Guerra en Oriente Próximo

El hartazgo incendia Gaza

 Basta con atenerse a esos datos para explicar hasta qué punto la condena a la desesperanza de un pueblo da alas a una organización terrorista

Imágenes de la guerra entre Israel y Gaza

Imágenes de la guerra entre Israel y Gaza

Albert Garrido

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Los autócratas árabes y los gobernantes israelís creyeron en su momento que era posible deslindar el problema palestino del establecimiento de relaciones diplomáticos. Se atuvieron a la normalización de relaciones promovida por Donald Trump; dieron por amortizada la causa palestina en el altar de la 'realpolitik'. La operación debía culminar con el intercambio de embajadores entre Israel y Arabia Saudí a pesar de que la comunidad palestina en Gaza vivía –vive– en la mayor cárcel del mundo a cielo abierto y la de Cisjordania está frecuentemente sometida a los pogromos de los colonos. Basta con atenerse a esos datos para explicar hasta qué punto la condena a la desesperanza de un pueblo da alas a una organización terrorista.

A partir de la primera Intifada, si no antes, a mentes lúcidas israelís no les hizo falta remontarse a la limpieza étnica en que desembocó el final de la primera guerra árabe-israelí para explicar cuanto sucede hoy. Les bastó con ser testigos dolientes de su tiempo. Amos Oz se prodigó hasta su muerte en referencias a la solución de los dos estados como la única capaz de detener la carnicería; David Grossman clama literalmente en el desierto abrumado por las dimensiones de la matanza; Shlomo ben Ami dijo hace más de 20 años, en un coloquio organizado por EL PERIÓDICO, que solo la paz de los valientes podía evitar la tragedia. 

Son minoría los que atienden sus reflexiones; son más los que temen, con razón, que el asalto de Gaza incendie la calle árabe. Algunos precedentes hay. En 1981, el arabista Gilles Kepel residía en El Cairo; el día del asesinato de Anuar el Sadat preguntó a la patrona de su pensión si sabía qué había sucedido. “Sí –respondió ella–. Es una pena, pero se lo había buscado”. Aquella mujer creía que era poco menos que una traición a los palestinos el reconocimiento de Israel por Sadat. Su opinión fue fruto del hartazgo, multiplicado por 100 con el tiempo en Gaza hasta dar la victoria a Hamás en las urnas en 2006. Condenar a una comunidad a un horizonte sin futuro aboca a esa clase de resultados.

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