Del cuadro en la pared del museo a los NFTs y las experiencias inmersivas

Por Anna Abella
Diseño, ilustraciones e infografías:
Andrea Zúniga

En 1978, los NFTs y las exposiciones inmersivas y con gafas de realidad virtual habrían parecido ciencia ficción. Eran tiempos aún de muestras tradicionales, de obras de arte en las paredes o de vestigios arqueológicos en las vitrinas de los museos para mayor gloria de las visitas escolares.

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En 2022, la exposición más visitada en España fue ‘Tutankamón’: 300.000 personas pasaron por ella en Madrid en apenas nueve meses. Doble razón del éxito: el indiscutible tirón del faraón más famoso de la historia y el hecho de ser una propuesta de experiencia inmersiva, con películas envolventes en 360º y un viaje virtual al Inframundo junto al alma del joven rey. Ahora recala en Barcelona, rizando el rizo con el estreno de un viaje al metaverso. Es el más reciente ejemplo de exposiciones ‘blockbuster’ con voluntad de entretenimiento cultural y de atraer al gran público.

En 1978 no existían tampoco, ni se les esperaba, los NFTs o Tokens No Fungibles, activos digitales que pueden transformar el mercado del arte. Un NFT le da a una obra digital, que funciona de forma encriptada, un valor único y exclusivo, y como tal puede comprarse y venderse y alcanzar cifras astronómicas de la misma forma que un ‘picasso’ o un ‘Van Gogh’ en una subasta, como ha ocurrido con las del artista Beeple, que vendió 20 de sus obras por 3,5 millones de dólares.

LOS NFTs MÁS CAROS HASTA LA FECHA

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Los museos

En Madrid existía, claro, el Museo del Prado, fundado en 1819, o el decano Nacional de Ciencias Naturales (como Real Gabinete de Historia Natural), aún más dieciochesco, de 1771. Los hoy megavisitados del Reina Sofía o el Thyssen no se abrieron hasta 1992.

En Catalunya, pese a la progresiva descentralización de la oferta museística por las cuatro provincias, el epicentro sigue siendo Barcelona.

En Barcelona, el Museu d'Arqueologia (de 1935) sobrevivió a la Guerra Civil. También el Museu d’Art de Catalunya, inaugurado por la República en 1934, y que en 2004 renacería como el actual MNAC (Museu Nacional d’Art de Catalunya).  

Durante el franquismo empezaron a funcionar propuestas tan dispares como el Marítim (1941), el Museu d’Història de Barcelona (1943), el Frederic Marès (1948), el Etnológico y de Culturas del Mundo (1949), el Museu Picasso (1963) o el Museo de Cera (1973). La Fundació Miró llegó casi con el fin de la dictadura, en junio de 1975.

Fue a partir de 1978 cuando florecieron los museos y centros expositivos en Barcelona. El cambio de milenio vivió una nueva explosión museístico-expositiva y desde la pandemia, Barcelona también ha visto surgir dos espacios dedicados a la fotografía. Estos son algunos:

Y en los próximos 45 años...

'El futuro de los museos: más flexibles y menos eurocéntricos', artículo de Pepe Serra

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Anna Abella
Diseño e ilustraciones:
Andrea Zúniga
Coordinación:
Rafa Julve, Ricard Gràcia y Iosu de la Torre