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OCDE, ¿no gracias?

La bipolarización hace que los mensajes de Sánchez y Feijóo no asuman la complejidad de España e incluso no admitan las realidades económicas

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OCDE web / Leonard Beard

Joan Tapia

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Feijóo, pese al desánimo tras el 23J, cree que puede ser presidente. En dos escenarios. Uno, que Sánchez no logre el pacto de investidura, haya elecciones el 14 de enero y el PSOE quede atrapado y contaminado por la apuesta fracasada. Dos, que haya investidura pero que las contradicciones exploten y la legislatura sea corta. Su diagnóstico se vería confirmado y Sánchez perdería.

El miércoles estuvo en Barcelona (el lunes en Bilbao para apoyar un PP vasco autonomista) y lanzó mensajes a los socialistas reticentes a la amnistía y a los exconvergentes con miedo a la política económica Sánchez-Yolanda. Y algún pequeño gesto a Puigdemont porque su enemigo para La Moncloa solo es Sánchez. Pero se movió poco. Dijo que Catalunya ha perdido impulso económico. Quizás, pero por otra parte la tensión política ha bajado, los lazos amarillos han desaparecido, el independentismo se ha dividido y el PSC ha ganado de largo las últimas legislativas. Feijóo intenta abrir puentes con el catalanismo conservador (objeto político hoy no identificado) y con el PNV. Sabe que los puede necesitar.

Pocos cambios. Tiene 172 diputados (con Vox), le faltan solo cuatro y no quiere arriesgar. En todo caso, que Vox se desgaste sola y una parte de sus votantes vuelvan al PP. Por eso ha autorizado que Vox entre también -no estaba en el guion- en el ayuntamiento de Valencia. Sabe que el pacto con Vox le perjudicó, pero no quiere romperlo. La bipolarización le obliga a simplificar el mensaje. Y peca de severo, casi catastrofista, al juzgar la economía.

El empresariado está excitado contra Podemos y contra Sánchez, pero en la asamblea del Instituto de Empresa Familiar del lunes en Bilbao valoraron la situación económica con 5,03 (en una escala de 0 a 9), cuando hace un año la nota fue inferior (4,59). El 53% esperan mantener su plantilla, el 37% aumentarla y solo el 14% reducirla. Y la EPA del tercer trimestre da un aumento del empleo de 209.000 (725.000 en los últimos 12 meses). El aumento del paro se debe a que la población activa (los que quieren trabajar) son 302.000, más que los empleos creados. Y el aumento del PIB en el tercer trimestre (0,3%) baja solo una décima respecto al segundo y la tasa anual se reduce del 2% al 1,8%.

¿Sintoniza ahí Feijóo con la opinión pública que, Felipe 'dixit', no es siempre la publicada? La alianza con Vox y las rigideces -que superan su pragmatismo- le dificultan morder más en el electorado moderado. Pero Sánchez tiene un problema similar. Priorizar el pacto con Puigdemont le complica el mensaje. La amnistía tendría ventajas, pero como ha puntualizado el Cercle d´Economía -defendiéndola- debería comportar la renuncia a la unilateralidad, no ser condición para la investidura y no tener en contra al primer partido del Estado.

Y tiene otros problemas. La economía aguanta y la OCDE dice que este año creceremos un 2,5% y en el 2024 un 1,5%. No está mal en un contexto europeo de frenazo. Pero esto se debe a una política socialdemócrata y de keynesianismo agudo que solo ha sido posible porque toda Europa ha aumentado el gasto público contra la crisis y la pandemia y el BCE no sólo ha tenido bajos los tipos de interés sino que ha financiado el déficit público. Pero este mundo se acaba. El BCE ya ha subido en poco más de un año el tipo de interés principal del 0 al 4,5% y predica que los estados saneen sus cuentas.

Y Sánchez -en parte por la presión de Sumar- no piensa en acompasar la política económica a la nueva realidad, sino en incrementar beneficios sociales que necesitarían cierta pausa. Mientras la OCDE aconseja prudencia con el salario mínimo y las pensiones, la polarización le conduce a todo lo contrario. Y cuando la OCDE recomienda subir la presión fiscal -el varapalo va también para Feijóo- subiendo el IVA, él deja decir que todo se arregla con el impuesto a la banca y las eléctricas.

En suma, por la bipolarización, por Vox y Sumar, y por su gran incompatibilidad (que no hubo entre Rajoy y Rubalcaba), ninguno de los dos asume la gran complejidad del mundo actual y no escuchan a la OCDE cuyos consejos ayudaron a que en 1959 España empezara a salir de la pobreza.

¡Cuidado! Hay asignaturas pendientes que, gane quien gane, ninguno de los dos podrá abordar en solitario.

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