Conflicto de Oriente Próximo

Sudáfrica en La Haya

Aun cuando las posibles medidas provisionales de alto al fuego que podría imponer el TIJ no fueran cumplidas por Israel, las acciones del resto de estados firmantes de la Convención contra el Genocidio mostrarán si Occidente se cree o no sus propias normas

El tribunal de La Haya fallará en dos semanas, justo antes de su renovación el 6 de febrero, por Ernesto Ekaizer

¿Puede el Tribunal Internacional de La Haya detener la guerra en Gaza?

Sudáfrica sienta a Israel en el tribunal de la Haya por genocidio en Gaza

Sudáfrica sienta a Israel en el tribunal de la Haya por genocidio en Gaza / REMKO DE WAAL / AFP

Ruth Ferrero-Turrión

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"75 años de apartheid, 56 años de ocupación, 16 años de bloqueo", así comenzaba el alegato con el que el embajador sudafricano en Países Bajos, Vusimuzi Madonsela, presentaba la demanda de Sudáfrica contra Israel invocando la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (1948) ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. Con estas palabras se comenzaba a dar forma y voz a una exigencia, un grito, que lleva ya más de tres meses recorriendo el mundo, el de aquellos que apuestan por un mundo en paz, con justicia y basado en reglas. Y no ha sido ningún Estado del norte global, ni del Occidente que presume de ser una isla de derechos frente a las junglas allende los mares, ha sido un Estado del Sur y de África. Sudáfrica ha sido el que único que ha tenido el coraje de enfrentar los silencios cómplices y ponerlos frente, no solo a sus incumplimientos, sino ante sus incoherencias y sus dobles raseros. Y lo ha hecho apelando al derecho internacional, el mismo derecho internacional que tantas veces se ha invocado desde las principales cancillerías del euroatlantismo y que decían defender como garantía de un mundo basado en normas.

El equipo legal sudafricano ha estado técnicamente impecable, bien presentado, bien argumentado. Han centrado su argumentación en la intención genocida evidente por parte del Gobierno de Israel, no solo en la manera en la que ha lanzado su campaña militar, sino también, y de manera especial, en los comentarios de políticos y militares israelís, incluido Netanyahu, que llegó a apelar un mandato bíblico para la aniquilación de los enemigos de Israel. Especialmente brillante y elocuente estuvo la abogada irlandesa Blinne Ní Ghrálaigh cuando en sus alegatos afirmó que se "trataba del primer genocidio de la historia en el que sus víctimas transmiten su propia destrucción en tiempo real, con la desesperada, pero, hasta ahora, vana esperanza de que el mundo podría hacer algo". "Gaza no representa más que un fracaso moral internacional, con repercusiones no solo en el pueblo de Gaza, sino también en las generaciones venideras".

Con este caso, la delegación sudafricana ha demostrado que es posible dar un paso al frente y denunciar los excesos del que se piensa blindado y protegido. Que es posible reivindicar las vidas de los 10.000 niños asesinados en Gaza en nombre de la venganza y de que es posible también, dejar en evidencia a aquellos que miraron para otro lado y consintieron durante años la presencia de un régimen de apartheid asesino al que llamaban democracia.

Aun cuando las posibles medidas provisionales de alto al fuego que podría imponer el TIJ no fueran cumplidas por Israel, algo que parece seguro no hará, las acciones del resto de estados firmantes de la Convención contra el Genocidio en forma de sanciones, boicot y desinversión en Israel mostrarán si efectivamente el Occidente civilizado se cree o no sus propias normas, o si, por el contrario, apostará por el fin de las mismas. Si no se toman medidas para el cumplimiento del derecho internacional, entonces no será el resto del mundo el responsable del fin del orden liberal.

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