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Agnès Marquès

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Periodista

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Cine 'premium'

Ver una película en la sala Soho House de Barcelona es una experiencia diferente a la tentación de quedar atrapado en el sofá de casa

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Soho House Barcelona

Soho House Barcelona

Una de las primeras conquistas de libertad fue ir al cine con las amigas. En mi caso, al antiguo cine Bosque de Barcelona justo antes de que reabriera como multisala en 1998. Después, ya en la facultad, me aficioné a los cines Verdi. Cada semana caía una película. Normalmente el domingo por la tarde, pero también los sábados por la noche. Ir al cine era una estupenda primera cita y un buen test de calidad de la potencial pareja. Coincidir en las pelis era una buena señal. No sé si ahora todavía se lleva esto, porque un informe reciente apunta que los catalanes vamos al cine menos de dos veces el año.

Entro a la estadística. Voy poco. Los primeros años de maternidad condicionan mucho y vivir fuera de ciudad, también, porque es escasa la oferta interesante. Por otra parte, claro, están los nuevos hábitos que nos han hecho perder incluso el test de calidad: ahora ya cada cual mira lo que quiere a su ordenador, tableta o móvil.

Pero el otro día volví. Estrenaban 'Wonka', con un fantástico Timothée Chalamet de protagonista, y la sala más próxima lo ofrecía en la nueva sala 'premium': grandes butacas reclinables con reposapiés y bandeja plegable, donde al vecino desconocido ni lo intuyes, aunque el 'palomitero' compulsivo de detrás se hace notar igualmente. Las salas de cines se las ingenian para ofrecer nuevos alicientes. Al encenderse las luces tras la película todos los cuerpos parecían como caídos del cielo, abandonados como quien se abandona en el sofá de casa, algunos incluso en calcetines, como si fuera la salita de estar… 'Premium', 'premium', no sé. Casi siempre el problema está en la convivencia, en cómo cree cada uno que se tiene que comportar fuera de casa.

Quizás el error fue compararlo con el recuerdo de la magnífica sala de cine del Soho House de Barcelona. Una sala preciosa con sofás y paredes tapizadas y mesitas con lamparitas donde colocar el cóctel, donde ir a ver una película sí que es una experiencia valiosamente diferente a la tentación de quedar atrapado en el sofá de casa eligiendo una peli de cualquier plataforma. Y en calcetines.

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