Ucrania y la UE
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Vino viejo en odres nuevos. Vladimir Putin cumplió este jueves con su cita anual con la prensa en un ritual que tiene apariencia de rueda de prensa pero que no es más que otro monólogo de un autócrata. Allí exhibió toda su altanería: "la guerra de Ucrania terminará cuando Rusia alcance sus objetivos". Fuera del foco por la crisis de Israel y con las operaciones militares atascadas por el "general invierno", la invasión de Ucrania ha pasado a ser un conflicto crónico y, desgraciadamente, ha dejado de ocupar las portadas y las conversaciones. No es el caso de la política. En la UE, Ucrania es una prioridad, tanto por el compromiso adquirido con Zelenski como por el impacto de la guerra en la economía europea. La respuesta a la chulería de Putin ha sido contundente: el Consejo Europeo desbloqueó de inmediato el inicio de las negociaciones para la adhesión de Ucrania y de Moldavia. La voluntad de extensión hacia el Este de la UE es ahora imparable y ello tiene como derivada que vamos a seguir financiando a Zelenski. De hecho esta misma semana, se tomó también la decisión de dedicar fondos incautados a Rusia para financiar la guerra. El paso adelante europeo coincide además en el tiempo con la frialdad estadounidense provocada por el boicot de los republicanos a los créditos para el conflicto con Putin.
Nunca hemos sabido cuáles eran los verdaderos objetivos del autócrata ruso al invadir Ucrania por eso no sabemos qué quiere decir con que la guerra acabará cuando los cumpla. ¿Controlar el Donbás como antes hizo con Crimea? ¿Anexionarse el conjunto del país? ¿Instaurar un régimen prorruso pero mantener un estado independiente? ¿Subir el precio del gas y del petróleo? El resumen es que, aunque eso que tiene apariencia de rueda de prensa dure seis horas, es imposible preguntárselo. La UE ha emprendido ya una ruta irreversible de comprometerse con Ucrania y de dejar de tratar a Putin como lo que no es. Es y será largo, complejo y difícil. A más de un europeo le inquieta ver al aliado Zelenski en la toma de posesión de Milei. Pero tras el 'brexit' ha quedado claro que fuera de la UE hace mucho más frío que prescindiendo del gas ruso para liberar a Ucrania. Eso explica que este jueves el díscolo Viktor Orbán aceptara finalmente esa inevitable adhesión.
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