Guerra en Oriente Próximo

Nuestro extraño sionismo

La derecha convergente catalana, a diferencia de tantos sionistas de prestigio y gobiernos del mundo, ha sido incapaz de introducir matices y desmarcarse del gobierno atroz de Netanyahu

 

Protesta en apoyo de Israel en la plaza de Sant Jaume de Barcelona

Protesta en apoyo de Israel en la plaza de Sant Jaume de Barcelona / Alejandro García / EFE

Ernest Folch

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El conflicto entre Israel y Palestina levanta tantas ampollas que más bien parece un asunto de política interna. El nivel de prejuicios con el que se afronta esta ola de violencia es de tal nivel que parece que políticos, opinadores y otras especies periodísticas simplemente miremos cada nuevo horror en esta crisis como una mera confirmación de las tesis que ya llevábamos prefabricadas desde casa. Cada noticia es lanzada a la otra trinchera como un arma arrojadiza que supuestamente demuestra que unos tienen razón y los otros no. En medio de esta guerra civil, es fascinante y reconfortante descubrir las voces significadas que buscan matices, huyen de fanatismos y tratan de decirle a los suyos lo que no quieren oir. Mientras el ministro de defensa de Israel proclamaba que los palestinos son “animales” y crece la deshumanización del adversario, dentro y fuera de Israel ha habido autoridades sionistas e intelectuales judíos y proisraelís que han sabido decir basta y poner la fuerza de su autoridad delante de esta ola de barbarie. Es conmovedor leer a Daniel Barenboim, músico judío de prestigio mundial, condenar la ocupación “injusta” de Palestina, demostrar la falacia inicial de “la tierra sin pueblo” con el que fue fundado el Estado de Israel y reivindicar su amistad con el intelectual palestino Edward Said. Como es impactante oir a Shlomo Ben Ami, exministro y exembajador en España de Israel, cuando, al mismo tiempo que se indigna con la “infamia” de Hamás, afirma que el gobierno de Netanyahu es “protofascista” y que “practica el apartheid” contra el pueblo palestino. Y es verdaderamente emocionante seguir estos días la cobertura del conflicto del periódico israelí ‘Haaretz’, que publica cada día artículos diseccionando por igual los detalles de las barbaridades de Hamás, así como la corrupción y el autoritarismo del régimen de Netanyahu: el domingo publicaron un artículo de la hija de un mujer secuestrada por Hamás que pedía, justamente en su nombre, parar inmediatamente la destrucción de Gaza.

Curiosamente, estas ansias de buscar matices, complejidades y grises en este conflicto desgarrador desde dentro de Israel y del propio sionismo en todo el mundo contrastan con las posiciones maximalistas y a menudo dogmáticas en nuestra casa. Y es que es realmente asombroso ver a una parte significativa de la derecha catalana, heredera de la antigua Convergència, alineándose acríticamente con los postulados del gobierno de extrema derecha de Israel, escandalizándose con razón contra la violencia de Hamás, pero guardando un estruendoso silencio ante los bombardeos de Gaza y la masacre a la población civil. Expresidentes como Artur Mas (acudiendo a una sinagoga) y Carles Puigdemont (con un tuit condenando a Hamás), y su habitual 'guàrdia de corps' mediática, han sido supersónicos solidarizándose con Israel pero todavía se espera que digan algo cuando se bombardean hospitales o se corta el suministro de agua en Gaza. Este sionismo muy nuestro, que tantas lecciones morales no da, no solo no dice ni una palabra del gobierno atroz y totalmente desacreditado de Netanhayu, sino que ni siquiera es capaz de pedir contención, como el propio presidente de Estados Unidos, ni mucho menos defender la solución de los dos estados, que respaldan sionistas auténticos como Barenboim o Ben Ami. Ya es mala suerte que las ansias independentistas de nuestros soberanistas sionistas, tan vehementes a favor de las naciones sin estado en todos los rincones de la tierra, se evaporen de golpe cuando llegan a la Franja de Gaza. También en esto Catalunya es diferente.  

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