Salud pública
Joan Guix

Joan Guix

Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.

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Bebidas energéticas, determinantes comerciales de la salud y autoritarismo

La supuesta libertad de elección de los ciudadanos hay que ponerla en entredicho. La acción desinformadora de los lobis, la publicidad o los marcos sociales que nos conducen al consumo de determinados productos insalubres son un hecho

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Leonard Beard

Leonard Beard / Leonard Beard / Leonard Beard

Que las personas disfruten de más o menos salud no es un hecho que se deba al azar, sino que viene condicionado por aquellas circunstancias en las cuales las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, es decir, aquello que decimos determinantes sociales de la salud.

Estos determinantes pueden tener un efecto positivo o negativo sobre la salud de las personas, pudiendo establecer desigualdades e inequidades en salud entre los individuos y entre las comunidades.

Dentro de estos determinantes algunos de los más importantes son los hábitos y estilos de vida, o la alimentación, los cuales vienen condicionados por otros factores de tipo económico o, también, comerciales.

Algunas corporaciones internacionales impulsan estrategias que hacen prevalecer sus intereses económicos, incluso, por encima de la salud de la población.

Se ha hablado del tabaco, el alcohol, las bebidas azucaradas, la carne roja, la pastelería industrial o los alimentos ultraprocesados. La prestigiosa publicación sanitaria 'The Lancet' afirma que un tercio de las muertes a nivel global están asociadas a la actividad de estos sectores y al de los combustibles fósiles. A estos factores, que influyen negativamente en la salud como consecuencia del afán de lucro, se les llaman determinantes comerciales de la salud.

Hace unos días saltaba la noticia de que Galicia había decidido prohibir, de cara al próximo año, la comercialización a los menores de las denominadas bebidas energéticas, y que otras seis o siete comunidades se lo planteaban.

Ya en 2013, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria advertía de los peligros del consumo de las denominadas bebidas energéticas, puesto que su contenido con cafeína y azúcar, entre otros productos, podían comportar riesgo de hipertensión arterial, taquicardias y arritmias cardíacas, nerviosismo e insomnio, además de un mayor riesgo de obesidad, relacionado con el muy alto contenido de azúcar que aportan. En 2021, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria advertía que más de un 45% de los jóvenes españoles entre 14 y 18 años consumían frecuentemente estas bebidas de alto riesgo para la salud. Ahora parece que algunos, por fin, se proponen actuar.

Esto nos lleva a una discusión clave en salud pública, sobre el paternalismo frente a la libertad de elección de los ciudadanos a la hora de luchar contra estos determinantes comerciales de la salud.

El paternalismo en políticas publicas y, por lo tanto, también, en políticas sanitarias, implica la interferencia en la autonomía del individuo con el fin de protegerlo de posibles daños.

La cuestión clave es si las autoridades tienen la obligación de proteger a los ciudadanos de estos peligros, o si se trata de un abuso de poder. Si el individuo tiene la capacidad de entender y escoger lo que crea mejor para su salud o, más cuidadosamente, para su bienestar, ¿es ético el inmiscuirse en nombre de la salud pública? Cuando, desde la autoridad, y en nombre de la salud pública, se legisla la limitación de velocidad en carreteras, la prohibición de conducir bajo los efectos del alcohol u otras drogas, las limitaciones del uso del tabaco en determinadas condiciones o la normativa para hacer potable y salubre el agua de consumo o los alimentos, ¿se está haciendo un ejercicio de autoritarismo o se está protegiendo, legítimamente, la salud de la población ? ¿No basta con informar y educar y que cada uno escoja lo que crea más conveniente?

Por otro lado, esta supuesta libertad de elección hay que ponerla muy en entredicho en la sociedad capitalista en la que vivimos. La acción desinformadora de los lobis, la publicidad o el establecimiento de marcos sociales que nos conducen directamente al consumo de determinados productos insalubres son un hecho. Hablamos de los determinantes comerciales de la salud. Hablamos, hoy, del consumo de bebidas supuestamente energéticas y su acción nociva sobre la salud de niños y jóvenes. Tedros Adhanom, director general de la OMS afirmó, y con razón, que “la salud pública no puede mejorar y no mejorará sin la acción sobre los determinantes comerciales de la salud, desde el nivel local hasta el global”.

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