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Viktor Orbán, el amigo "estratégico" de Putin que lleva más de una década desafiando a la UE

Cumbre de alto riesgo en Bruselas por Ucrania

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, este miércoles a su llegada a la cumbre UE-Balcanes.

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, este miércoles a su llegada a la cumbre UE-Balcanes. / JOHN THYS / AFP

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

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La amenaza de un veto de Hungría a la ayuda y perspectivas de ingreso de Ucrania en la Unión Europea (UE) planea sobre la cumbre que cierra la presidencia de turno española, aunque en realidad no deberían sorprender. El ultranacionalista Viktor Orbán lleva más de una década desafiando al bloque comunitario y exhibiendo su condición de aliado del enemigo número uno de Occidente, el presidente ruso Vladímir Putin.

Nacido en Székesfehérvár en 1963 y líder del partido Fidesz desde 1993, es el más veterano entre los líderes de la UE. Han sido varios los intentos opositores por apartarlo del poder. Pero en abril de 2022, unos meses después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, renovó sin arrugarse la mayoría absoluta con que gobierna en Hungría. Fidesz obtuvo 135 de los 199 escaños del Parlamento de Budapest, dos más que en las anteriores generales. La coalición opositora creada para derribarlo se hundió. Orbán arrancó así sin reparos un quinto mandato mientras el bloque comunitario pasaba de proclamar su solidaridad al presidente Volodímir Zelenski a suministrarle armamento y recibir a millones de refugiados procedentes del país en guerra.

Fidesz formó parte de la familia de los populares europeos, en parte, gracias al respaldo de los democristianos alemanes de la entonces cancillera Angela Merkel y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), el partido de Manfred Weber. Pero en 2021 abandonó esta familia política 'in extremis', cuando el grupo de la Eurocámara se disponía a expulsarlo. Pasó entonces a la alianza de los Conservadores y Reformistas, el grupo ultraderechista compartido por el español Vox, los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y la polaca Ley y Justicia (PiS), la formación que el martes traspasó el poder al europeísta y liberal Donald Tusk.

Afinidad con Polonia

En los ocho años en el poder del PiS, compartió con Polonia muchas posiciones de bloqueo --especialmente en política migratoria-- a las propuestas de la Comisión Europea. Pero, en lo que concierne a Ucrania, Varsovia está en las antípodas de Budapest: el PiS, como el resto de la clase política polaca, ha sido el gran abogado de las aspiraciones de Zelenski, a pesar de la llamada "guerra del grano" que enfrenta a Varsovia y Kiev. Si algo une a polacos y ucranianos es el temor a Rusia, mientras que Orbán presume de ser amigo "estratégico" de Putin.

En política interior, el Fidesz de Orbán ha convertido Hungría en una democracia con límites difusos con el autoritarismo. Ha calificado su proyecto político de revolución conservadora y ha impulsado una reforma de la Constitución apuntalada en "principios cristianos", que ha servido de plataforma de sucesivas leyes homófobas y acoso a colectivos LGTBI. El paralelo aprobó una reforma electoral o una ley mordaza contra la libertad de prensa y opinión. Es una línea parecida a la seguida por Polonia en los ocho años de PiS en el poder, que ha incluido una reforma judicial socavadora de la independencia de la justicia y la extensión del control sobre las universidades.

Bruselas reaccionó a estas iniciativas, especialmente el acoso homófobo, a la justicia y los derechos civiles con sucesivas sanciones, incluida la congelación de fondos europeos destinados a Budapest. También ahí Hungría quedó hermanada con Polonia. Mientras Varsovia reaccionó abundando en la solidaridad con Kiev y reforzándose como puntal de la OTAN en el flanco este, Orbán buscó el acercamiento no solo a Rusia, sino también a China y a Turquía. El líder húngaro no había respaldado ya las sanciones comunitarias contra Moscú tras la anexión de Crimea, en 2014. Tras el inicio de la invasión rusa, se situó en lo que califica de "neutralidad", que para Bruselas es cercanía con Moscú, pese a su condición de socio de la OTAN.

La lista de encontronazos de Orbán con las instituciones comunitarias es larga. Pero reacciona a cualquier amonestación de Bruselas --que en 2018 se tradujeron en sanción por estimar que violaba los principios del Estado de Derecho-- sosteniendo la bandera de la independencia húngara.

Con el relevo en el poder en Varsovia, el bloque ultranacionalista del este acude algo debilitado a la cumbre. Pero por lo pronto Orbán se aseguró un triunfo: el desbloqueo de 10.200 millones de fondos regionales a Hungría, anunciado justo la víspera del Consejo Europeo.

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