Conflicto Israel-Gaza
Agnès Marquès

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Periodista

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¿Qué está pasando, mamá?

Cómo explicar, en un lenguaje que pueda entender una niña de seis años, que la guerra da miedo. Y que hace llorar. Y que no está tan lejos

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Edificios destruidos en la Franja de Gaza

Edificios destruidos en la Franja de Gaza / Mohammed Talatene/dpa

Cada uno tiene su primer hecho histórico. El mío, el primero que recuerdo, es la muerte de Dalí. El segundo, la caída del muro del Berlín. Los dos hechos pasaron el mismo año, el 89, así que podría decir que me introduje como ciudadana consciente de este mundo a los 9 años. Antes, todas las cosas que pasaban eran las de casa, la escuela y el parque de debajo de casa.

Creo que mi hija acaba de vivir y ver el primer hecho histórico que recordará, y me sabe mal que sea una guerra. Tiene seis años. Estábamos preparando una exposición sobre el proceso de momificación al Antiguo Egipto para la escuela cuando, en la tele, el informativo abrió con imágenes de la guerra. Niños, mujeres y hombres polvorientos y llorando.

Como periodista, desgraciadamente, he hablado de guerras demasiadas veces, pero no estaba preparada para las preguntas de mi hija ante aquellas imágenes: ¿qué pasa? y unos segundos después: ¿esto puede pasar aquí?

Este año se estrena en Primaria y la suya es la clase de los Egipcios, así que ya de entrada está aprendiendo que hubo una civilización que empezó y que acabó, y que fue una historia de guerras y conquistas como la de todos los imperios que han existido. Pero ¿cómo explicarle que una guerra no es una historia lejana explicada con dibujos sino aquello que veían sus ojos asustados? Cómo explicar, en un lenguaje que pueda entender una niña de seis años, que la guerra da miedo. Y que hace llorar. Y que no está tan lejos. ¿Y que el ser humano, personas como ella y como yo, son capaces de hacer todo aquello y que otras, también como ella y como yo, viven asustadas, huyendo y sin agua y sin comida? Encontré refugio en las medias verdades: que la guerra está muy lejos de casa y que aquí no pasan estas cosas, que el mar que vemos desde casa no es el mismo que ven aquellos niños justo por el otro lado. Intenté salvaguardarla del potencial destructor que tenemos las personas, del odio que somos capaces de acumular y multiplicar en el otro, mirando de condicionar que su bautizo como ciudadana consciente de este mundo sea otro hecho menos salvaje.