En los próximos 45 años

El futuro de los museos: más flexibles y menos eurocéntricos

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Pepe Serra

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Si bien los museos llevan ya tiempo interrogándose por su futuro y desarrollando un fuerte proceso de cambio, más importante en estos últimos 25 años que en los últimos 200, actualmente se encuentran sin duda en un camino de transformación todavía más precipitado. La pandemia y el consiguiente cierre de los museos en 2020, más allá de acelerar brutalmente cuestiones que ya estaban en la agenda como la digitalización, la relación con el público local y la dimensión social o la diversificación y aumento de las vías de ingresos, llevó a los museos a pensar todavía más en qué podía ser su futuro y hacia dónde se orientaba este cambio permanente.

Hoy un museo que quiera tener legitimidad, sentido y responder al tiempo y la sociedad en la que desarrolla su actividad, tiene que auto-examinarse de forma constante, y escuchar tanto como pueda a todos los colectivos y comunidades con las que se relaciona, tanto dentro como fuera de la institución.

En una sociedad enormemente conectada y con posibilidades desconocidas hasta ahora de expresar y contrastar contenidos y puntos de vista, un número grande de exigencias, nuevas misiones y funcionalidades futuras ya se le piden hoy al museo: tenemos que ser más abiertos, con una gobernanza más democrática, más inclusivos, más experimentales y vivenciales, con conocimientos tecnológicos, plurales culturalmente, y tenemos que responder a las necesidades de las comunidades donde actuamos, abordando los temas y los problemas relevantes de la sociedad que nos rodea. La nueva definición de museo aprobada por el ICOM recientemente ya apunta todas estas cuestiones, y muestra por un lado la ambición y las ganas de afrontar estos cambios pero también por otro lado la angustia e inquietud que generan.

Todos estos retos definirán, entre otros, el futuro de los museos pues si bien ya estamos inmersos, están lejos encara de lograrse de forma general y estable de manera que se conviertan en características hoy habituales.

El futuro estará marcado también por ser unas instituciones con un fuerte carácter de servicio público, en unas sociedades de gran complejidad y cambio permanente, políticamente muy polarizadas y con grandes desigualdades, a las que hay que añadir el desastre medioambiental del que, naturalmente, no podrán estar ausentes los museos. Y habrá que dar respuestas a estas exigencias en un difícil equilibrio con las misiones nucleares del museo, la preservación patrimonial, la investigación, el conocimiento y la educación o la implantación social, siempre sin banalizar la institución.

Mayor diversificación

Probablemente el futuro también nos traerá unos museos con programas y propuestas mucho más diversificadas, de acuerdo con la enorme pluralidad de colectivos y minorías que integran su contexto social. Esto garantizará su impacto real y su rentabilidad, que no tiene que ser otra que la cultural y social. Deberán convertirse así en instituciones mucho menos rígidas y más flexibles, para tener la capacidad de ofrecer proyectos y respuestas con rapidez. Deberán también en el futuro garantizar su viabilidad y ser especialmente resilientes, buscando nuevas e imaginativas formulas de negocio e ingresos propios siempre orientados a preservar sus funciones.

El futuro parece igualmente orientarse hacia museos menos eurocéntricos y más globales, con gobernanzas más representativas y transparentes, y con equipos y públicos demográfica y culturalmente más similares a los de la sociedad donde actuen. Unos museos que deberán haber revisado a fondo su propia memoria y trayectoria, y su legitimidad, mostrando la capacidad de rectificar y corregir públicamente y con transparencia allá donde sea necesario de acuerdo con los valores y las prácticas que la sociedad demande.

Deberán también tener la capacidad de ceder parte de su poder, y trabajar de forma mucho más colaborativa para saber proponer y preguntar en el mismo tiempo que se convierten en escenario de prácticas y discursos de terceros.

Finalmente, los museos deberán haber incorporado como un trabajo permanente el hecho de re-imaginarse y cuestionarse continuamente sobre su propio rol, pues el futuro traerá seguro cambios y demandas que no podemos intuir ni anticipar pero sí estar mejor preparados para dar respuesta o adaptarnos.

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