Negociaciones de investidura
Mar Jiménez

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Economista y periodista

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Veinte años después

Tras los indultos, llegará la amnistía. Ahora sí podemos volver a empezar. Primero la reconciliación y después, retomar lo que empezaron Zapatero y Maragall

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Zapatero Maragall Estatut

Zapatero Maragall Estatut

Fue el 13 de noviembre de 2003. Han pasado 20 años. Si las cosas no se tuercen, el azar hará que cuando se cumplan dos décadas de esa promesa, Pedro Sánchez sea investido de nuevo presidente. Habrá alcanzado un acuerdo histórico; "compromiso histórico", le llamó Puigdemont parafraseando a Enrico Berlinguer.

Cuando veo a Sánchez defendiendo abiertamente la reconciliación con Catalunya o la amnistía, cuando escucho a Yolanda Díaz defender la plurinacionalidad de España, cuando Jaume Asens clama volver a la política, cuando Francina Armengol se compromete y cumple con el uso de las distintas lenguas cooficiales de España, me viene a la cabeza el noviembre de 2003. Recuerdo los hombres y mujeres que nos emocionamos cuando Zapatero, en un Palau Sant Jordi a rebosar, se comprometió ante el candidato Pasqual Maragall a "apoyar el Estatut que apruebe el Parlament de Catalunya".

Aquel día estaba en las primeras filas de la platea. Había estado colaborando con el Gobierno en la sombra en la elaboración del programa electoral, bajo la batuta del que luego fuera conseller Antoni Castells y con la coordinación de Ernest Maragall. Fueron días de aprendizaje con los Jaumes (Badia y Bellmunt), con gente maravillosa que después formarían la espina dorsal del tripartito. Aquellos días sentíamos que lo teníamos al alcance de la mano. Que Pasqual ganaría y podría gobernar.

Cuando Zapatero pronunció esa frase, el Sant Jordi retumbó. Desde mi asiento pude ver como Pasqual, en el centro de la primera fila, se levantó. Fue el primero. Le seguimos el resto. Todo el Sant Jordi en pie. Teníamos la convicción de que, después de vivir más de 20 años sometidos al pujolismo y al nacionalismo catalán, era posible la alternancia. Queríamos desplegar un programa de progreso para Catalunya, invertir en los barrios, combatir las desigualdades y a la vez suscribir un pacto con España. Todas creímos a Zapatero. Visto con la perspectiva de estos 20 años, estoy convencida de que tenía toda la voluntad de cumplir.

Pude participar en algunas de las reuniones de los que después serían ministros con Zapatero. Con él mismo, con Jordi Sevilla. Trabajamos lo que posteriormente sería la disposición adicional tercera del Estatut, para revertir los años de desinversión en Catalunya. Desde los gobiernos de Catalunya y España queríamos construir un entendimiento perdurable que se materializaría en el nuevo Estatut. Queríamos alumbrar una España plural, diversa, plurinacional y plurilingüística, en la que las distintas lenguas oficiales no fueran un motivo de agravio sino de orgullo.

Terminar con el trueque

Han pasado 20 años. Todas sabemos cómo acabó el tripartito. Y lo que ha venido después. Judicialización y represión incluida. Pero todo lo que hemos vivido estos años empezó entonces. Se inició cuando Pasqual, pese a que algunos le decían que sería imposible, quiso proponer un acuerdo desde Catalunya a España. "Escolta, Espanya...", empezó aquella campaña recitando el poema de su abuelo en Sant Llorenç de Morunys.

El viejo núcleo dirigente socialista afirmaba entre bastidores que se vivía mucho mejor con Pujol, se pactaban competencias y transferencias y, a cambio, se obtenía un puñado de votos. Pasqual quería terminar con ese trueque. Quería construir algo nuevo y perdurable. Amábamos Catalunya y amábamos España. Debíamos ser capaces de construir una relación duradera, rica, basada en el respeto y el reconocimiento del otro. Había que sacudir el tablero político con un nuevo Estatut

Zapatero no cumplió con su palabra. No pudo. En las primarias de julio de 2000 solo se había impuesto con nueve votos de ventaja a José Bono. La vieja guardia del PSOE no le dejó. Fue imposible. Tuvo que traicionar la palabra dada. Así de cruel es la política. Hoy, en cambio, Sánchez manda de forma incontestable en el PSOE. No tiene quien le contradiga. Después de los indultos, llegará la amnistía. En el Congreso hoy se habla catalán, euskera, gallego. Y cada vez estamos más cerca de esa España que soñamos hace 20 años. La travesía ha sido larguísima e inclemente. Pero ahora sí, podemos volver a empezar. Primero, la reconciliación. Después, retomemos lo que empezaron aquellos hombres y mujeres, 20 años después. ¿Seremos capaces?

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