La campaña militar (110)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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Crimea ya está en el punto de mira

El ataque de Ucrania a Sebastopol ha mostrado las deficiencias defensivas de la que se supone que es una de las bases navales más protegidas del mundo

Ucrania dispara varios misiles a Sebastopol dejando al menos 24 heridos

Rusia asegura que los ataques de Ucrania en Crimea "acercan el apocalipsis"

Archivo - Imagen de archivo de buques de guerra y submarinos rusos en Sebastopol, Crimea.

Archivo - Imagen de archivo de buques de guerra y submarinos rusos en Sebastopol, Crimea. / MICHAL BURZA / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO

Nada está definitivamente decidido en la guerra de Ucrania, pero mientras hasta ahora, visto desde la perspectiva occidental, parecía que la ambición no llegaba más allá de sostener a Kiev en su oposición a la embestida rusa el tiempo que fuera preciso, en estos últimos días se detecta un salto que apunta más alto, tanto en las palabras como en los hechos.

En el plano discursivo ahí están las recientes palabras de Josep Borrell, señalando que la 'victoria' de Ucrania es actualmente la máxima prioridad de la política exterior de la Unión Europea; algo que solo se atrevían a plantear algunos de los vecinos de Rusia, que llevan tiempo presionando para que los Veintisiete asuman lo que hasta ahora solo algunos ministros de exteriores comunitarios decían en privado. Aunque parezca una perogrullada, hablar de victoria de Kiev significa hablar de derrota de Moscú. Y si eso se traduce en hechos sobre el terreno, tiene una implicación que supone llevar la guerra a otra dimensión, dado que, por una parte, equivaldría a abandonar la idea de que finalmente Ucrania acabaría por entender que tendría que renunciar a parte de su territorio, y, por otro, que el freno autoimpuesto por los aliados de Kiev para no suministrarle armas muy avanzadas por el temor a precipitar una escalada rusa hasta el nivel nuclear, habría desaparecido.

Mientras esa impresión va tomando cuerpo, Kiev no deja dudas de que está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para lograr dicha victoria. Y el mejor ejemplo de ello, en paralelo a su esfuerzo por seguir horadando las líneas defensivas rusas tanto en el este como en el sur del país, es que ya ha puesto en su diana a Crimea. Así se deduce, más allá de los puntuales golpes de unidades de operaciones especiales, de los dos ataques más recientes, con una combinación de drones y misiles, que han logrado dejar fuera de combate a un submarino de la clase Kilo y a un buque de asalto anfibio, atracados en Sebastopol, y a un sofisticado sistema antiaéreo S-400, desplegado en Yevpatoria.

La significación y la importancia de estos ataques es múltiple. Por una parte, muestra las deficiencias defensivas de la que se supone que es una de las bases navales más protegidas del mundo, lo que obligará ahora a un redespliegue ruso hacia puertos más lejanos, con la consiguiente pérdida de control y de capacidad de apoyo logístico a las tropas desplegadas en la península. Por otra, la utilización de misiles crucero R-360 Neptuno, de fabricación ucraniana a partir de un modelo soviético, indica que Kiev mantiene una capacidad industrial renovada, a pesar del castigo sistemático que ejerce Moscú sobre todo tipo de infraestructuras críticas ubicadas en suelo ucraniano.

A esto último hay que añadir que dichos ataques también han contado con un preciso apoyo de inteligencia proporcionado por servicios occidentales, así como con misiles británicos Storm Shadow, una muestra más de que los aliados de Ucrania se preocupan cada vez menos de esconder su implicación en la guerra y van dejando manos libres a Kiev para emplear esos medios dónde y cuándo lo considere adecuado. Todo ello, mientras ya parece a punto de darse la luz verde a nuevas y más precisas armas como los ATACMS estadounidenses- con un alcance de 300km, poniendo toda la península de Crimea bajo su radio de acción-, en tanto se ultiman los preparativos para la entrada en acción de los F-16 holandeses y daneses, y otros países, como Suecia con sus cazas Saab 39 Gripen, se aprestan a seguir esa senda.

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