lo que sería un desastre para Estados Unidos. Y hace dos semanas los grandes dirigentes económicos reunidos en Davos creían que una nueva presidencia Trump sería un gran factor de desestabilización mundial.

"Sufrimos una creciente polarización que lleva a desmedidos optimismos de signo contrario, a negar la realidad y olvidar la racionalidad. Todo puede acabar con la victoria de nadie y un mayor malestar colectivo

Por su parte, el PP tampoco emite signos de racionalidad. Veremos cómo acaba la mediación de Bruselas. Temo que mal, porque el PP no quiere perder la mayoría conservadora en el CGPJ pese a no tener mayoría parlamentaria. Por eso se niega a renovarlo como se hizo cuando los gobiernos Aznar y Rajoy. Y Feijóo tiene todo el derecho a oponerse a la amnistía -lo hace el propio Felipe González-, pero no a apostarlo todo a que la amnistía sea la tumba de Sánchez. Eso le lleva a hacer suyas las tesis de un juez de la Audiencia Nacional que quiere imputar a Puigdemont y Marta Rovira por terrorismo en el caso Tsunami, justo cuando se discute la amnistía y pese a que lleva años instruyendo el sumario. Feijóo había dado muestras de flexibilidad, pero afirmar que “lo que pasó en Catalunya fue terror y puro fascismo” no es progresar adecuadamente. 

No, estamos lejos, muy lejos, de “el mejor momento de nuestra historia” que será imposible mientras las cúpulas de los dos grandes partidos crean que su objetivo es simplificar al máximo su discurso, polarizando y movilizando a su mitad de la población contra la otra mitad. Puigdemont no tiene la culpa de esta sinrazón, pero la alimenta.  

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